La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología aseguró ayer que no puede adoptar una postura oficial sobre la seguridad de las vacunas frente al COVID-19 en las personas mayores porque “no existe suficiente evidencia científica”, “ni ningún estudio en fase III publicado”.

En una nota de prensa, esta sociedad ha explicado que los estudios publicados son en fases I y II y han demostrado que las vacunas que se experimentan son seguras y condicionan el desarrollo de inmunidad humoral y celular, “pero las pruebas se han hecho incluyendo a adultos jóvenes y sanos”.

La Sociedad Española de Geriatría, que ha realizado varias publicaciones sobre recomendaciones de vacunación en mayores, ha recordado que los mayores tienen una serie de particularidades en cuanto a su estado de salud general y pueden presentar un sistema inmunitario deprimido por lo que se contagian más fácilmente. Sin embargo, este colectivo es el menos representado en los ensayos clínicos.

En estos ensayos, según la Sociedad de Geriatría, hay un evidente sesgo de selección que roza la discriminación por edad, al incluir pocas personas mayores de 75 años y muy pocos octogenarios y nonagenarios con varias patologías crónicas, situaciones de fragilidad, dependencia funcional o demencia.

Por ello, la sociedad ha dicho que esperará a conocer los estudios en fase III que se publiquen y los subanálisis específicos en mayores de 75 para tomar una posición sobre la efectividad y seguridad de estas vacunas contra la covid en mayores.

La SEGG señala que todavía es necesario estudiar, analizar y comprobar la evidencia científica que se vaya generando de cada una de las vacunas contra el Covid-19 en personas mayores.

En un encuentro virtual la pasada semana, organizado por la Sociedad de Geriatría, ya se advertía de que los estudios clínicos de las futuras vacunas contienen poca población mayor de 80 años, que es el grupo de población con mayor letalidad del coronavirus, según expone el doctor José Gutiérrez Rodríguez, del Hospital Monte Naranco. . Además, señalaba que también hay una muestra poco representativa de los pacientes inmunodepremidos, que se suelen excluir de los estudios clínicos.

Otro aspecto que preocupa a los expertos es que “con la premura del tiempo, desconoceremos si las vacunas serán verdaderamente eficaces, si ese periodo de inmunidad se prolongará más allá de los 6 meses o no”.

Además, el doctor Gutiérrez invita a plantearse cuestiones éticas. Se plantea en estos momentos que las poblaciones diana sean mayores, y enfermos pluripatológicos; pero, ¿estarán verdaderamente representados estos colectivos en los ensayos clínicos? Y respecto al personal sanitario, “Es obvio que no van a estar representados en los colectivos, pero, ¿será ético vacunarles buscando disminuir el riesgo de transmisión a sus pacientes?”, se pregunta el doctor Gutierréz.