Valeria Correa Fiz (Rosario, 1971) es abogada y autora de La condición animal (Páginas de Espuma, 2016), seleccionado en el IV Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez y finalista del Premio Sentil (2017). También es autora de los poemarios El álbum oscuro, I Premio de Poesía Manuel del Cabral (2016); El invierno a deshoras (Hiperión, 2017), XI Premio de Poesía Claudio Rodríguez y Museo de Pérdidas (Ediciones La Palma, 2020).

- Su primera publicación es del año 2016. ¿Podría contarnos cómo se abrió hueco en el mundo literario?

-Mi libro de relatos La condición animal quedó seleccionado en la longlist de los candidatos al Premio Ribera del Duero. No gané el premio, pero Juan Casamayor, el editor de Páginas de Espuma, que es un ferviente promotor del género breve y lleva más de veinte años tendiendo puentes entre España e Hispanoamérica, quiso publicarme. Fue un inicio gozoso, porque su trabajo hizo que el libro de una autora novel tuviera un recorrido extenso y fructífero. Mis dos poemarios anteriores encontraron su hueco en el mundo editorial a raíz de los premios recibidos. No fue un camino fácil, porque antes de poder publicar estos libros envié manuscritos a muchas editoriales sin obtener jamás respuesta.

- Casi todas sus obras han sido galardonadas. ¿Es esto una presión añadida a la hora de escribir una nueva obra?

-No, que un jurado distinga tu obra es siempre una ocasión de felicidad y también de mucho agradecimiento. Después me siento a escribir sabiendo que cada libro es un desafío nuevo.

- Ha escrito relato y poesía, ¿en qué género te sientes más cómoda?

-Creo que la literatura aspira, igual que la filosofía, a conocer, solo que con otras estrategias y recursos. Ambas se gestan en torno al enigma de lo que somos, de nuestra propia condición. Sucede que, a veces, el pensamiento, la idea como hecho lingüístico que es, necesita un desarrollo más narrativo, y es entonces cuando entran en juego géneros, como la novela o el relato; otras veces, la idea puede asumir la forma de un poema o de cualquier otra forma híbrida. De todos modos, la poesía y la narración breve tienen más de un punto en común: ambas trabajan con la condensación y la elipsis y en colaboración con el lector que tiene que completar esos silencios deliberados.

- ¿Se podría decir que su libro de relatos La condición animal

-Sí, escribir es una forma de estar en el mundo y todo lo que hagas o hayas hecho de algún modo acabará volcado en tu escritura. En La condición animal el tema del mal obra como columna vertebral del libro. La pregunta por su génesis me preocupa desde mis épocas de estudiante de Derecho. Por supuesto que es un interrogante sin una respuesta categórica. El libro deviene entonces una cartografía del Mal, pero también pretendí que cada uno de sus cuentos fuera un escenario para mostrar también que los seres humanos somos capaces de desplegar el amor aun en las condiciones más adversas. En La condición animal hay personajes que obran con una gran ternura, compasión, amistad, solidaridad. Me gusta pensar que he vertido un poco de luz en la oscuridad que domina el libro. Si lo conseguí, podremos decir como Nietzsche que "la oscuridad puede tornarse luminosa".

- Acaba de publicar su tercer poemario Museo de pérdidas.

-Con un poemario que intenta contemplar lo perdido y darle un sentido a lo que queda y a quienes somos. Hace más de veinte años que no vivo en Rosario (Argentina), mi ciudad natal. Viví en cuatro países, cambié de profesión de abogada a escritora, soy madre y podría seguir enumerando cambios. En definitiva, Museo de pérdidas es una búsqueda por saber "Cómo se llega a ser lo que se es", que es el subtítulo del Ecce Uomo de Nietzsche. Es un libro que disfruté mucho escribiendo porque me hizo repensar muchos aspectos de mi vida.

- ¿Considera que en las escuelas no se le da la importancia suficiente a la lectura o a la creación literaria?

-La escuela debería encontrar un modo de fomentar la lectura, pero sin imponer libros de estudio obligatorio. Como decía Borges, la frase "lectura obligatoria" es un contrasentido. "¿Debemos hablar de placer obligatorio? ¿Por qué? El placer no es obligatorio, el placer es algo buscado". Creo que la escuela debería encontrar también un modelo de enseñanza que estimulara más la imaginación y pusiera el acento en la creatividad, no solo literaria sino en general.

- Es su segundo año en el Festival Hispanoamericano de Escritores. ¿Cómo describiría este encuentro literario?

-Los festivales son terreno fértil para descubrir autores, conectar con el público y promocionar nuevos libros y no permitir que los anteriores caigan en el olvido. El Festival Hispanoamericano, por el entorno donde se celebra, por el modo en el que está comisariado y concebido y por la cordialidad y camaradería de sus participantes y público es también una fiesta. En mi caso, además, fue fuente de inspiración: algunos de los poemas de Museo de pérdidas fueron escritos en la isla de La Palma. Este año el Festival Hispanoamericano es también un gesto político y ético de resistencia: la Cultura sigue en pie.

- ¿Le preocupa que la situación actual en la que nos encontramos debido a la Covid-19 repercuta en el fomento de la cultura?

-Me preocupa muchísimo. El sector de la cultura se ha visto muy golpeado con todas las restricciones necesarias para contener la difusión de la pandemia. No es el único damnificado naturalmente, pero el mundo de la cultura viene luchando largamente por su supervivencia. Sin embargo, soy optimista. Superaremos esta pandemia y regresaremos a las librerías, cines y teatros. Todos somos artistas, dice un viejo ideal del Romanticismo en el que creo. Todos participamos de algún modo en alguna de las muchas disciplinas artísticas como creadores o espectadores, co-creadores de la obra.

- Por lo que es el momento de reinventarse...

-Siempre lo es. Intentamos apegarnos a lo conocido, a estructuras fijas, pero el mundo, la naturaleza experimentan un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. Tampoco nosotros, ni nuestros deseos, pasiones, oficios. En un sentido, somos como el fuego: nos encendemos, avivamos, menguamos y apagamos. El desafío es buscar siempre nuevas formas de mantener viva la llama crepitante que somos. Make it new! (¡Hazlo nuevo!), decía el poeta Ezra Pound: no puedo estar más de acuerdo con su lema.