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La tercera ola se impulsa con los jóvenes: su contagio es un 70% mayor que entre los jubilados

Un grupo de jóvenes paseando por la calle Príncipe de Vigo Alba Villar

¿Quién impulsa el brío con que ha arrancado la tercera ola en Galicia y que ha permitido ya batir récord de infectados en la comunidad? Los jóvenes entre 15 y 29 años, especialmente los veinteañeros. Son ellos los que más se contagian en la comunidad, y en consecuencia los que más contribuyen a su difusión. La infección entre jóvenes es hasta un 66% más que entre los mayores de 65 años. ¿Por qué? “No es un problema de información. Conocen los riegos, pero sus ganas de vivir, de relacionarse con otros es superior a su prudencia”, explica a este diario Raquel Zubizarreta, subdirectora xeral de Saúde Pública del Sergas.

Los ingresados en los hospitales son 595, casi el doble que en Nochebuena

Zubizarreta además no es muy optimista con “un cambio de comportamiento y actitud” por parte de este colectivo, sobre todo cuando llevan diez meses con una vida social muy limitada y restringida, eso sí, como todo el mundo. “La solución no es fácil. También pasa con el abuso del alcohol, las drogas, del sexo sin medidas de protección... ellos conocen el peligro, pero alguno ...”, justifica.

En los últimos 28 días, según datos del Sergas, se han infectado 618 adolescentes por cada cien mil adolescentes entre 15 y 19 años, un 20 por ciento más que la media gallega (514,95). Mayor es la brecha entre los jóvenes de 20 y 29 años: 674,99 por cada cien mil, un 31% más que la media autonómica. En cifras son 2.243 jóvenes: 671 adolescentes de instituto y 1.572 universitarios o jóvenes en paro o trabajadores. Desde la Xunta, remarcan que las infecciones se producen en sus interacciones sociales, cuando se relajan, y sintiéndose falsamente a salvo, se quitan la mascarilla y no respetan las distancias de seguridad. En los colegios y universidades, los brotes son mínimos.

“Tienen una percepción menor del riesgo. Conocen a amigos que lo han pasado sin síntomas o con síntomas leves y asumen el riesgo”, razona la subdirectora xeral de Saúde Pública. Las estadísticas así lo avalan. Desde el inicio de la pandemia en Galicia: los muertos menores de 29 años suponen el 0,1%, mientras que los mayores de 60 años representan el 97%.

Tampoco son los que más ingresan en los hospitales. Los ingresos por COVID-19 en Vigo entre el 14 de diciembre y el 14 de enero así lo rebelan. 157 personas necesitaron hospitalización, solo seis tenían menos de treinta años, siendo uno un bebé, una niña de 5 años, un niño de 12 y tres mujeres de 23,24 y 27. En cambio, el 76% tenía más de 60 años.

De lo que no se dan cuenta es que muchos de ellos son portadores del virus y pueden pasar la enfermedad sin saberlo, siendo asintomáticos, y al tiempo contagiando a más gente. Hay estudios que revelan que los asintomáticos no detectados podrían disparar entre un 20 y un 80% los casos oficiales.

El cambio de perfil del infectado mudó en junio de 2020. En la primera ola el contagio era mayor entre los mayores de 80 (751 por cada cien mil), frente a los adolescentes (una tasa de 84,74) y los veinteañeros (216,41).

La resaca navideña: el 70% de los contagios tiene origen en reuniones en el hogar

Galicia lleva tres días con más de mil contagios nuevos cada 24 horas. ¿Cómo es posible? Es la resaca de las fiestas navideñas y ésta se prolongará y sus efectos de lo que hicimos mal durante las fiestas aún se notarán durante dos semanas. Siete de cada diez contagios en el actualidad tienen origen en las reuniones familiares y con amigos durante las vacaciones, aseguran desde la Xunta. “Cuando surge un positivo, éste destapa otros diez o doce y son fruto de reuniones con familiares no convivientes y con amigos durante las fiestas”, lamenta

La recomendación de la Xunta era hacer un sacrificio y reunirse solo con los convivientes y en caso de encontrarse con otros familiares limitarse a solo dos unidades familiares y no más de 6 personas adultas. Muchos no cumplieron y el resultado es que Galicia registraba el mayor número de casos activos de toda la pandemia. Zubizarreta justifica las restricciones a la hostelería porque sino los contagios a día de hoy serían muchos más.

Alberto Estévez, ayer por la tarde, en el paseo de la playa viguesa de Samil. José Lores

Alberto Estévez, 25 años: “Yo no tuve síntomas, pero mi madre lo pasó fatal”

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Aunque es cierto que los ancianos son, con diferencia, el colectivo más vulnerable ante el COVID-19, el SARS-CoV-2 no perdona a nadie. Alberto Estévez Fernández tiene 25 años y es un joven deportista. Aun así, se contagió durante la primera ola, a finales del mes de marzo. La pandemia le sorprendió en París, donde estaba haciendo un máster en Finanzas. “Cuando cerraron la universidad, a finales de marzo, nos recomendaron que volviéramos y así lo hice”, recuerda este vigués, graduado en Telecomunicaciones por la Universidad de Vigo.

Cuando llegó, su madre, de 54 años, presentaba malestar general, fiebre y tos seca. Poco después era ingresada en el hospital con una neumonía bilateral. La causa: COVID-19. Su hermana, de 17 años, y él también dieron positivo en coronavirus. “Yo fui totalmente asintomático, pero mi hermana sí tuvo tos y fiebre, aunque quien peor estuvo fue mi madre. Lo pasó muy mal. Aunque no llegó a estar en la UCI, estuvo tres semanas ingresada y lo pasamos muy mal porque entonces no se sabía nada del virus ni de los tratamientos”, explica.

“Por unos pocos que hacen las cosas mal, pagando todos los demás”

Alberto Estévez - 25 años

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Alberto cree que el hecho de ser un joven deportista y llevar una buena alimentación pudo haberle ayudado a enfrentarse al virus. Aun así, reconoce que había temor. Ya no solo entre los propios enfermos por la posible evolución de la patología, sino entre la población en general. “Decías que habías tenido el COVID y la gente te evitaba. Hoy pasa lo contrario: haberla pasado parece una garantía de seguridad”, comenta.

La otra cara de esta moneda son los gestos e incluso las recriminaciones, asegura, que recibe cuando sale a correr sin mascarilla, excepción permitida cuando se practica deporte. “He llegado a oír hasta insultos”, dice.

Para Alberto, se está criminalizando a la gente joven en general en esta pandemia por culpa de una minoría. “Es cierto que ha habido macrofiestas, pero yo la mayoría de la gente que conozco está haciendo las cosas correctamente. Creo que por unos pocos que hacen las cosas mal, pagamos todos los demás. Creo que la forma de reducir las posibilidades de que se propague el virus es, además de usar la mascarilla, procurar juntarse siempre con la misma gente, no estar con demasiadas personas a la vez y permanecer en espacios abiertos y no en pisos. Todas las medidas que se han adoptado a quienes más afectan es a la gente de entre 15 y 30 años, que es la que más se relaciona”, afirma.

La farmacéutica ourensana Amalia Carrera. FdV

“Mi mayor miedo era empeorar y no poder cuidar de mi hija”, afirma Amelia Carrera (32)

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Amalia Carrera Diéguez tiene 32 años y el pasado mes de octubre se contagió de coronavirus, al igual que su marido y su pequeña, de 22 meses. Les hicieron la PCR después de que una de las empleadas de la casa nido donde va la niña les llamase para comunicarles que tenía COVID-19. En esa primera prueba, su marido y la pequeña dieron positiva. Ella, catorce días después.

Los tres lo pasaron con síntomas leves. “Nuestro mayor temor era que empeorásemos y que no pudiéramos estar ahí y cuidar de ella”, afirma esta farmacéutica de Castrelo do Val (Ourense).

“No hay edad para esta enfermedad. No se sabe a quién le va a tocar”

Amalia Carrera - 32 años

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Amalia se siente afortunada porque, a pesar de haberse contagiado, ninguno de los tres ha tenido síntomas graves. “Otras muchas personas que lo han pasado realmente mal”, afirma Amalia, que reconoce que varios meses después sigue teniendo pérdida de olfato y de gusto, uno de los síntomas que tuvo.

Esta farmacéutica de Ourense pide responsabilidad y advierte de que nadie está libre de infectarse ni de desarrollar un cuadro grave de COVID-19. “No hay edad para ese virus. No se sabe a quién le puede tocar. Por eso hay que actuar con todas las precauciones. Tampoco hay que ser egoístas. Tenemos que pensar en todos y creo que ahora mismo, la gente no está siendo muy consciente porque aquí en Galicia aún no estamos teniendo muchos casos de muerte y la enfermedad no da miedo”, opina.

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