Sonia Jalda, en nombre de los trabajadores de residencias de mayores de Galicia, denunció ayer una multitud de carencias de medios, pero, sobre todo, de personal, que derivan en una atención “pésima” a los usuarios, que son tratados como “pavos de engorde”.

Jalda, miembro del colectivo Trega (trabajadores de residencias de Galicia), compareció en la comisión de reactivación por la crisis de la COVID-19 del Parlamento de Galicia. También lo hizo Paulino Campos, presidente de la Federación Gallega de Asociaciones de Familiares y Usuarios de Residencias y de Dependencia (REDE). Ambos criticaron el sistema de inspecciones, que siempre acaban “en el saco del olvido”, y el segundo habló de “connivencia” con la administración autonómica, que solo atiende a la versión de la empresa.

Jalda señaló que las deficiencias narradas, generalizadas, según dice, en las residencias de Galicia, son más patentes en las privadas que en las públicas, sobre todo en las de mayor tamaño, las que atienden a más de 150 mayores, controladas por “fondos buitre” y cuya prioridad es obtener la mayor rentabilidad posible. No son pavos de engorde (...) Los mayores no son un coche al que llevamos todos los días, llenamos el depósito y dejamos aparcados”, dijo Sonia Jalda con la voz entrecortada.

"Los mayores no son un coche al que llevamos todos los días, llenamos el depósito y dejamos aparcados"

Sonia Jalda - En nombre de los trabajadores de residencias de mayores de Galicia

Sucede que a los mayores los levantan a las seis de la mañana para asearlos, vestirlos y cambiarles el pañal antes de bajarlos al comedor, que no abre hasta las nueve, por lo que permanecen sentados en sillas de ruedas, según relató la representante de Trega. Tras desayunar, ha proseguido, son “aparcados” en una silla hasta la hora del almuerzo, tras el cual vuelven al salón para “dormitar”.

Jalda exigió que las inspecciones sean “eficientes”, porque “la respuesta” de la Xunta, criticó Jalda, es siempre la misma: que se cumple la normativa “a rajatabla”.

Desde la perspectiva de los familiares de los usuarios de las residencias, Paulino Campos añadió al relato de Sonia Jalda la privación a los mayores incluso de “la terapia de la palabra”, amén de múltiples caídas, higiene deficiente, llamadores que no funcionan o falta de cobertura de personal de enfermería por las noches.

Sonia Jalda, a la derecha de la imagen. Lavandeira Jr.

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Campos se preguntó por qué un tercio de los usuarios de residencias en Galicia fallecidos por la pandemia no fueron derivados a un hospital o a un centro integrado.

El presidente de REDE hizo hincapié en que en aquellos meses hubo “órdenes” por escrito de no derivar a los hospitales a grandes dependientes y avanzó una batería de querellas, aparte de la que tramita un juzgado de Cangas y otra que ha sido admitida en A Coruña.