Asegura el escritor Manuel Rivas de Joaquín Araújo que, "con el acento de la verdad", escribe "el manuscrito de la tierra". Ayer, en Club FARO, el naturalista presidente del Proyecto Gran Simio España y Premio Global 500 de la ONU, destacó que "somos lo que somos porque un día fuimos bosque" y que "nuestra supervivencia como especie está ligada a los árboles".

Araújo fue presentado por Antón Lois, responsable de Educación Ambiental de la ONG Amigos da Terra. En la charla, que llevaba el título "Bosque, el mejor regalo", presentó su libro "Los árboles te enseñarán a ver el bosque".

Editado por Crítica Barcelona, cuenta con prólogo de Manuel Rivas e ilustraciones de Xavier Macpherson. El libro, tal que ensayo poético sobre los bosques y su conexión con el humano, es el vehículo por el que podemos acercarnos a la filosofía vital de Araújo, un hombre que se confiesa "campesino" en el lugar donde vive, un bosque, con el vecino más cercano a 16 kilómetros de distancia.

Esta necesaria separación no le impide comunicarse a través de su blog y redes sociales con el exterior para expandir su palabra, formada por frases cuyo fin es la reflexión y entre las que se encuentran joyas como las que compartió ayer en el Club. "Los árboles son el mejor remedio para las cinco peores enfermedades ambientales del momento. Los árboles son la mejor vacuna contra el colapso climático. Supervivencia y bosque son equivalentes. Hay que acordarse del drama que para el sistema educativo es lo que se ha definido como los niños sin bosque", dijo.

Araújo abogó por "seguir en contacto con lo que nos mantiene vivos, con lo que respiramos, lo que comemos". Advirtió de que "no somos independientes de los procesos de la vida" y que "la independencia puede ser absolutamente desastrosa, entre otras cosas, por imposible, y porque buscando la dependencia acabamos destruyendo aquello de lo que dependemos".

Entre los "regalos" que nos facilitan los árboles, recordó los más de 3.000 usos de los elementos activos y materiales del bosque para nuestras necesidades.

Señaló que "ahora estamos aterrorrizados con lo que sucede con el maldito virus -en alusión al SARS-CoV-2- pero este mata menos que muchas cosas que hacemos los humanos. Nuestro confinamiento le salvó la vida a más de tres millones de vertebrados en España" ya que no fueron atropellados.

Indicó que cada año fallecen arrollados once millones de vertebrados en el Estado español sin olvidarse de las 1.500 personas que mueren en las carreteras por accidentes de tráfico.

Araújo también se fijó en las muertes que se producen al año por contaminación en el mundo y que él situó en seis millones.

Añadió que "curiosamente la enfermedad que más compartimos los humanos es la mental", citando especialmente "la ansiedad incontrolada". Por ello, indicó que "lo que necesitamos de manera contundente es una vuelta a la calma; hay que llevar la escuela al bosque", al que denominó como "la casa de la biodiversidad".

Explicó que "la mejor cosecha del bosque es la paz", porque su "lento y sereno" crecimiento y movimiento "transmite calma". Aclaró que no es "una pirueta poética" sino que tiene "demostración científica". "Poniendo sensores cerebrales para realizar electroencefalogramas a miles de personas del mundo del estrés, tras paseos por un bosque durante unas horas se ve que su estrés ha disminuido en un porcentaje", explicó Joaquín Araújo ante sus seguidores.

"Yo -agregó- tardé mucho en saber lo del baño del bosque", en referencia al Shinrin Yoku. Esta práctica consiste en pasar tiempo en el monte con el fin de mejorar la salud, el bienestar y la felicidad.

"Igual en nuestra memoria genética lo sentimos como una vuelta al hogar", opinó ante la audiencia de Club FARO.

"Todas estas renuncias al humanismo, el despreciar, recrudecimiento de la xenofobia, la violencia... hay que combatirlo con todo tipo de armas: hay que llevar la escuela al bosque. Hay que tener niños que sepan lo que es la naturaleza; niños que sean capaces de trepar" por los árboles, reflexionó.

Frente a la competitividad y la carrera por el éxito, él propuso relanzar nuestra mirada y alma hacia el monte, hacia la vegetación. El consejo partió de un hombre que ha plantado 25.000 árboles (uno por cada día de vida) y que advierte de que "esta sociedad está lisiada" por lo que urge el recontacto con la naturaleza para curarla.