Después de más de 20 años de trabajo, el escritor y catedrático de la Universidad de Zaragoza Agustín Sánchez Vidal publica Quijote Welles (Fórcola), una novela en la que desvela la pasión del cineasta norteamericano por España y su obsesión con terminar la película sobre el personaje de Cervantes y que nunca llegó a concluir.

- Usted suele dilatar bastante la publicación de sus obras, pero dice que la idea de escribir una obra sobre Orson Welles y su inacabado Quijote

-Cada cosa tiene su propio ciclo. Y en estos 20 años he hecho y escrito muchas otras cosas, que no me he centrado exclusivamente en esto. Pero es verdad que la idea surgió cuando murió Welles en 1985. Me pareció que era un personaje interesante y que podía ser objeto de una trama apasionante, pero el desafío de escribir una novela sobre él me superaba; dar voz a Welles con su Quijote... yo entonces no había escrito ninguna novela. Ahora creo que ya he aprendido el oficio de manera decorosa para hacerlo de una manera que me convenza.

- ¿Qué le sedujo de Welles, qué le lleva a convertirlo en personaje de novela?

-Welles es testigo de los cambios más importantes en nuestro país hasta el tránsito de los años 50 y 60. Cuando él viene por primera vez, con 17 años, España era un país agrario, anclado en el arado romano y en una vida muy parecida a la de sus ancestros de épocas remotas, y en los años 60 empieza a cambiar. Algunos de mis libros, como Viñetas, ya van sobre eso, pero me interesaba una mirada desde fuera, que no fuésemos siempre nosotros bebiendo el veneno de nuestra joroba. Welles era un hombre cosmopolita, que viene de un modo de vida americano que es el hegemónico y se encuentra en España con ese cambio de la vida agraria a la sociedad de consumo que se produce en esos años. Y se desilusiona, porque España empieza a parecerse al país del que viene huyendo.

- ¿Tanto le afecta perder ese referente? ¿De dónde le viene tanta fascinación por nuestro país?

-Welles nace en 1915, en un momento en que España estaba de moda en Estados Unidos. Viene por primera vez con 17 años, durante la República, que luego piensa que hay que defenderla ante Franco. España es en esos momentos una referencia moral para su generación, Hemingway, John Dos Passos, y también en Europa. Pero a su vuelta no solo no se le ha liberado del franquismo, sino que su país respalda a Franco, por lo que también ahí percibe una contradicción.

- Vamos, que la sociedad no solo ha cambiado sino que ha aceptado de buen grado ese desarrollo aunque se haya producido en una dictadura. Y ahí entra en juego su Quijote

-Claro, Quijote y Sancho han representado siempre a España ante todo el mundo, desde el siglo XVII en que la novela fue escrita. Y de pronto son unos personajes anacrónicos. Él se pregunta, qué pasa si traes a Don Quijote y Sancho al siglo XX; ¿son reconocibles?, ¿los españoles los van a reconocer o a repudiar? Ve que la España que él suscribía ya no reconoce a Don Quijote, por eso no llegó a acabar la película. Ya no los ve como portavoces de una España que lo que quiere es salir de la pobreza.

-La novela, a través del personaje de la periodista Barbara Galway, que va recopilando testimonios no solo de Welles, tiene como género base la entrevista. ¿Por qué?

-Por un lado es un homenaje al propio Welles y a su primera película Ciudadano Kane. Kane es un personaje público del que se sabe todo, sin embargo antes de morir pronuncia una palabra: Rosebud, A partir de ahí, Thompson, un periodista, comienza a indagar y a través de entrevistas inicia una investigación para conocer realmente al personaje. Aquí igual, lo que importa es este caleidoscopio de visiones de unos y otros para conocer a Welles. Es, así, también un homenaje al periodismo de investigación norteamericano, pero también a un escritor español como Manuel Chaves Nogales, que se anticipó al nuevo periodismo.

- En la obra aparecen personajes como Dalí, John Huston, Jesús Franco, Luis Buñuel, Spielberg e incluso Delibes. Pero no todos los pasajes son reales, muchos son de ficción.

-Es una novela, pero lo que sí tengo que decir es que he dedicado muchas horas a saber cómo hablaban, cómo se expresaban. He visto muchas entrevistas de unos y otros, estudiando hasta cómo gesticulaban. Para atrapar la figura de Welles hay que convocar a mucha gente. Luego, me dejaba llevar en la novela para suplir lagunas de forma reconocible. Cada personaje tiene su propia voz y apunta facetas distintas de Welles,

-Explíquelo con ejemplos. ¿Spielberg y Welles pudieron tratar de la producción del Quijote

-Lo que es real es que Spielberg montó una fiesta por el 70 cumpleaños de Orson Welles a la que asistió. He reconstruido lo que pudieron hablar de forma verosímil. El encuentro con Buñuel es real, pues me lo confirmó el hijo del director aragonés, Juan Luis Buñuel y quería que Welles se entrevistara con Dalí. Ellos se encontraron varias veces, pero no sabemos de qué hablaron. Pero yo conozco cómo le funcionaba la cabeza a Dalí y pienso que estoy en condiciones de inventar esa entrevista, y a parte de que Dalí hizo una película de Don Quijote, él iba de loco, o se lo hacía. Si hablamos de la locura de España, uno de sus representantes era Dalí. Como lo era Don Quijote, pues es algo rarísimo pues los héroes literarios nacionales suelen ser personajes macizos, de una pieza, Fausto en Alemania, Roland en Francia... y en España el héroe es un loco, Don Quijote. Así que cómo no llamar a Dalí.

- Hay también momentos delirantes, como el rodaje simultáneo en España de Campanadas a medianoche y Campanadas a medianocheLa isla del tesoro

-Sí, realmente Welles era un personaje quijotesco que se planteaba retos imposibles, delirantes, como hacer dos películas a la vez con los mismos actores, una en blanco y negro y otra en color y en España. O llevar con él los rollos de su Quijote por medio mundo, pues era la única película que pagó de su bolsillo y quería que si un día la acababa se montara como él quisiera. No se fiaba de nadie, pues ya le habían montado en Hollywood películas a sus espaldas.

- Al final quien la montó precisamente fue Jesús Franco y no tuvo precisamente alabanzas.

-Jesús Franco tenía que estar, había que tener su versión, dejar que se explicarse. Es verdad que si Welles viera el montaje que hizo en 1992 sus cenizas se removerían, pero para mí, el material que recabó Franco del inacabado Quijote, disperso en tantos países, fue valiosísimo.

- Por último, ahora que lo conoce tan bien, defina a Orson Welles.

-Fue un personaje inabarcable, reinventó el cine, la radio y el teatro... en el siglo XX pocos autores han tenido esa capacidad global, moviéndose igual en Hollywood que en círculos independientes. Pero era tan barroco y tan complejo que esa creatividad se volvía en su contra y se convirtió en un ser autodestructivo.