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"No voy de Rambo. Hago caso a mi cuerpo"

Cuando el cáncer reapareció en su vida, Mercedes estaba estudiando el ciclo superior de Integración Social, en el CPR San José de A Guía. Auxiliar de enfermería, cuando fue diagnosticada por primera vez de cáncer de mama trabajaba cuidando a un enfermo de alzhéimer. Tras el segundo diagnóstico, decidió aparcar los libros. "Pongo mucho de mi parte para mantener a raya la enfermedad, pero no voy de Rambo. Hay que hacerle caso a tu cuerpo, y si este te dice descansa, descansa. Yo ahora necesito tranquilidad y no los nervios de los exámenes, y, sobre todo, reposo. Me he dado cuenta de que es fundamental", dice.

Al igual que el apoyo de su familia, de sus padres y de su hijo, de 22 años, con quienes vive. "Reconozco que es una ventaja para mí porque son una gran ayuda. Lo pasas mal, sobre todo cuando tienes metástasis, porque sabes que no te vas a recuperar, pero intento mantener una postura positiva porque me parece injusto que ellos den todo por mí y que yo no los corresponda", asegura Mercedes, quien añade que otro pilar importante para los enfermos son las asociaciones y conocer la experiencia de otros afectados. "Yo he conocido a gente maravillosa", apunta.

También ha aprendido que nada es definitivo. "No me gustaban las pelucas y la primera vez no la usé. Pero un día me miré al espejo y me vi con el brazo hinchado y el cuerpo también por los corticoides, y me dije: 'Renovarse o morir'. Y la verdad, me hace sentirme mejor. Estaba cansada del pañuelo", reconoce.

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