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Héctor Castiñeira | Enfermero gallego en el Hospital 12 de Octubre

“Me da miedo el invierno; nos esperan meses muy duros y estamos agotados”

Plasma en “Nosotras, enfermeras” los meses más duros de la pandemia

Héctor Castiñeira, con el libro sobre la pandemia.

Con improvisados EPI realizados con bolsas de basura y mascarillas que llegaron a sumar hasta siete turnos tuvo que enfrentarse el personal sanitario al coronavirus durante las semanas más duras la pandemia, mientras que los enfermos eran acomodados en el suelo a falta de camillas y camas, e incluso morían solos. Para que nada de esto quede desdibujado por el paso del tiempo y a modo de terapia personal, Héctor Castiñeira (Lugo, 1982) plasma la experiencia vivida en el Hospital 12 de Octubre en “Nosotras, enfermeras. Historias de unos días que nos cambiaron a todos” (Plaza & Janés), donde su popular personaje, Enfermera Saturada, vuelve a erigirse como álter ego de este colectivo, aunque en esta ocasión, de una forma descarnada. Es también la forma que tiene Castiñeira, considerado el perfil más influyente en gestión sanitaria por la IMF Business School, de homenajear al sector sanitario, y a las víctimas y familias del Covid-19. Es su octavo libro y, el más duro y difícil que ha escrito. “A veces, me echaba a llorar recordando y tenía que dejar de escribir”, reconoce.

“Nos protegíamos con bolsas de basura. Nos vimos abandonados a nuestra suerte

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Delantales de plástico de charcutería y el vestuario femenino. Anxelo Fernández

 –¿Ha sido duro plasmar sobre el papel las semanas más duras de la pandemia?

–Mucho, porque aunque es cierto que cuando volvía a casa del trabajo tomaba cuatro notas, cuando después me senté delante de ellas para escribir el libro se me hizo muy duro, pero me sirvió de terapia. No es que vayas a olvidar a esos pacientes, pero parece que te pesa un poco menos la mochila porque ahora son un poco de todo de mundo.

–¿Tiene miedo de volver a vivir una situación parecida?

–Sí porque, además, ha cambiado mucho todo. Incluso en los hospitales el ambiente que se vivió en la primera oleada, ese ambiente de unión, de que todos éramos uno frente al virus, ya no está. Ahora estamos desconcertados, agotados y enfadados, incluso, con esa parte de la población que no se toma esto en serio y que sigue haciendo lo que le da la gana, de ver que aquellos que nos aplaudían en su momento, aplausos que nos emocionaron, hoy van sin mascarilla y se reúnen para hacer fiestas porque ahora todo vale. Me da miedo cómo puede ser el invierno porque nos esperan meses muy duros y estamos agotados.

“La sensación que recuerdo es de miedo, pero lo más duro fue ver que la gente moría sola”

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El Servicio de Enfermería del Álvaro Cunqueiro: "Nosotras salimos por ti"

El Servicio de Enfermería del Álvaro Cunqueiro: "Nosotras salimos por ti"

–¿Cuándo atendieron el primer caso, en marzo, se imaginó que la situación se agravaría tanto?

–Cuando en enero asistíamos desde el hospital a lo que estaba pasando en China, lo veíamos como algo lejano que no iba a pasar aquí, hasta que en marzo te encuentras delante de ti a una persona positiva en coronavirus y dices: “Ojo, que sí que ha llegado”. De repente, el hospital tiene que rehacerse entero para atender cada vez más casos. y veíamos cómo cada día caía un compañero, cómo pasaba de enfermera a paciente en la misma unidad donde trabajábamos, y nosotros con unos equipos de protección que sabíamos que no nos protegían. Para los dos primeros casos teníamos EPI, los que había en el almacén, y luego veíamos que no reponían y que la respuesta por parte de la Administración siempre era la misma: “Están de camino”. Pero no llegaban. Nos vimos totalmente abandonados a nuestra suerte.

–Tuvieron que recurrir al ingenio.

–Utilizábamos bolsas de plástico y de basura para tratar de hacer frente al virus como podíamos. La sensación que recuerdo de aquellos días es de miedo. Hace diecisiete años que soy enfermero y durante muchos he trabajado en el 061, y nunca antes había trabajado con esa sensación de miedo. Sabíamos que con esos equipos de protección era ridículo enfrentarnos a un virus que nadie conocía y estábamos seguros de que caeríamos todos, pero también que teníamos que estar ahí porque si nos marchábamos, los enfermos no tenían a nadie.

–Se refiere al trabajo que desarrollaron como enfermería de guerra.

–Sí, porque llega un momento en que te das cuenta de que somos pocos y que los enfermos son muchos más, de que no tienes los medios adecuados y de que tienes que apañarte con lo que tienes. Hay días en los que tienes que tirar una sábana en el suelo y tumbar ahí al enfermo porque no hay suficientes camas ni camillas. Al final te sientes haciendo enfermería de guerra en la que vas de un sitio a otro apagando fuegos y cuando te vas a casa lo haces con la sensación de haber trabajado fatal.

–¿Qué fue lo más duro?

–Sin dudas ver que la gente se moría en sus habitaciones porque no podía respirar, que se moría ahogada y sola. Era horrible. Y dijimos : “Tenemos que hacer algo. No puede ser que la gente muera sola”. Yo he visto morir a cientos de personas, lamentablemente, pero siempre acompañadas de algún ser querido. Nosotras hicimos todo lo posible para que nadie se muriese solo, aunque estuviéramos debajo de un traje de astronauta y nos se nos viese la cara, pero estábamos ahí, haciendo ese tránsito un poco más tranquilo, confortable y sin dolor.

–¿Qué opina de los negacionistas?

–-Me parece increíble porque sus planteamientos no tienen ningún sentido. Sin embargo, creo que a día de hoy la población esta dividida en dos. Por una parte, la gente que se toma esto en serio, que ha tenido algún caso cercano o que es responsable. Por otro, quien solo lo ha vivido en sus casas, saliendo a aplaudir y viendo la tele o haciendo pan y que ahora lo recuerda como una anécdota. Creo que en esto influye también que durante las peores semanas no se permitiese a ningún medio documentar lo que estaba pasando en los hospitales o mostrasen las morgues. Pero esto estaba vetado.

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Pintadas negacionistas toman la ermita de A Guía

–¿Es partidario de que se hubiesen difundido esas imágenes?

–Absolutamente, siempre y cuando se respetase la privacidad de los enfermos. La realidad, aunque sea muy fea y muy dura, hay que contarla. Creo que hubo un esfuerzo colectivo por enviar mensajes positivos, por el todo va a salir bien. Tenían que haberse contado las cosas con toda su crudeza. Y esto es lo que pretendo con este libro. Para que no lo olvidemos.

–¿Y lo que más echó en falta?

–A parte de a mi familia, que está toda en Lugo, eché de menos un poco de apoyo por parte de las gerencias, de las direcciones y de los responsables políticos. Usábamos la misma mascarilla durante una semana y no teníamos equipos de protección. Incluso fallecieron compañeros por esto. Sin embargo, nadie se hacía responsable.

–¿Debería hacerse una evaluación independiente de la gestión del Covid-19?

–Fue una situación que nos cogió desprevenidos a todos, pero al final alguien tendrá que responder por los errores que se han cometido o al menos que se estudien de manera adecuada y que se vea hasta qué punto ha sido responsabilidad de unos y de otros la buena o la mala gestión.

–¿Es partidario de que se hubiesen difundido esas imágenes?

–Absolutamente, siempre y cuando se respetase la privacidad de los enfermos. La realidad, aunque sea muy fea y muy dura, hay que contarla. Creo que hubo un esfuerzo colectivo por enviar mensajes positivos, por el todo va a salir bien. Tenían que haberse contado las cosas con toda su crudeza. Y esto es lo que pretendo con este libro. Para que no lo olvidemos.

El Ejército ya ha trasladado decenas de féretros al Palacio de Hielo

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–¿Y lo que más echó en falta?

–A parte de a mi familia, que está toda en Lugo, eché de menos un poco de apoyo por parte de las gerencias, de las direcciones y de los responsables políticos. Usábamos la misma mascarilla durante una semana y no teníamos equipos de protección. Incluso fallecieron compañeros por esto. Sin embargo, nadie se hacía responsable.

–¿Debería hacerse una evaluación independiente de la gestión del Covid-19?

–Fue una situación que nos cogió desprevenidos a todos, pero al final alguien tendrá que responder por los errores que se han cometido o al menos que se estudien de manera adecuada y que se vea hasta qué punto ha sido responsabilidad de unos y de otros la buena o la mala gestión.

Héctor Castiñeira lleva trabajando tres años en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, al que se incorporó desde la base del 061 en Pontevedra. Se graduó en Enfermería por la Universidad de Santiago de Compostela y es especialista en Enfermería de Trabajo. Ha cursado másteres en Formación del Profesorado, en Integración de Cuidados, Urgencias y Emergencias y en Seguridad Clínica. Es experto en cuidados críticos del paciente adulto y pediátrico.

Es colaborador habitual de Radio Galega y TVG y es embajador de la iniciativa Salud sin Bulos, que trabaja para desmontar falsas informaciones sobre la salud y es el creador de Satur, Enfermera Saturada, que le sirve como altavoz para contar las anécdotas del colectivo de enfermeras. Tiene importantes premios en reconocimiento a su labor de promoción, defensa y visibilidad enfermera.

-En “Nosotras, enfermeras”, además de Satu, Enfermera Saturada, aparecen tres pacientes. ¿Son reales?

­-Tienen una base real, pero están ficcionados, cambiando el nombre, para que no se sientan reconocidos. Se trata de los tres tipos de pacientes que hemos tenido en el hospital. Una es Lorena, nuestra primera paciente embarazada. En aquel momento no sabíamos cómo afectaba a la madre y al bebé. Además del miedo al virus, tenía la incertidumbre de si iba a perder a su bebé o si le iba a pasar algo. Otro es Antonio, una persona mayor que ingresa y que no sabe ni cómo ni cuándo ha cogido el virus, pero que, de repente, se encuentra solo en una habitación de un hospital, sin sus hijas. Intentábamos hacer videoconferencias para que su familia no estuviese tan alejada de él. Y el tercero es un chico joven, totalmente sano, deportista, que también lo pasó muy mal.

Héctor Castiñeira es Satu.

-¿Cuál es la situación ahora mismo en el 12 de Octubre?

-Estamos un poquito mejor que hace 15 días cuando la tendencia era muy preocupante y estábamos en pleno pico de la segunda ola. Aunque podíamos atender sin problemas a todos los pacientes, nos preocupaba esa tendencia. Ahora parece que está un poco mejor, pero aún pedimos a la gente que no se confíe porque estamos seguros de que los próximos meses van a ser muy duros, porque se nos van a juntar los virus respiratorios habituales con el coronavirus y el problema ya no es por la atención que tengamos que dar en ese momento, sino porque cada vez que tenemos ese pequeño pico, en los hospitales paralizamos las listas de espera. Al final, tenemos un montón de pacientes crónicos esperando por pruebas diagnósticas o intervenciones que se están demorando. La lista es más larga de lo que debería y habrá que ver qué pasará cuando se les cite y se les haga las pruebas porque a lo mejor ha habido consecuencias.

-Usted es embajador de Salud sin Bulos. ¿Por qué cree que se extienden las informaciones falsas sobre el coronavirus?

-Es algo que no acabo de entender, pero es cierto que los bulos tienen como una atracción hacia la salud. Lo vemos en enfermedades como el cáncer, por ejemplo, o las vacunas, y una pandemia como esta no iba a ser menos. Tardaron en aparecer, pero al final, el coronavirus ha sido carne de cañón para los bulos. Ninguno tiene fundamento, son simple desinformación. Algunos tienen como intención vender determinados productos, pero otros son simplemente desinformar por desinformar. Por eso, yo siempre recomiendo que acudan a fuentes fiables y que no se guíen por la cadena de WhatsApp o por que el cuñado diga que ha encontrado en internet una conspiración que los periodistas de investigación no han sido capaces de descubrir

 

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