“¿Este año van a venir los Reyes Magos?”, “¿por qué no puedo ver a los abuelos?” o “voy a echar mucho de menos a los primos”. Estas son algunas de las cuestiones que ya plantean muchos niños a sus padres ante unas Navidades marcadas por el COVID en el horizonte. Los psicólogos aconsejan afrontar el tema con naturalidad, nunca ignorarlo ni minimizarlo, explicar los cambios acorde a la edad de cada niño y motivarles para que den ideas sobre qué actividades hacer en estas fiestas diferentes. Todo sin olvidar que si el adulto vive esta situación con estrés, lo transmitirá a los pequeños.

Ni tardes de juegos con todos los primos, ni Cabalgata de Reyes, ni sentarse en el colo de Papá Noel e incluso en algunos casos ni cenar con los abuelos ni poder ir a ver las luces a la ciudad más cercana. Más allá del número exacto de comensales en la mesa o de si los allegados se computan o no, las Navidades marcadas por el COVID tiran por tierra muchas costumbres y hábitos que convertían estas fechas en las preferidas de los pequeños de la casa. Si los adultos viven todos estos cambios con incertidumbre y pena, la situación se agudiza en los niños que por muy pequeños que sean no son ajenos a los cambios. Psicólogos gallegos aconsejan explicarles la nueva situación adaptándose a la edad de cada niño, pero si ignorar ni minimizar lo que ocurre o lo que sienten. Además, aconsejan involucrar a los pequeños para que aporten sus granitos de arena en cómo organizar estas Navidades diferentes. “Es un error hacer como que no sucede nada o minimizar cualquier miedo o temor que puedan tener porque lo único que conseguimos es que tengan más y que pierdan la confianza. Hay que explicarles incluso antes de que pregunten que estas fiestas serán diferentes con un lenguaje apropiado a cada edad”, señala la psicóloga y terapeuta familiar María Chavert, miembro del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia.

Para esta experta, especializada en la atención a menores, los niños “han sido los grandes olvidados de la pandemia” ya que apenas se pensó en ellos durante el confinamiento, se les cerraron parques y ahora se les priva de muchas actividades claves de las Navidades. “Se habla mucho de la capacidad de adaptación de los niños y es así, pero porque no tienen otra alternativa, ellos se regulan por los adultos, es decir, cómo afronte los cambios y la situación un niño dependerá mucho de cómo lo hagan sus padres”, indica Chavert, quien deja claro que los pequeños son como esponjas y que por mucho que los adultos intenten disimular, si viven la pandemia con un temor y un estrés excesivo, este será el mensaje que se transmita a los niños. “Tendemos a pensar que los más pequeños, de 3 o 4 años, son ajenos al sufrimiento y los cambios, pero no es así y por eso es muy importante cómo reaccionan los adultos”, sostiene y aboga por un equilibrio, “ni ignorar o minimizar el virus, pero tampoco vernos desbordados por ello”.

  • No ignorar ni minimizar el tema

    Si el niño expresa sus dudas o temores es un error hacer como que no ocurre nada o restarle importancia. Esto solo genera más miedo y una pérdida de confianza.

  • Anticiparse a las preguntas

    Aunque se trate de un niño de 3 o 4 años, es consciente de los cambios. Conviene adelantarse a que pregunte y explicarle, con lenguaje adaptado a cada edad, lo que ocurre.

  • Hacerlos partícipes

    Una vez que se explican los cambios de estas fiestas conviene hacerles partícipes para que den ideas sobre qué cosas alternativas se pueden hacer.

  • Ser su espejo

    Los niños afrontarán esta situación como lo hagan sus padres. Si ellos sufren estrés y angustia se la transmitirán a los pequeños

Los psicólogos aconsejan responder a todas las dudas que tengan los niños con naturalidad e incluso adelantarse a sus posibles cuestiones. “Si no preguntan hay que anticiparse y explicarles lo que se van a encontrar estas Navidades porque los niños están muy expuestos a las noticias, a comentarios en el colegio... y no podemos hacer como si nada porque esto lo único que genera es más miedo y tampoco minimizarlo. Si por ejemplo el niño nos dice que va a echar de menos a sus primos no sirve de nada decirle ‘no pasa nada, no es para tanto’ porque parece que estamos invalidando sus sentimientos. Y si pregunta ‘qué va a ocurrir en Navidad’ nunca podemos no contestar porque esto equivale a mentirles y pueden perder la confianza en nosotros”, sostiene la especialista.

Explicarles que debido al virus ciertos familiares no podrán venir a casa, pero se podrán comunicar por videollamada, que los Reyes Magos van a llegar igual, pero les afectan como a todos las restricciones y por eso “para velar por la salud de todos” no harán el recorrido por las ciudades o hacer de las medidas de seguridad que hay que seguir en la cena de Nochebuena un juego son algunas de las claves que dan los psicólogos para que los niños afronten mejor los cambios.

“Es muy importante que cuando se les explique lo que sucede darles alternativas y sobre todo hacerles partícipes para que ellos también den ideas de cómo hacer que estas Navidades diferentes sean divertidas”

“Es muy importante que cuando se les explique lo que sucede darles alternativas y sobre todo hacerles partícipes para que ellos también den ideas de cómo hacer que estas Navidades diferentes sean divertidas”, indica Chavert, quien pone como ejemplo el “hacer videollamadas a los familiares para jugar a algo, aunque sea a distancia o aprovechar que este año no se van a ver para recuperar la tradición de enviar postales a algunos familiares”. “Pero es muy importante hacerles partícipes, preguntarles ‘¿qué se os ocurre?’”, añade.

Adelantar la decoración navideña en el hogar y dar más importancia a pequeños rituales “como colocar el árbol y el Belén o el calendario de adviento” ayudarán, según los psicólogos, “a mantener la ilusión en Navidad de los más pequeños”, a quienes, aseguran, se les pueden inculcar las nuevas restricciones como algo divertido. “El juego es el lenguaje natural de los niños y se pueden convertir las normas en juego. Por ejemplo, para mantener la distancia en la mesa se pueden usar cubiertos o zonas de colores y cada niño no puede salir de la suya, como en el Twistter”, obtiene María Chavert, quien cree que con “humor y diversión se logra que no lo vivan con ansiedad”.

Los psicólogos también demandan tirar de lo aprendido durante el confinamiento. “Tenemos a niños en consulta que nos reconocen que echan de menos el confinamiento o que llevaron bien la pandemia hasta que se acabó el encierro y es porque ahí sus padres tenían mucho más tiempo para estar con ellos”, indica Chavert, quien por eso cree que “uno de los mejores regalos que les podemos dar estas Navidades es pasar más tiempo juntos, con ellos”.

Los psicólogos lo tienen claro. Estas atípicas Navidades se pueden vivir sin perder nada de ilusión si se involucra a los más pequeños para que pongan su sello a unas fiestas diferentes y se es consciente de que son como esponjas. Como lo lleven los padres, lo llevarán ellos.

Cuando se ha perdido a alguien por el COVID


Tras nueve meses de pandemia, la incertidumbre o los miedos que genera el virus y la nueva normalidad también se cuela en las consultas de psicología infantil. La especialista María Chavert, miembro del Colexio de Psicoloxía de Galicia, reconoce que, en su caso, la mayoría de menores atendidos “no se quejan de cuestiones del virus exactamente, salvo el temor a hacerse una PCR, por ejemplo”, sino de lo que conlleva vivir en pandemia. “Se quejan por ejemplo de que ya no pueden ver a tal compañero en el patio o que tienen un grupo burbuja y justo no están allí los niños con los que mejor se llevan”, sostiene esta psicóloga que reconoce que algunos “nos dicen que echan de menos el confinamiento porque pasaban más tiempo con sus padres”. De cara a las Navidades, Chavert resalta también la difícil situación en la que las van a pasar miles de familias que han perdido a alguien por el coronavirus. “Hay que permitir a los niños que puedan expresarse sobre el tema y que participen en ciertos rituales de despedida u homenaje a quien no está. No puede ser que la muerte del abuelo, por ejemplo, sea un tema tabú”, indica Chavert, quien de nuevo incide en el papel de los adultos. “Es bueno llorar, pero no que nos vean desbordados por la situación”, indica.