Cuando llega el fin del año o con el cambio de estación, algunas revistas científicas de gran prestigio internacional acostumbran a incorporar un estudio intrascendente, curioso por llamarlo de algún modo, pero totalmente válido en su metodología y rigor científicos. Son informes que describen resultados originales a partir de una investigación con resultados válidos y fidedignos, pero cuyo tema de fondo suele ser una cuestión carente de gravedad, aunque, eso sí, llamativa.

Tras un vasto historial de artículos científicos innovadores y de alcance, algunos científicos españoles de seis comunidades autónomas diferentes, con el profesor José Joaquín Mira a la cabeza, decidieron meses atrás elaborar uno muy curioso: ¿Los pacientes que ocupan una cama 13 en los hospitales salen peor parados que si hubieran ocupado otro número de cama?

Con esta premisa, y teniendo en mente la superstición que existe sobre el número 13 "doce" servicios, departamentos y centros investigadores de España se lanzaron a poner a prueba si esta creencia tiene alguna base científica.

El número maldito

Bien es sabido que en Estados Unidos muchos centros hospitalarios y hoteles carecen del piso o habitación 13, y también ocurre algo parecido con las filas en los aviones. En diferentes países y en diferentes hospitales se dan medidas curiosas y, a veces, probablemente contraproducentes. Por ejemplo, evitar ser admitido en el hospital o no someterse a una operación el viernes 13, u omitir el 13 en la numeración de las salas y camas. Pero ¿esa circunstancia se repite en el ámbito sanitario en España?

Durante la celebración de la conferencia anual de la Sociedad Española para la Calidad de la Atención Sanitaria, en 2018, un grupo de directores de seguridad del paciente de diferentes servicios regionales de salud españoles, se plantearon al hilo de la supresión de la fila 13 o de la cama 13 en algunos hospitales españoles al asociar este número a la mala suerte, qué podía estar pasando realmente en los pacientes al ser admitidos en la habitación o en una cama 13.

De aquella inquietud nació este estudio, publicado ahora en el Journal of Healthcare Quality Research, la revista oficial de la Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA), y sorprendentemente, de entrada, se encontraron con que algunos de los centros estudiados, no todos, carecían efectivamente, por una u otra razón, de cama 13 en algunas plantas o servicios. De hecho, varios hospitales que quisieron participar fueron excluidos porque habían eliminado el factor de riesgo y no tenían camas numeradas 13 en sus servicios médicos o quirúrgicos.

Los investigadores, con buen humor, diseñaron un riguroso estudio retrospectivo con el objetivo de evaluar si es necesario rediseñar las políticas de seguridad aplicadas en los hospitales españoles para incluir la recomendación de evitar el número 13 en la numeración de habitaciones o camas. Un total de 16 investigadores de muy distintos hospitales del país se pusieron a averiguar qué les pasaba a los pacientes que durante su ingreso ocupaban una habitación o una cama 13.

Hoja de ruta

Con esto en mente, la hoja de ruta fue registrar y comparar la mortalidad y el número de eventos adversos (un efecto dañino no deseado que resulta de un medicamento u otra intervención) sufridos por los pacientes ingresados en las habitaciones o camas con numeración 13 (mala suerte) con la de los pacientes ingresados en habitaciones o cama 7 (buena suerte) durante un período de dos años. Se tuvieron en cuenta a todos los pacientes que ingresaron en ese tiempo en los servicios de Unidad de Cuidados Intensivos, Medicina interna, Gastroenterología, Cirugía y Pediatría.

Como en todo estudio científico los investigadores señalan algunas limitaciones de su estudio. En este caso, reconocen que esta investigación no se diseñó para analizar el hecho de que un paciente o un profesional fuera gafe y que eso pudiera causar los incidentes.

En su riguroso trabajo estudiaron de forma retrospectiva lo que ocurría en 8.553 admisiones en nueve centros hospitalarios pertenecientes a seis comunidades autónomas distintas: Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana, Madrid, Murcia y Navarra.

El caso es que los resultados son claros: 268 ingresos en cama 13 fallecieron, a diferencia de 282 en cama 7; y se produjeron 422 eventos adversos en 4.342 admisiones en cama13, a diferencia de 398 eventos adversos en 4.211 admisiones en cama 7.

Esto, entre otras cosas, lo que viene a constatar es que el decimotercero es simplemente el que sigue al duodécimo y que los efectos adversos no se deben a la mala o buena suerte, por lo que, la moraleja de este estudio científico reside en que las acciones dirigidas a mejorar la seguridad deben centrarse en aquellos factores sobre los que hay evidencia comprobada y no sobre este tipo de creencias.