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María de Medeiros | Actriz y directora

“Prefiero el cine pobre de Europa que el rico de Hollywood”

“Tarantino o De Oliveira me han enseñado que si uno tiene la conciencia del estilo corre el riesgo de imitarse”

La actriz y directora Maria de Medeiros. | // F. CALABUIG

Actriz y directora. Impresiona echar un vistazo a la filmografía de esta artista portuguesa que desde que debutó a los 15 años ha trabajado con cineastas como Tarantino, Kaufman, Manuel de Oliveira o Bigas Luna. Hoy recibe la Palmera de Honor de la Mostra de Valencia, tras el estreno, el pasado miércoles, en el festival valenciano de Aos nossos filhos, su último filme como directora, que antes fue una obra de teatro que también protagonizó. “Me pareció muy interesante todo lo que contaba la obra: el encuentro de una madre que es lo contrario de lo que sería una madre conservadora, con una hija que es más conservadora pero vive con otra mujer que además está embarazada. Y ese es el límite de la apertura de miras de la madre”.

–Recuerda a Adivina quién viene esta noche, pero en vez de un prejuicio racial aquí hay un prejuicio sobre la identidad sexual.

–Absolutamente. Y lo que me pareció lo más interesante es que el prejuicio está en los dos lados, y a la vez tanto la madre como la hija tienen argumentos muy sólidos y defienden muy bien sus posiciones. Por eso es una película en la que se convoca al público a reflexionar y eso me pareció muy importante. El prejuicio es casi común al racismo, al sexismo… ¿Por qué diablos hay gente que se siente superior, con más derechos que otras?

–Desde Capitanes de abril, que es del año 2000, solo ha dirigido cuatro películas.

–Es verdad que acabo dirigiendo mis películas en medio de mi trabajo de intérprete. Me gusta también mucho interpretar, porque creo que en la interpretación también hay mucho margen para la creación. Quizá es porque vengo del mundo de la música clásica, mi padre es compositor y sé cuánto el solista aporta a la interpretación. Me gusta mucho trabajar como actriz con esa referencia musical.

–¿Su popularidad como actriz ha sido una barrera a la hora de ponerse a dirigir?

–Nunca, al contrario. Porque si uno se interesa por la artesanía del cine, no hay mejor escuela que ser actor. Tenemos horas y horas de práctica, de observación. Desde mi primerísima película cuando tenía 15 años fue esa artesanía la que me impactó. El trabajo de los maquinistas, del foco, las luces… Todo ese universo por detrás de la cámara me impresionó.

–Ha trabajado con Tarantino, Oliveira, Bigas Luna, Kaufman, Akerman... ¿Qué tienen en común que usted haya aprendido de ellos?

–Sobre todo la necesidad de tener tu propio universo. Creo que la fuerza de alguien como Tarantino o Manuel de Oliveira es no imitarse a sí mismos. Si uno tiene la conciencia del estilo corre el riesgo de imitarse y es importante no caer en ello.

–¿Y cómo es el universo de Maria de Medeiros?

–No lo sé aún. Supongo que uno se da cuenta de esas cosas retrospectivamente.

–En el ciclo que le dedica la Mostra de Valencia hay películas francesas, mexicanas, portuguesas, canadienses... ¿Cómo se siente en un mundo en el que parece que las fronteras son cada vez más importantes?

–No me identifico con ese mundo. Venimos del planeta Tierra, que tenemos que cuidar y felizmente hay gente muy joven que es consciente de que no son las fronteras las que nos definen. Una siempre espera lo mejor de los jóvenes y que haya alguien como Greta Thunberg tiene un efecto en mí que me hace llorar, que es como una heroína griega con una dimensión de arquetipo que me fascina.

–En el ciclo de la Mostra no está Pulp Fiction, que es quizá la película que le dio a usted la popularidad más internacional.

–Sí, pero esa la ha visto ya todo el mundo.

–¿Cómo le sentó el chute de fama que le dio el personaje de Fabienne?

–Estoy muy orgullosa de haber trabajado en ella porque la hice como una película de un joven autor. Creo que todos los que la hicimos salimos de ella pensando que habíamos hecho algo diferente. Yo no tenía ni idea que tendría esa repercusión internacional porque es una película muy audaz, un guion que no obedece a ninguna norma. Luego el hecho de que se viera en todo el mundo fue una sorpresa y a mí me aportó mucho.

–¿No quiso o no pudo continuar su carrera en Hollywood?

–No continué porque en esa época yo ya tenía el proyecto de hacer Capitanes de abril, que para mí era como un reto de vida. Estuve un poco en Los Ángeles, pero nunca pensé en instalarme ahí. Mi agente me iba enviando guiones que de alguna forma eran repeticiones de Henry y June o Pulp Fiction pero menos interesantes. Allí hacen mucho eso, cuando algo funciona repiten la fórmula. Así que preferí ir a Europa a hacer mi película. Prefiero trabajar en el cine pobre europeo que en el rico de Hollywood.

–¿Es Capitanes de abril su película más importante?

–Para mí hay una relación afectiva, casi de construcción de la personalidad, con la Revolución de los Claveles, y hacer una película sobre aquello se volvió para mí en un reto de vida. Fueron 13 años luchando por ella, investigando, trabajando el guion, y había mucha gente que se cuestionaba que una chica tan joven quisiera hacer una película de guerra. Los únicos que no cuestionaron la legitimidad del proyecto ni dudaron de mí fueron los militares. Ellos siempre estuvieron conmigo, les pareció estupendo que una niña quisiera contar su historia. Pero sí hubo una resistencia a que una mujer joven tocara ese tema.

–¿Siendo mujer le ponen más fácil ser actriz que directora?

–Sí, claro.

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