“La cultura del estrés no tiene sentido. Te hace daño y no te sirve para nada”. Así se refirió ayer Mónica Carrillo, copresentadora de los informativos de fin de semana de Antena 3, al estilo de vida de la sociedad actual. Y sobre la vida versa también su última novela, “La vida desnuda” (Planeta), premio Azorín de Novela 2020, que presentó en el Club FARO en una conferencia que pudo seguirse en directo a través de la web del periódico y que estuvo presentada por la periodista viguesa Guada Guerra.

“La vida desnuda” transporta al lector hasta los rincones más íntimos del ser humano a través de su protagonista. Gala, una mujer que sigue enamorada de su exnovio y tocada por los acontecimientos familiares que suceden en su vida. Carrillo emplea la primera persona del singular para narrar la historia de Gala y de los suyos, unos personajes que a medida que van perdiendo sus capas que los arropan hacen preguntarse al lector qué vida llevamos, cuáles son nuestros secretos y de qué depende nuestra felicidad.

Fue la frase que Gabriel García Márquez le dijo a su biógrafo, Gerald Martin, “Todos tenemos tres vidas: la pública, la privada y la secreta” la que inspiró esta novela, y en base a la cual está estructurada esta historia, que habla de secretos, del peso de la familia, del amor en sus distintas manifestaciones, de los miedos, de la culpa, de la mentira, del adiós a la infancia, de las pérdidas, de las apariencias y de la búsqueda de la felicidad, pero también de la importancia de saber dar un paso atrás, del perdón a uno mismo y a los demás, del valor de la palabra y de los silencios, y de aprender a gestionar las frustraciones y, así, la vida.

“La única forma de gestionar la frustración es admitiéndola y esto es importante porque la vida no te va a dar lo que quieres porque no la escribes tú”, afirmó.

“La vida desnuda” va desprendiendo a los distintos personajes de las capas con las que se revisten hasta llegar a la esencia del ser humano, que es lo que le interesa a Carrillo cuando acomete historia. “Escribir me sirve para desconectar de la realidad”, dijo.

La periodista confesó llevarse mal con la mentira, que deja de pesar en la conciencia cuando se hace habitual. Es entonces, cuando una persona puede llevar una doble vida y entenderlas ambas como dos realidades igualmente válida. Esto es lo que le sucede a uno de los personajes y queda al descubierto cuando se decide a dar el paso de desvelar esa parte de él que pertenece a su vida secreta.

La escritora reivindicó el derecho de cada uno a su parcela de privacidad, a tener secretos. Se hecho, se mostró convencida de que todos tenemos algún secreto, algo que no queremos que nadie más sepa, pero también aseguró que muchas veces no se comparten por miedo a ser juzgados o rechazados. Por ello, muchas veces es más sencillo desvelar nuestros secretos a un desconocido, como le sucede a Gala con Chris, un australiano a quien conocerá en su viaje de Barcelona a Madrid.

“El ser humano es un ser social y lo que buscamos es la aceptación de los demás. Necesitamos ser amados y amar”, aseguró. Y para conseguirlo, nos creamos una vida pública, que es la que mostramos. Esta faceta pública ha adquirido ahora con las redes sociales una enorme dimensión, aunque la periodista advirtió de que esta sobreexposición puede crear una ilusión de felicidad falsa que incrementa la frustración de quien está al otro lado de la pantalla.

También defendió los silencios, tan necesarios a veces, y que en la novela juegan un papel tan importante como los sentimientos expresados. “Yo le doy mucha importancia a las palabras, creo que hay que respetarlas y ser muy cuidadosos con ellas, Sin embargo, la omisión es tan importante como la palabra. Contar hasta diez puede ser una lección de vida”, dijo.

Tampoco hay que tener miedo a los errores, que forman parte del bagaje de la vida. “La vida es tropezar y levantarse. No conozco a nadie que no se haya equivocado nunca”, afirmó. Ni a volver sobre nuestros propios pasos para recuperar algo que hemos perdido. La soberbia no es buena compañera.

“Esta crisis nos va a dejar tocados a todos”

Mónica Carrillo trata en ”La vida desnuda” uno de los miedos más profundos: el de la pérdida irreparable, la de un ser querido. Gala, que recuerda la muerte de su abuelo, de la que se culpa desde niña, se enfrenta ahora a la de su abuela, enferma terminal en un hospital. Con esta pérdida dice adiós a la infancia, ligada a los abuelos, se despide de la inocencia, y comienza una nueva etapa en la que ella misma ha subido un peldaño en la evolución de la vida. Pero la muerte de la última abuela que le quedaba no es la única pérdida a la que se enfrenta. Gala acaba de romper su relación con Hernán, a quien sigue amando, una ruptura que hace que se entregue a la tristeza, una emoción por la que todos pasamos en determinados momentos. “Nadie está triste por gusto, pero sí que puede acostumbrarse a eso sin darse cuenta. El dolor no se puede evitar en un momento dado, pero alargar el sufrimiento sí”, añadió. La salida de la novela ha estado marcada por la pandemia, que retrasó su salida de imprenta y que ahora imposibilita el contacto directo con el lector, algo que Carrillo echa de menos. “Para mí, sería una satisfacción saber que esta novela ha servido para aliviar, para acompañar al lector en estos tiempos tan difíciles”, dijo la novelista, que añadió: “Aún no los sabemos porque estamos en el proceso, pero esto nos va a dejar tocados a todos e iremos evolucionando”.

Guada Guerra, durante la charla-coloquio de ayer del Club FARO. Marta G. Brea