La noche del viernes 13 de noviembre del 2015, cuando pistoleros yihadistas mataron a 130 personas en la sala Bataclan y otros puntos de París, el general sevillano de la Guardia Civil Manuel Navarrete visitaba Irlanda con su esposa. A la mañana siguiente, el entonces jefe antiterrorista de Europol, ya en su base de La Haya (Holanda), activó una célula de inteligencia policial. Su nombre: Fraternité. Quien bautizó el dispositivo dirige hoy el Citco (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado), que reúne datos de Policía, Guardia Civil, Mossos, Ertzaintza y CNI.

–París estaba en shock. ¿Cómo funcionó Fraternité?

–Fraternité era un equipo conjunto de trabajo que destacó 25 especialistas en Francia y Bélgica junto a los investigadores. El reto que tenía delante era un ataque en múltiples escenarios, muy sofisticado, con mucha información, con continuidad en el tiempo y con víctimas y suicidas en el mismo escenario. Vimos conexión con Bélgica y con la criminalidad ordinaria, del tráfico de drogas y de documentos... Agregamos a especialistas en inteligencia financiera, en tráfico de armas y en redes sociales, porque buscábamos geolocalizaciones de los terroristas.

–¿Se esperaban tal ataque?

–Veníamos detectando actuaciones preocupantes. En Bélgica se habían hecho detenciones, alguna en la que hubo un tiroteo y en la que murieron terroristas en un piso... Veíamos que incrementaban las capacidades del Daesh en Europa, pero no teníamos la conexión completa que nos hiciera pensar que pudieran llegar a concebir, preparar y ejecutar con esa precisión y sofisticación ataques masivos, en escenarios múltiples y con suicidios.

–Dos asesinos habían combatido para Estado Islámico en Yemen y Siria. ¿Los yihadistas retornados son la gran amenaza?

–Los retornados –de España salieron unos 200– son una preocupación permanente para las fuerzas de seguridad de la UE. De los que se fueron y sobrevivieron a la yihad han vuelto a Europa un 30% en diferentes oleadas; otros están en manos de autoridades kurdas o iraquíes. Además del potencial peligro que tienen estas personas, entrenadas en Siria e Irak, en el Citco también nos preocupa su potencial creación de radicalización, de manipular e incitar a acciones violentas a personas de su entorno. Ahora es muy importante luchar contra su propaganda.

–¿Y cómo se lucha?

–En 2019 y 2020, más de un 60% de las detenciones son por propaganda, incitación o humillación de las víctimas. Y se trabaja con Facebook, Twitter, Telegram... para que eliminen esa propaganda. En Telegram, una operación de la Guardia Civil y la policía belga ha conseguido limitar al mínimo la propaganda del Daesh. Se ha mudado a otros sitios; ahora se han atomizado en Snapchat, en TikTok...

–El asesino del profesor Paty tenía colaboradores, y contactos en Rusia. Algunos lobos no son tan solitarios... Sí lo era el que planeaba matar en Barcelona con un cuchillo, pero tenía problemas mentales...

–Hay un índice importante de problemas mentales en muchos de los llamados “lobos solitarios”. Hablamos del lobo solitario porque veníamos de un terrorismo tradicional más estructurado, jerarquizado y visible, como el de Al Qaeda. Pero Daesh es el terrorismo del milenio, el terrorismo de la propaganda, la incitación... el terrorismo total, por su carencia de límites. Su incitación lleva a personas a convertirse en terroristas de un solo uso, que actúan una sola vez. Y la mayoría de detenciones son de una sola persona, y no de grupos como el que atacó Bataclan o el que sufrimos en Barcelona. Pero yo no hablaría de lobo solitario, una expresión con connotaciones románticas; prefiero “terroristas solitarios”.

–El degollamiento de un maestro atemoriza a un sector específico. ¿Está variando el objetivo del terrorismo yihadista?

–Este terrorismo puede utilizar fórmulas sofisticadas, como la concentración de efectivos con preparación militar, pero también siempre ha considerado que cualquier atentado suma a la hora de crear inseguridad. Lo que intenta es que incluso en un restaurante nos sintamos inseguros, que creamos que uno, con un cuchillo que le ha puesto el camarero, puede apuñalarnos. Es multiforme: medios sofisticados y medios simples.

–Houli Chemlal, superviviente de la célula de Ripoll, dice que está arrepentido. Poco creíble. ¿Por qué fracasa la desradicalización de yihadistas en prisión?

–España es pionera en mecanismos para detectar la radicalización en las cárceles, y eso está siendo efectivo, quizá no al 100%, pero da frutos.

–¿Cómo percibe el yihadismo la pandemia?

–Intenta poner en evidencia que los sistemas occidentales no funcionan. Lo llaman “el virus de Alá”, como si fuera un castigo para los judíos y los no musulmanes. Intentan hacer un uso propagandístico de la pandemia. Otros terrorismos incitan al contagio, a toser a los judíos, por ejemplo, o a crear sentimientos antimusulmanes o antichinos culpándoles de la situación. El Daesh no ha ordenado cambiar tácticas en la pandemia: cree que si los estados están débiles, un ataque terrorista los hará más débiles aún.