La investigación contra el cáncer es primordial y el Covid-19 ha logrado casi pararla durante tres meses. "Básicamente los laboratorios estuvieron cerrados hasta hace casi dos semanas. Prácticamente, no pudimos hacer ningún trabajo de laboratorio. Intentamos avanzar en análisis de datos, escribir informes, artículos o proyectos... trabajo de ordenador. El análisis de muestras quedó parado", explica la bióloga viguesa Mónica Martínez -de Beade pero asentada en Castrelos- que dirige varias investigaciones desde el CIMUS de Santiago financiada por la Asociación Española contra el Cáncer.
En su caso, cuando a mediados de marzo, se decretó el estado de alarma, sus proyectos acababan de empezar y estaban en plena fase de recogida de datos. No pudieron continuar. "No se ha podido recoger nada en estos meses", lamenta.
"Este parón supone muchisimo porque partíamos de una situación en la que la ciencia era la gran perjudicada de la sociedad. No somos una de las prioridades. Ahora, esto genera mucha incertidumbre", explica apesadumbrada.
No es para menos. Sus investigaciones tienen un tiempo fijado para su ejecución; al igual que su contrato. De momento, no se van ampliar para recuperar los meses que estuvieron paradas por el latigazo del coronavirus. "En algunos proyectos, es posible que nos dejen prorrogar una parte del mismo pero en otros no. Estamos en una situación de mucha inestabilidad. No creo que seamos ahora mismo capaces de valorar el impacto. Pero si la situación era complicada, ahora aún lo es más, es como si tuviéramos que empezar de nuevo".
Sus proyectos están centrados en inmunoterapia. La propia Martínez indica "que ha supuesto una revolución en las opciones terapéuticas de los enfermos oncológicos. Entre un 20 y 40% presentan una buena respuesta. Mi trabajo se centra en encontrar biomarcadores que puedan predecir qué pacientes van a responder bien o no de cara a facilitar al oncólogo o clínico que le ofrezca el mejor tratamiento, el más personalizado para cada paciente".
"Estamos recogiendo muestras de pacientes sometidos a inmunoterapia para intentar ver las diferencias entre los que tienen buena respuesta y los que no, y ver qué se puede hacer en los que no tienen buena respuesta para que sí la tengan. Queremos entender a nivel molecular cómo funciona mejor esta terapia", señala.
¿Cómo se consiguen los biomarcadores? "Por un lado, responde, trabajamos con muestras de biopsias de cáncer de pulmón en el momento del diagnóstico. En otra vertiente, estamos recopilando muestras de sangre mediante lo que se conoce como biopsia líquida. La idea es intentar predecir en una simple muestra de sangre qué alteraciones del ADN o mutaciones pueden favorecer la respuesta a la inmunoterapia. Intentamos ver las poblaciones del sistema inmune de cada paciente por si puede tener un papel en la respuesta", señala.
Trabaja en colaboración con el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo y el Clínico de Santiago. "La inmunoterapia cada vez se aplica más pero no hay un biomarcador adecuado que permita predecir la respuesta. Por eso, hay muchos grupos trabajando en el tema", añade.
El fin es lograr entre estos dos hospitales entre 50 y 100 pacientes para esta investigación, centrada en el cáncer del pulmón de la que espera obtener resultados dentro de dos o tres años.
A mayores, se encuentra investigando sobre cáncer de vejiga, también con el apoyo del Instituto de Salud Carlos III y del Hospital 12 de Octubre, donde trabajó varios años.
Esta mujer científica reflexiona que "está muy de moda pedir proyectos para investigar el Covid-19 pero el cáncer sigue siendo la segunda causa de muerte a nivel nacional. Se tiene que seguir apoyando la investigación oncológica".
