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José Manuel Cerqueiro | Miembro de la Sociedade Galega de Medicina Interna (SOGAMI)

“El paciente de insuficiencia cardiaca es una víctima colateral de la pandemia”

“La saturación en atención primaria se traduce en que al paciente se le atiende tarde y cuanto más tardemos en actuar, peor será su pronóstico”

El doctor Jose Manuel Cerqueiro. | // FOTO CEDIDA

El médico internista Jose Manuel Cerqueiro, coordinador de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca (UMIPIC) del Hospital Lucus Augusti (Lugo) y miembro de la Sociedade Galega de Medicina Interna, asegura que los pacientes con insuficiencia cardiaca (IC) son una de las otras víctimas de la crisis sanitaria. La saturación en atención primaria se traduce en una atención tardía de estos enfermos, lo que aumenta el riesgo de su derivación a urgencias y su hospitalización, lo que empeora su pronóstico. Este especialista recuerda que la IC es el motivo más frecuente de ingreso hospitalario en la última década en España y que en el 60% de los casos son atendidos por médicos internistas, tanto en el momento de ingreso como después, en su seguimiento ambulatorio, seguimiento que comparten con atención primaria.

–Desde el inicio de la pandemia se evidenció que el paciente cardiaco era especialmente vulnerable ante el Covid-19 (más propenso a contraer el virus y a desarrollar un cuadro más grave). ¿Por qué resulta más peligroso en estos pacientes?

–La pregunta es compleja. Sabemos por los estudios epidemiológicos de los pacientes ingresados, que los pacientes que padecen enfermedad cardiovascular son más propensos a desarrollar un cuadro más grave si contraen el virus. La mayoría son HTA, DM-II y padecen alguna enfermedad cardiovascular (cardiopatía isquémica, fibrilación auricular y otras como la insuficiencia cardiaca). El paciente ‘’cardíaco’’ corresponde a un gran abanico de situaciones muy diferentes entre sí y que responden de forma diferente al virus, que le afecta de una forma doble: la primera, por la afectación sistémica y pulmonar; la segunda, más rara, por la afectación directa del virus sobre el corazón.

–¿Por qué?

–Nuestro sistema cardiovascular, ante cualquier episodio de estrés, como el que ocasiona cualquier infección vírica (gripe) tiene que aumentar su rendimiento: el corazón sano se taquicardiza para aumentar el gasto cardiaco y la tensión arterial aumenta su tono para asegurar la perfusión al cerebro y otros órganos vitales. Refiriéndonos a los pacientes con IC la capacidad de responder a ese estrés es insuficiente. Entonces, se produce una descompensación y desarrolla retención de líquidos y edema pulmonar, entre otras afecciones. En el caso de la infección por Covid-19, la situación es peor, porque la afectación pulmonar genera insuficiencia respiratoria, y si al daño pulmonar le sumamos el edema producido por una descompensación de su IC, el compromiso respiratorio es peor.

–¿Qué precauciones tienen que tener estos pacientes para evitar el contagio?

–Las recomendaciones son las de siempre: uso de mascarillas, lavado frecuente de manos y evitar contactos. Pero creo que en el caso que nos ocupa, la insuficiencia cardiaca, es importante recomendar que sigan adheridos a sus normas básicas: dieta sin sal, ejercicio ligero, no abusar de líquido..., a su tratamiento y a su seguimiento médico habitual. Si un paciente con IC tiene que enfrentarse a cualquier infección vírica lo mejor es que lo haga en una situación lo más estable posible. Los estadios más avanzados de la misma suponen, por supuesto, mayor riesgo ante una infección Covid-19 y no solo eso, sino que cuanta más fragilidad tenga el paciente por senilidad, por comorbilidades, etcétera mayor será el riesgo.

–¿El paciente con IC continuó o suspendió su tratamiento durante la primera ola? ¿Cómo realizaron el seguimiento desde su unidad?

–Lo cierto es que en general tenemos buena adherencia a la unidad de seguimiento por parte de los pacientes. Es cierto que en plena pandemia sustituimos las consultas presenciales por consultas telefónicas y por telemedicina, y reservamos las consultas presenciales a pacientes con síntomas de descompensación. Así logramos resolver muchos episodios en régimen de hospital de día, evitando el ingreso hospitalario en momentos que el hospital estaba saturado de pacientes con Covid-19. Algo que me temo se va a repetir.

–¿Son estos pacientes víctimas colaterales de la pandemia?

–Supongo que sí, pero no solamente estos, sino la mayoría de los pacientes con patología crónica avanzada, los que padecen multimorbilidades y los ancianos.

–¿El sistema sanitario está preparado en estos momentos para atender al paciente con IC?

–Sin pandemia, la insuficiencia cardiaca es un problema grave de salud, fundamentalmente por la cantidad de ingresos que genera (algún año supuso el 3% del total del gasto público en salud). Y aunque llevamos años intentando cambiar la forma de gestión de esta enfermedad, el problema aún no está, ni mucho menos, resuelto. Se entiende fácilmente que la sobrecarga del sistema por la infección Covid-19 puede empeorar la cobertura de las patologías que más recursos de salud consumen. La atención primaria juega un papel importante en el seguimiento de estos pacientes, y en general es el equipo de primaria el primero en detectar y tratar una descompensación del paciente que está en domicilio. Actualmente los servicios de atención primaria están colapsados de llamadas y de consultas. Esta saturación se traduce en que al paciente se le atienda tarde y cuanto más tardemos en actuar, peor será la situación del paciente y las medidas ambulatorias serán insuficientes, por lo que aumenta el riesgo de derivación a urgencias e ingreso, y un ingreso hospitalario para los pacientes con insuficiencia cardiaca, sobre todo los que manejamos los internistas, que son ancianos y con multicomorbilidades, es un factor de mal pronóstico.

–¿Por qué?

–Porque supone someter al paciente a una iatrogenia necesaria para mejorarlo, pero no exenta de riesgo. El hospital es un ambiente hostil por las infecciones hospitalarias, extremadamente graves; los efectos secundarios de los fármacos; las pruebas invasivas o semiinvasivas., y la dificultad para dormir o descansar, con los cuadros de agitación y confusión que esto produce en las personas mayores. Todo ello hace del ingreso hospitalario un factor de riesgo muy importante. Si somos capaces de reducir los reingresos a lo largo de la vida del paciente, ese paciente va a vivir más y mejor.

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