La digitalización "forzada" por el coronavirus llegó para quedarse. Así lo entienden, con diferencias de matiz, desde la Consellería de Educación y los rectores gallegos. Pese a su desencuentro en pasadas jornadas en cómo afrontar una transformación digital de las aulas de las facultades en aras de una mayor apuesta por la docencia no presencial, que conllevó que la Xunta retirara su propuesta y que desde las universidades presentaran la suya, ayer mantenían una reunión que finalizaba con el "acuerdo de establecer un marco de colaboración para trabajar en el impulso de las competencias digitales en el SUG", como trasladó el departamento dirigido por Carmen Pomar en un comunicado.

Según la Xunta, comparten "objetivos" y ejes de acción, como "situar el alumnado como centro de las medidas, organizar la actividad docente en tres posibles escenarios (presencial, semipresencial y a distancia) y potenciar tanto la evaluación continua como la formación en competencias digitales". Educación concede, como habían reclamado los rectores, la relevancia de la presencialidad. Se trata, dice, de "sin mermar las fortalezas del sistema presencial" en la enseñanza universitaria público, avanzar en la mejora de la docencia a distancia y en la consolidación" de las herramientas creadas en la adaptación a la pandemia. Según la Xunta, ambas partes coincidieron en la necesidad de "unir esfuerzos" en esta meta, ofertando a los centros la posibilidad de "adaptarse" a las nuevas metodologías de enseñanza. Además, Pomar indicó que habrá financiación europea para la renovación pedagógica y tecnológica.