Un estudio de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) revela que la exposición profesional al COVID-19 entre trabajadores sanitarios “no conduce a una mayor gravedad clínica ni mortalidad”. Además constata que los trabajadores sanitarios hospitalizados en contexto de infección por SARS-CoV-2 presentaban “menos comorbilidades, síntomas más leves y un mejor pronóstico” que los trabajadores no sanitarios. Son algunas de las conclusiones del trabajo basado en datos del Registro SEMI-COVID-19 tras comparar el pronóstico y riesgo de muerte de los trabajadores sanitarios y no sanitarios hospitalizados en España por COVID-19. Este estudio, que firman 25 interniastas, destaca que en España, el 20,4% de los casos confirmados de COVID-19 se produjo en profesionales sanitarios.

Según la SEMI, para el estudio se se incluyeron datos de 4.393 pacientes de entre 20 y 65 años, de los que 419 eran sanitarios y 3.974 no lo eran. La mediana de edad se situó en los profesionales sanitarios en 52 años y el 62,4 % eran mujeres, prosigue la SEMI sobre el trabajo, que firman 25 internistas en un artículo científico que acaba de publicar la revista científica “PLOS ONE”.

En el estudio, se analizaron aproximadamente 300 variables, incluyendo datos epidemiológicos, datos de RT-PCR, historial médico personal y de medicación, síntomas y hallazgos de exámenes al ingreso, pruebas de laboratorio y de diagnóstico por imagen, tratamiento farmacológico, soporte respiratorio durante la hospitalización, complicaciones y muerte durante la hospitalización, así como reingresos y supervivencia 30 días después del diagnóstico. También se evaluó la comorbilidad utilizando el índice de comorbilidad de Charlson.

La prevalencia de comorbilidades y los hallazgos radiológicos graves al ingreso hospitalario fueron menos frecuentes en el grupo de profesionales sanitarios y más habituales en el grupo de trabajadores no sanitarios (entre estos hallazgos figuran, por ejemplo, el derrame pleural). No obstante, no hubo diferencias respecto a la necesidad de soporte respiratorio y la necesidad de ingreso en UCI entre ambos grupos, aunque la sepsis (1,7% en trabajadores sanitarios frente a 3,9% en no sanitarios) y la mortalidad hospitalaria (0,7% frente a 4,8%) fueron menos frecuentes entre el personal sanitario.

La dependencia moderada y severa fue más frecuente en trabajadores no sanitarios. Un hallazgo interesante del estudio fue que al ingreso el trabajador sanitario presentó síntomas más leves, tales como pérdida del olfato o gusto y artralgia, así como un mejor perfil analítico.

Este mejor perfil clínico y analítico que se detectó en el trabajador sanitario al ingreso puede deberse a su conocimiento de los síntomas leves de COVID-19 y su capacidad para identificarlos por sí mismos. Asimismo, la supervivencia a los 30 días fue ligeramente mayor entre los trabajadores sanitarios que en los no sanitarios (96,8% frente a 85,1%).

Entre los trabajadores sanitarios, 142 (33,9%) eran médicos, 107 (25,5%) eran enfermeras; 98 (23,4 %), auxiliares de enfermería; y 72 (17,2 %) desempeñaban otros cargos y funciones en el ámbito sanitario. La mayor parte de ellos pertenecía a Atención Primaria (16,6 %), Urgencias (11,3 por ciento) y Medicina Interna (11,3 %).