El mundo parece haberse instalado en una polarización ideológica que no solo determina posturas irreconciliables sobre cuestiones clásicas como la inmigración, la eutanasia, el aborto o la política fiscal, sino que afecta también a temas que hasta no hace mucho se habían mantenido al margen de la divergencia, como los sanitarios y científicos. Ahora, los salpica con falsas dicotomías como salud o economía, gotas o aerosoles, toque de queda o libertad de movilidad, mascarilla obligatoria u optativa, sintomáticos o asintomáticos, vacunas sí o no, trabajadores esenciales o no esenciales.

La polarización en cuestiones científicas no es algo nuevo. Los negacionistas del cambio climático son un claro ejemplo. Ahora, estas mismas retóricas anticientíficas cuestionan la existencia de la crisis sanitaria y alimentan las manifestaciones, más o menos violentas, que se suceden en medio mundo contra las medidas restrictivas adoptadas por los distintos gobiernos para contener la expansión del virus. En esta pandemia, hasta las frías estadísticas encuentran interpretaciones contrapuestas, según la afinidad ideológica de cada cual y se defienden o se atacan medicamentos con auténtica vehemencia, tengan o no evidencia científica.

“La ciencia tiene una normas muy claras que intentan eliminar los sesgos. Hay que demostrar lo que se afirma y vales tanto como tus pruebas. Otra cosa muy distinta es cómo se están utilizando esos estudios por parte de los políticos o de ciertos medios de comunicación”, afirma el biólogo lucense Vicente Prieto, presidente del Círculo Escéptico, una asociación dedicada a combatir las mentiras de las pseudociencias.

  • “La desinformación está afectando a la gestión de la pandemia”

    Vicente Prieto - Biólogo

La división social en posturas irreconciliables fue también uno de los principales factores que afectó a la respuesta contra el coronavirus en España, junto a la debilidad con la que se enfrentó en marzo el sistema de salud tras un decenio de recortes presupuestarios, según publicaba recientemente la revista científica “The Lancet”.

Para Prieto no hay duda de los efectos de la polarización en la gestión de la crisis sanitaria. “Solo hay que ver los vídeos de personas saltándose las medidas de seguridad. La desinformación está afectando a la gestión de la pandemia. Los bulos sobre las medidas preventivas están haciendo mucho daño. La utilidad de la mascarilla, la distancia social y el lavado de manos es incuestionable, y hay gente que dice que es un engaño”, manifiesta.

La urgencia que se les está imponiendo a los científicos para publicar sus trabajos también da oxígeno a las posturas anticientíficas y negacionistas. “Se les está exigiendo demasiada rapidez y se quieren respuestas rápidas. Por ejemplo, la carrera por ser el primero en publicar ha llevado a que se publiquen artículos sin revisar por expertos. Esto ha llevado a algunas rectificaciones que algunos están aprovechando para desprestigiar el trabajo de los científicos”, sostiene Prieto.

"La ciencia sigue trabajando, como siempre. La polarizada es la sociedad”

El biólogo pone como máximo exponente de polarización en la ciencia al presidente saliente de Estados Unidos: “Trump está atacando a uno de los mayores expertos del mundo, el doctor Fauci, porque no le dice lo que quiere oír. Sin embargo, la ciencia sigue trabajando, como siempre. La polarizada es la sociedad”.

  • “La polarización es el reflejo de la reducción de las opiniones a sus extremos”

    José Durán - Sociólogo

Según José Durán, profesor de Sociología de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Vigo (UVigo), la polarización está favorecida por los conflictos en torno a determinadas dimensiones sociales sobre las que no hay muchos elementos de consenso al no haber principios comunes que los sustenten. “Incluso la democracia, que parece un valor común, genera divergencias, porque algunos la entienden como simple cuestión de mayorías, y no de otros valores que incluso las trascienden, como los derechos humanos, el pluralismo, la libertad y por supuesto también la igualdad”, explica el sociólogo, que alerta del peligro de las posturas extremas.

“La polarización es tóxica porque no es reflejo de una pluralidad de opiniones, sino de lo contrario, de la reducción de las opiniones a sus extremos, socavando todo pluralismo, e impidiendo el desarrollo de una sociedad abierta y democrática”, asegura.

  • “El miedo al virus y la incertidumbre por la situación económica propician la polarización”

    Sara Torres - Socióloga

Sara Torres Outón, del departamento de Sociología, Ciencia Política y de la Administración y Filosofía de la Uvigo, asegura que sería lógico pensar que la polarización ha aumentado desde que comenzó la crisis sanitaria, ya que se dan elementos claves que la facilitan. “El miedo a la enfermedad, la incertidumbre económica y sanitaria, y la limitación de recursos (camas hospitalarias) son caldo de cultivo para la solidaridad y prestación de ayuda mutua, pero también para el enfrentamiento y el egoísmo. Es en situaciones límites o de escasez cuando más nos sorprende la naturaleza humana, a veces por una respuesta humanitaria en bloque, otras por todo lo contrario”, opina.

“Una sociedad más desigual da cabida a mayor polaridad”

La polarización está vinculada a factores políticos, factores políticos, económicos, sociales y culturales. “Una sociedad más desigual da cabida a mayor polaridad”, afirma esta socióloga, que añade que en los últimos veinte años estamos asistiendo en España a una mayor desigualdad relacionada con las crisis económicas, que han dificultado aún más el acceso al empleo y la protección por desempleo, una dicotomía, asegura, que se extiende y no se limita a los grupos tradicionales: izquierda-derecha, nacionalistas-no nacionalistas, rentas altas-rentas bajas. “El mercado de trabajo y la protección del desempleo llevan años provocando nuevas dicotomías: empleado-desempleado, empleado temporal-empleado fijo, incluso emerge un grupo nuevo reivindicando sus derechos, los pensionistas”, afirma.

Y ahora, la crisis sanitaria aviva esta divergencia con sus propias dicotomías: salud o economía, confinamiento o libertad de movimiento, trabajadores esenciales o no esenciales, sintomáticos o asintomáticos. Un mundo dividido entre “buenos” y “malos”, un mundo para el que las cosas son blancas o negras.

Las redes sobredimensionan la polarización

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Un estudio del sociólogo del CSIC Luis Miller confirma que la polarización ideológica y afectiva –vinculada a cuestiones identitarias y emocionales no siempre dependientes de una división ideológica– ha crecido en los últimos años en España. Sin embargo, durante la primera ola de la pandemia –periodo hasta el que llega su estudio–, la crisis sanitaria no creó división. “Desde este punto de vista, cabría preguntarse hasta qué punto esta crisis, en la medida en que ha despertado una cierta conciencia colectiva común, puede estar contribuyendo a mitigarla”, opina José Durán. Las posturas extremas encuentran en las redes sociales un altavoz que las sobrerrepresenta. “De los mensajes en las redes no puede inducirse una mayor polarización, porque en ellas participaría solo una parte de la población proclive a manifestarse de ese modo y no aquellos otros cuyo silencio probablemente haga pensar en posturas más moderadas”, afirma. Asimismo, Sara Torres recuerda que históricamente, la polarización política e ideológica llevó al poder a partidos no democráticos. “Es un hecho la llegada a parlamentos europeos de diferentes países de partidos de ultraderecha (Suecia, Hungría, Austria)”, afirma.