El primer ministro británico, Boris Johnson, confirmó ayer que el Reino Unido impondrá una cuarentena de diez días en hoteles a los viajeros procedentes de los países suramericanos, Portugal y Suráfrica por las nuevas variantes del coronavirus, y declaró “ilegal” abandonar el país por motivos de “ocio”.

El líder conservador explicó que a fin de disminuir el riesgo que plantea la pandemia, cualquier persona a la que no se pueda negar la entrada en el país –como los nacionales británicos– será aislada “sin excepción” en alojamientos proporcionados por el Gobierno durante 10 días a su llegada.

Como parte de una medida que contemplaba desde hacía unos días el Ejecutivo para contener la propagación de las nuevas variantes del virus, las autoridades británicas dispondrán de personal que irá al aeropuerto a recoger a esos ciudadanos para transferirlos a los lugares de aislamiento.

Los vuelos directos con los países sudamericanos, así como con Portugal y Suráfrica, ya están prohibidos desde mediados de enero, pero los viajeros británicos todavía pueden regresar a su país a través de rutas indirectas.

Boris Johnson también anunció que los colegios no abrirán hasta después del próximo 8 de marzo, después de que los grupos más vulnerables desarrollen inmunidad tras la primera dosis de la vacuna.

Los colegios de Reino Unido están clausurados a la mayoría de los alumnos, a excepción de los hijos de trabajadores esenciales y niños vulnerables.