India confirmó el 30 de enero su primer caso de Covid-19. Más de cinco meses después, y con el balance de contagiados con paso firme hacia los 700.000, el país figura entre los más afectados del mundo por la pandemia, algo previsible teniendo en cuenta su población pero que preocupa por los efectos que puede acarrear en grandes urbes o zonas sin apenas recursos.

India resgistró ayer 442 nuevos fallecimientos y otros 22.771 nuevos contagios, hasta un total de 18.655 decesos y 648.315 casos totales. El Gobierno de Narendra Modi impuso el 25 de marzo el mayor confinamiento que se ha ordenado por esta pandemia, al afectar a los 1.300 millones de habitantes del país. Cuando la cifra de casos no llegaba siquiera al medio millar, el primer ministro apeló en un simbólico discurso a la colaboración de la ciudadanía para "salvar India".

La paralización de actividades y transportes sumió al país en un escenario sin precedentes, no exento de polémica por las evidentes consecuencias que estos bloqueos acarrearon en personas que viven al día o que estaban trabajando en lugares lejanos a su zona de origen. Modi, sin embargo, lo consideró necesario frente a un virus que se extendía ya por aquel entonces "como el fuego".

A principios de junio, el país comenzó a levantar de forma progresiva las restricciones y, al albor de la desescalada, los casos han ido aumentando progresivamente, hasta encadenar en estos últimos días los peores datos de toda la pandemia, con cifras diarias de contagios que superan incluso los 20.000 y que agudizan una espiral al alza.