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Batalla por aire y tierra contra el Covid-19

¿Se imaginan desinfectarse del coronavirus mediante resonancia? ¿O eliminarlo en estadios mediante drones? Investigadores gallegos trabajan para que esto no sea ciencia ficción y sí realidad

Entretanto el desarrollo de robots y realidad virtual avanza, la ciencia ficción imaginada años o décadas atrás queda relegada a libros o películas obsoletas. Los proyectos de investigación sobre el Covid-19 están dando un impulso a iniciativas que a golpe de 2020 y, para la gran mayoría de la población, parecen salir de un filme o serie de las hermanas Wachowski.

¿Se imaginan acudir a un centro hospitalario infectados por el nuevo coronavirus, tumbarse en una camilla y salir limpios de SARS-CoV-2 por obra y gracia de un fenómeno conocido como resonancia? De momento, no es posible pero un grupo de investigación gallego trabaja con el ánimo de que sí lo sea.

La investigación, que ha conseguido financiación del Instituto de Salud Carlos III, la dirige Fermín Navarrina, profesor e investigador de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidade da Coruña.

Navarrina explica cómo se lograría mediante resonancia acabar con el coronavirus. Pero, antes, recuerda la esencia del SARS-CoV-2 para entenderlo mejor: "Un virus no es un ser vivo; es un objeto que está formado por una cápsula, que se llama cápside y que contiene en su interior el material genético del virus. En el caso del Covid-19 se le llama coronavirus por esas espinas que salen hacia fuera de la cápside y le dan ese aspecto característico, similar a una corona".

Con esas "garras"-prosigue- se engancha a las células sanas. Una vez lo ha logrado, "la cápside es capaz de abrir la membrana celular para que el material genético del virus penetre en su interior. A partir de ese momento, las células infectadas dejan de realizar las funciones que estaban efectuando y empiezan a ejecutar el programa genético del virus, que básicamente consiste en fabricar más virus. Cuando la célula se llena de virus y no tiene material para fabricar más, se rompe y los virus se desperdigan por todo el cuerpo propagando la infección", explica.

La idea de Navarrina y su equipo es destruir la cápside. De esta forma, el coronavirus ya no podría entrar en las células. "La cápsula es como una protección formada por proteínas y lípidos que protege el código genético, que es lo realmente infeccioso. Si conseguimos romperla, el código genético del virus, que es una molécula de ARN, quedaría expuesto al medioambiente y sería destruido por la radiación del sol, los agentes químicos?", detalla.

Esa quiebra la realizarían mediante la resonancia. "Si a una estructura se le aplica energía con una frecuencia similar a sus frecuencias de vibración, esa estructura absorbe cada vez más energía y se acaba rompiendo. Un ejemplo muy claro es la escena mítica del cine en la que un cantante rompe una copa con el sonido de su voz bien afinada", recuerda.

"Lo que queremos -añade- es calcular la cápsula del virus como si fuera una estructura similar a la cubierta de un estadio para conocer sus frecuencias de vibración. Después, con una emisión de ultrasonidos o microondas con la frecuencia justa podríamos provocar su destrucción".

El proyecto arrancó el 15 de mayo y se encuentra en su fase inicial. La duración estimada es de un año. Ahora, están construyendo el modelo de ingeniería de la cápside del virus. "Estamos adaptando -mediante técnicas de simulación numérica- nuestros programas de cálculo de estructuras para poder calcular la frecuencia de la cápsula del coronavirus. Y pensamos que será posible destruirlo con una emisión de ultrasonidos o microondas", defiende el investigador.

Los ultrasonidos se utilizan en las ecografías para observar el interior de nuestros cuerpos. Navarrina defiende que "en general se consideran inocuos ya que no provocan efectos secundarios. Si la frecuencia de vibración que pueda romper el virus se encuentra en el rango de lo que pueda emitir un ecógrafo o un ecógrafo modificado, el médico podría pasar el dispositivo sobre el cuerpo del paciente y romper los virus. Todo depende de cuál sea la frecuencia".

La idea inicial es que el nuevo aparato pueda utilizarse para desinfectar mesas, estancias, instrumental y todo tipo de residuos biológicos contaminados por el SARS-CoV-2 para que dejen de ser contagiosos. "Si se puede usar o no con una persona viva como medida terapéutica está por ver. Habría que determinar la frecuencia, comprobar que no causa efectos secundarios en el cuerpo humano y, por supuesto, realizar los oportunos ensayos clínicos. Esperamos que sea así pero aún no podemos estar seguros. Eso está por ver y se aclararía en una fase posterior a nuestra investigación".

¿Y si la radiación que hay que aplicar al virus es tan potente que no se puede administrar a un ser vivo? Los científicos gallegos lo sopesan pero también barajan el producir una emisión de menor potencia. Ésta no destruiría el coronavirus "pero podría evitar que funcione de forma efectiva, que se adhiera a las paredes de las células, que las abra? A lo mejor logramos impedir que penetre en las células", reflexiona Fermín Navarrina.

De vuelta al teatro

Lo que, de momento, también se atisba en el horizonte aún sin concretar para cuándo es el regreso normalizado a pabellones, estadios, grandes teatros y otras instalaciones.

En la Universidade de Vigo, ultiman un sistema con drones para grandes espacios. "Ahora, estamos en la fase de saber qué lugares serían suceptibles de utlización del sistema", explica Higinio González, profesor del área de Ingeniería Cartográfica de la Escola de Enxeñaría Aeronáutica e do Espazo de la Universidade de Vigo.

"De momento, señala González, los grandes espectáculos deportivos se celebran a puerta cerrada, pero en un futuro con limitación de aforo, podría ser interesante el uso de drones para desinfectar las bancadas. La desinfección manual es tediosa pero con estos sistemas pueden cubrir hasta una o dos hectáreas con desinfectante localizado en líquido".

Su equipo espera recibir este mes de septiembre el dron de prueba para hacer el test entre dicho mes y octubre con el fin de evaluar la tecnología.

¿Cuándo y cómo se utilizaría? "Al acabar un espectáculo, una vez se retire el público se harían unas pasadas con el dron pulverizando superficies, lo que inhabilitaría al virus", detalla Higinio González quien considera que "también podría tener aplicación en teatros, cines, espacios que tengan techos elevados, una cierta capacidad en altura para que los drones puedan volar sin problema. Lo bueno es que en los espacios interiores no hay restricciones de vuelo. Incluso se podría utilizar en campos de fútbol".

El dron es de fabricación china. "Barajamos desarrollarlo aquí pero están muy establecidos en el mercado y a un precio asequible. Desarrollar aquí un dron es una asignatura pendiente tecnológica que hay que superar. Los tiempos de espera serían mayores. Eso no significa que no sería deseable desarrollar esas tecnologías en nuestro país", opina.

En las próximas semanas, realizarán pruebas de concentración de fluido para saber cuánto acaba llegando a las superficies y cuánto es suficiente para inactivar el virus.

Será un paso más en la batalla por tierra y aire contra el enemigo vírico al que tratarán de arrebatar su corona.

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