Las fiestas y el aumento de casos en el área de Lisboa son los principales escollos que enfrenta Portugal en estos días para el control del Covid-19, que también rebrotó ayer en el santuario de Fátima, donde 16 de sus trabajadores dieron positivo en las pruebas del coronavirus.Se produce solo a unos días de la fecha prevista por Portugal para reabrir sus fronteras.

El rebrote más importante, sin embargo, tiene que ver con una fiesta celebrada el pasado 7 de junio por un grupo deportivo de la localidad de Odiáxere (Lagos), en el Algarve. La fiesta ha provocado un brote de contagios de Covid-19 que ha alcanzado al menos a 90 jóvenes. El Gobierno luso ha instado a la Fiscalía a que inicie las investigaciones para que los organizadores asuman las consecuencias.

Por otro lado, ayer la Policía de Seguridad Pública (PSP) portuguesa dispersó una fiesta ilegal nocturna con más de un millar de personas en la playa de Carcavelos, en Cascais (Lisboa), cuando el máximo permitido para este tipo de reuniones es de 20 participantes.

Los agentes tardaron dos horas en acabar con la fiesta porque los jóvenes intentaron formar grupos más reducidos a lo largo del arenal.

También en la madrugada de ayer, la PSP de Braga tuvo que desalojar la explanada conocida como Campo das Hortas, donde se habían concentrado más de 200 jóvenes en otra convocatoria ilegal. En Oporto, la segunda ciudad del país, la Policía intervino para acabar con una aglomeración de varias decenas de jóvenes en el centro.

En Fátima, la alarma saltó cuando un empleado dio positivo, por lo que fue aislado y se sometió a test a todas las personas que pudieran haber tenido contacto con él. Dieciséis, todos ellos miembros del coro del santuario, dieron positivo.

La expansión de la enfermedad en las últimas semanas amenaza los logros obtenidos por Portugal en el inicio de la pandemia, que colocaron al país como un ejemplo en Europa.