Sobre el hecho de ser escritor y los motivos que le empujan a crear historias, señaló que "al cabo de un mes puedo tener 100 ideas. No pasan de ser escenarios" pero hay que "buscar conflicto. Es el motor de cualquier historia. Si no lo tienes, no tienes historia".

Por ello, de esas cien ideas, solo 15 acaban en "un marco con sentido" mientras que solo "un 1% acaba convirtiéndose en una novela de verdad. ¿Qué es lo que me llama mí? El corazón. Cuando me toca el corazón, cuando descubro algo que me saca una lágrima", confesó.

A la hora de escribir, explicó que "las novelas deben parecer reales pero no serlo porque si no serían aburridas" y que en la mayoría de las historias el personaje principal se transforma, a excepción, indicó, de James Bond o Indiana Jones que siempre son el mismo.

Reconoció que cambiar a Fierro, el protagonista de su última y homónima novela era "un reto. Había que darle un motivo por el que vivir. Tenía que darle sentido a su vida".

Admitió que, aunque esta historia está conclusa en principio, podría derivar en varias entregas, aunque esto último va a depender de los lectores y del feedback positivo.

Por ello, agradeció a Club FARO el coloquio de ayer en estos tiempos complicados en los que ha visto como se han ido cayendo una a una las presentaciones de su libro debido a la pandemia, los protocolos o el confinamiento, incluidas sus participaciones en la Feria del Libro de Buenos Aires, Sant Jordi o la feria de Madrid.

Reconoció que en la preparación de sus novelas, históricas, siempre busca el mayor rigor histórico en todo, incluso en la procura de un lenguaje que lleve al lector lo más cerca posible de la expresión de la época, pero adaptado para una mejor interpretación actual.