José Ángel Gómez Iglesias, Defreds (Vigo, 1984) es todo un fenómeno editorial, Con más de 500.000 ejemplares vendidos de sus libros –nueve hasta la fecha–, firmas de libros de hasta siete horas y sus frases en pasos de cebra de Madrid, escaparates –en Vigo se puede leer alguna– y tatuadas en la piel, Defreds presenta ahora “Ya no quedan ciudades” (Espasa de Poesía), en el que reúne sus vivencias y pensamientos condensados en pequeñas pildoritas que cada día se ganan más seguidores en las redes –principalmente, Instagram y Facebook–. Poco metódico, escribe. asegura, porque le divierte y le hace sentirse bien, aunque no se considera un poeta ni está especialmente interesado en este género, reconoce.

–Hablemos de ciudades. ¿Qué suponen para usted?

–Son espacios muy especiales porque cada una tiene sus calles, sus rincones, sus costumbres, su gente... En este libro he titulado cada capítulo con una ciudad que para mí ha sido importante por alguna razón como un homenaje a todas las ciudades. Y a partir de ahí, he plasmado relatos de amor, de desamor, de vida, de amistad...

–De las que aparecen en el libro: Londres, Marraquech, Oporto, Estocolmo, París, Budapest y Combarro. ¿Con cuál se queda?

–Yo soy muy de Vigo, aunque no aparezca en el libro porque ya tiene el suyo propio, y no podría vivir en otro sitio. Pero también le tengo mucho cariño a Oporto. Siempre me ha parecido una ciudad con muchísimos rincones para recorrer sin callejero ni Google Maps.

–Plasma en el papel sus pensamientos desde que era pequeño. ¿Escribir es una necesidad?

–No sé si es una necesidad, pero sí que es algo que me relaja. Cuando me pasan cosas más que soltar lo que siento, me apetece escribirlo. Lo que yo escribo puede que no tenga mucha calidad, pero sí tiene muchísima realidad. Esto es algo que muchas veces es más importante y que se pasa por alto. Y luego, que la gente que lo lea se sienta como me sentí yo en su momento me parece súper bonito y es la razón por la que realmente sigo sacando libros. Para mí que la gente me lea y compre mis libros es un disfrute diario.

–¿En esta dosis de realidad está la clave de su éxito?

–Yo creo que sí porque todo esto comenzó de casualidad. No porque un día me levantara y dijera: ‘Voy a compartir mis cosas’ a ver si me lee mucha gente o saco un libro. Yo empecé por hobby y como solo me seguían 40 personas en Twitter me dije: ‘Las voy a compartir aquí porque, total, no me lee nadie”. Mi primer libro no salió porque tuviera muchos seguidores. Fue al revés, los seguidores comenzaron a venir a raíz del libro y el boca a boca. Cuando salió, lo primero que hice fue ir a la librería a comprarme uno. Me hizo mucha ilusión, aunque jamás pensé que fuera a leerlo nadie.

–Comenzó en Twitter, pero ahora prefiere Instagram y Facebook. ¿Por qué?

–Twitter solo la empleo para promocionar actos. Era una red muy divertida, pero ahora se ha llenado de odio.

–No le gusta definirse como poeta ¿por qué?

–Porque creo que la poesía es algo mucho mejor y más importante, y llamar poesía a lo que yo hago es generar un debate innecesario. Yo no escribo poesía y tampoco me llama demasiado la atención. La respecto, pero posiblemente no vaya a comprarme un libro de poesía; prefiero la novela.

–La editorial le promociona como “el escritor que inspira a una generación”. ¿Cómo se queda con una presentación así?

–Creo que exageran un poco, pero sí es cierto que muchísima gente que lee mis libros me ha dicho que a raíz de estos se animaron a escribir, a compartirlo y a intentar publicar un libro, aunque yo creo que este no tiene que ser el objetivo. El objetivo es pasárselo bien. Al menos, para mí.