Un intérprete meticuloso y con personalidad propia, maestro de maestros y un defensor de la música tradicional gallega, y de la dignidad de la gaita y de la figura del gaitero. Así recordaron ayer Anxo Pintos, músico, cofundador de Berrogüetto y maestro de zanfona en la Etrad de Vigo, y Xoán López, miembro fundador del Colectivo Paseniño y del grupo Treixadura, al músico de Viascón en la charla-coloquio “Ricardo Portela. Alento, vida e expresividade da gaita” que estuvo presentada en el Club Faro por Óscar Ibáñez, músico e investigador, quien desgranó en su intervención la trayectoria vital y artística del músico, del que el 4 de noviembre se cumplió el primer centenario de su nacimiento.

Durante el acto, los dos músicos relataron algunos de los momentos que compartieron con Ricardo Portela (1920-1992), considerado uno de los mayores exponentes de la gaita gallega, a lo largo de una relación que traspasó la esfera de lo profesional.

“De él aprendimos la dignidad de ser músicos, la dignidad de representar parte del paisaje sonoro de un país, que es la música tradicional”, aseveró Anxo Pintos, que conoció a Portela cuando era alumno del taller de Instrumentos Musicais Populares Galegos de la entonces Universidad Popular y que formó parte del Grupo Didáctico de Instrumentos Musicais Populares Galegos que dirigía Antón Corral y de la Banda de Gaitas Xarabal, sin los cuales, reconoció, su vida hubiera sido otra, como hubiera sido diferente, añadió, el movimiento de la música tradicional en Vigo. Y en este contexto, el gaitero de Viascón jugó también un papel fundamental, ya que participó en la grabación del disco del Grupo Didáctico de Instrumentos Musicais Populares Galegos.

Del maestro destacó su tiempo, más lento que el habitual de los gaiteros y su manera de tocar. “La forma de interpretar de Portela directamente te invade y creo que cualquiera de los músicos que le vimos tocar podrá decir lo mismo”, recordó Pintos, quien también destacó su aspecto humano. “Tenía una humanidad muy especial. Era tremendamente magnético. Podía estar hablando una hora y todo el mundo escuchaba encantado y luego tenía esa solemnidad. Cualquier frase que él decía tenía peso. Era una persona culta, con muchas vivencias y que sabía estar en el mundo”, afirmó.

Asimismo, Portela conectó a esa nueva generación de músicos con el hacer de sus maestros. “Fue uno de los músicos que más nos marcó a pesar de que nosotros éramos los enfants terribles de la gaita en aquel momento porque llegaron las influencias de Irlanda y de Escocia a través de los cursos que venían a darnos y en los que también participó Portela, lo que fue todo un ejemplo de humildad por su parte”, recordó.

Xoán López, que mantuvo una relación de amistad hasta el fallecimiento de Portela, recordó el día que lo conoció. Para él, joven gaitero, Portela era un mito. “Su humanidad traspasaba su faceta artística. A los cinco minutos de estar hablando con él, su parte personal eclipsó la artística”, afirmó el miembro fundador del Colectivo Paseniño, que durante cuatro años fue el encargado de organizar las Xornadas de Gaita, cuya primera edición se celebró en mayo de 1984. Para esta empresa, también contó con el apoyo del maestro. “Portela siempre tenía palabras de aliento y animaba a la gente para que continuara”, afirmó.

El músico también se refirió a Eladio Argibay, una figura muy importante en la carrera del gaitero de Viascón. “Debería aparecer más cuando se habla de Portela porque tuvo un papel muy importante como su asesor. Siempre estaba pendiente de cómo y dónde tenían que hacerse las cosas e incluso de qué tenía que comer. Fue una persona muy importante para él”, recordó.

Ibáñez: “Por donde pasaba dejaba una huella profunda”

El músico e investigador Óscar Ibáñez reconoció que para él Ricardo Portela fue un guía. “Aunque no lo conocí en persona, fue esa estrella interpretativa en mi forma de tocar”, aseguró. Ricardo Portela, como recordó el presentador del acto, nació en Viascón, Cotobade, en el seno de una familia donde la música era una parte importante –su padre era gaitero y acordeonista– y de sus cuatro hermanos, tres son también músicos. Con Xesús tocaría durante años con el nombre e Irmans Portela. Muy vinculado al pueblo que lo vio nacer, Portela se mudó a vivir a Vigo con 12 años y en esta ciudad fue donde desarrolló su carrera musical. También fue uno de los miles de gallegos que en la década de los cincuenta decidió cruzar el Atlántico en busca de mejores oportunidades y, aunque solo estuvo cuatro años en Caracas (Venezuela), donde fundó la Escola de Gaita do Lar Galego de Caracas y era denominado “gaiteiro mayor de Galicia”, lo que constata el peso que tuvo el pontevedrés. “Por donde pasaba, dejaba una profunda huella”, afirmó Ibáñez, quien también destacó su carisma y su defensa de la dignidad de la gaita y del gaitero como músico, lo que contribuyó a la unión de los gaiteros gallegos, algo que desembocaría en la fundación, en los ochenta, de la Asociación de Gaiteros Galegos. “Sentía un profundo amor por nuestra música y por nuestra tierra y creía que había que dignificar la gaita y dar visibilidad al gaitero”, dijo. Recordó también algunos de los acontecimientos que determinaron su carrera musical, como que conociese las gaitas de Xosé Seivane, cuyo sonido le recordó a la de Represas que le robaron siendo joven y conocer a Xose Vicente Ferreirós. Ibáñez aseguró que Portela no solo fue un guía para los gaiteros gallegos. “No solo es un maestro y un referente para nosotros; también lo es para muchos músicos de otras latitudes. Gaiteros de todo el mundo hoy tocan su repertorio”, dijo. Entre los asistentes al acto estuvieron los gaiteros de Marmurios de Leucoiña, agrupación que difundió y divulgó la figura de Ricardo Portela y el “toque pechado” con los encuentros de gaiteros, la escuela de música tradicional y la iniciación de los memoriales a Ricardo Portela, que van por su XXI edición, actualmente organizados por la Asociación de Gaiteiros Galegos, y de la que el maestro de Viascón es presidente de honra.