Pese a tener ya 79 años, no ha parado ni durante esta pandemia. El empresario Abel Matutes Juan (Ibiza, 1941) ha pasado este confinamiento en su casa de la isla, "tomando muchas precauciones", y regularmente acudía a su grupo de empresas, cuyas oficinas tenían "la mayor parte del personal de baja, con un ERTE". El exministro de Asuntos Exteriores tiene claro que "hay que estar preparados para los tiempos difíciles que llegan"

- Muchos se han aburrido y agobiado con el confinamiento. ¿Y usted?

-No, el trabajo ha sido diferente, más sincopado que suele serlo en mi caso habitualmente, porque en esta ocasión ha habido que lidiar con los imprevistos y con la amenaza del virus.

- Vamos, que no ha parado de trabajar.

-Pues no, pero eso no es nuevo. Siempre acabo enredándome y trabajando más. Y cuando termine la pandemia, pues a trabajar más para ponerlo todo en marcha otra vez.

- Pocos hoteles han abierto aún y muchos no parecen dispuestos a reabrir esta temporada, sobre todo si no llegan turistas extranjeros. Cómo ve el panorama.

-Mal. Ayer [por el lunes], cinco hoteleros grandes de España [Riu, NH, Melià, Barceló y Palladium] tuvimos una teleconferencia con la ministra de Turismo e Industria, Reyes Maroto, en la que examinamos durante dos horas la situación, manifestamos nuestra opinión y dimos nuestros consejos para que el impacto sobre la economía y, sobre todo, sobre los trabajadores españoles, sea el menor posible y, al mismo tiempo, salvar la industria. En estos momentos vamos hacia un desastre económico y social. Hemos de intentar que los daños sean los menores posibles. No se trata de buscar una solución para ir tirando, sino de afrontar un problema que tiene mucha profundidad y que en estos momentos afecta directamente a dos millones de familias. El turismo es la industria nacional con mayor número de empleos (2,7 millones), la mayor proveedora de fondos a las arcas públicas, más que otros sectores, y la mayor fuente de divisas de nuestra economía (90.000 millones de euros anuales).

- Por sus palabras, no parece confiar en que este año haya mucho turismo, ni nacional ni extranjero.

-No pinta bien. En la reunión con la ministra pedimos dos cosas fundamentales. La primera, que se retire cuanto antes la declaración de cuarentena para quienes lleguen desde el extranjero. Eso sí que es una señal tremenda de cara a los mercados. La ministra nos dijo que está trabajando en ello. Tras ese boomerang que habíamos lanzado unilateralmente, algunos países, como Francia, han empezado a reaccionar positivamente. Hace falta ahora negociar con el Reino Unido, que también aprobó un decreto en el mismo sentido. Hay que encontrar vías de entendimiento sin que se apliquen decretos como el de la cuarentena.

- ¿Y qué más pidieron a la ministra?

-Pues que para salvar algo la temporada se garantice la movilidad. Hay que tomar precauciones, pero hoy en día hay tecnologías que permiten resolver esta amenaza de la pandemia con métodos tecnológicos, por ejemplo con análisis y test. Ahora, realmente, las cosas pintan bastante mejor que hace un mes. A principios de mayo, el mundo se nos caía encima. Ahora se están tomando medidas que contribuirán a paliar en buena forma ese impacto negativo tan tremendo sobre la economía, el empleo y el bienestar social de los españoles. Hemos de estar preparados para tiempos difíciles.

- Acabo de leer en un medio de comunicación especializado en turismo que Palladium Hotel Group considera que parte de sus hoteles estacionales no abrirán hasta 2021, entre otras razones porque "hay destinos que sin el turista internacional simplemente no pueden sostenerse y tendrán que hibernar".

-Ciertamente, alguno de nuestros hoteles no se podrá abrir, pero los más importantes, sí. Tenemos previsto, desde el 1 de julio, iniciar la actividad de varios de modo definitivo: todos los Palladium Palace, el Hard Rock y el Ushuaïa Tower (donde no tenemos previsto, de momento, celebrar fiestas). El Beach Club de Ushuaïa no está previsto abrirlo; tampoco prevemos abrir el Tanit (Sant Antoni), que se está reformando para el año que viene. Sí abriremos el Bless de Cala Nova, y esperamos hacer lo mismo con el Palmira y el Don Carlos. Estos días estamos recibiendo importantes incrementos de reservas. Nuestro deseo sería poder abrir todos los establecimientos, aunque somos conscientes de que alguno de ellos no podrá.

- ERTE: ¿hay que alargarlos hasta octubre?

-Pedimos a la ministra Reyes Maroto que los expedientes de regulación temporal de empleo se flexibilicen un poco, en el sentido de que ha sido un buen instrumento para que, manteniendo el contrato en estado latente, se evite la destrucción de puestos de trabajo, al mitigar mucho y aplazar el cierre. El problema es que, tal como están ahora mismo regulados, si un hotel sólo tiene un 30% de ocupación, si saca del ERTE a la mitad de los trabajadores está obligado a pagar la Seguridad Social de todos. Los ERTE deben adaptarse a la situación de un negocio de estas características y aplicarse proporcionalmente, de manera que se evite una pérdida todavía mayor. Mejor que un hotel abra con el 20% de la plantilla a que esté totalmente cerrado. Lo ideal sería alargarlos hasta octubre. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, habló el lunes de extender los que vencen en junio hasta el 31 de julio. Esa es una buena decisión que resuelve, en parte, el problema y que amortigua el daño social que va a provocar esta crisis.

- ¿Cómo se quedó la pasada semana cuando el Gobierno pactó con Bildu derogar íntegramente la reforma laboral?

-Como empresario y persona, sinceramente, me pareció, como poco, un gran error del Gobierno. Los defensores y herederos de los terroristas no han pedido todavía perdón por sus crímenes. Lo menos que hay que hacer es tenerlos políticamente aislados y no negociar prebendas ni ningún tipo de acuerdos con ellos, pues al final eso es pactar con el diablo. En cuanto a derogar la reforma laboral, ahí hubo un fallo por parte de quien suscribió eso. Todo es mejorable, todo se puede dialogar y negociar, pero no cabe duda de que esa reforma del PP permitió crear tres millones de empleos netos. Si se derogara íntegramente, la consecuencia sería, además de la quiebra de muchas empresas, que se dispararán las cifras del paro. Y aun con esas medidas, habrá un incremento muy grande del desempleo. En ocasiones así, en las que está tanto en juego, hay que buscar los grandes acuerdos. Y la manera en que el Gobierno y Bildu llegaron a ese pacto dejaba marginado a la mitad del Parlamento. Era una maniobra poco limpia y un error de consecuencias fatales para la economía y para la sociedad.

- Pero no parece que esté el ambiente político para grandes pactos.

-Con esta división que hay política en el Parlamento, con tantas fuerzas pequeñas haciendo tan difícil componer mayorías sólidas y estables, lo que se impone es la sensatez y el sentido común. Lo deseable para la prosperidad de los españoles ante los malos tiempos que vienen sería un pacto de los partidos constitucionalistas, de manera que tuviéramos un marco de actuación que respetaran los grandes ejes que nos llevaron a una etapa de prosperidad y de convivencia. Pero lo que sean pactos con partidos que ni aceptan la Constitución ni el modelo social y económico de las sociedades occidentales democráticas, me parece un gran error. Comporta graves riesgos de división y, sobre todo, de mayor ruina económica.

- ¿Qué medidas económicas cree que faltan?

-La primera, y el Gobierno es consciente de ella, es la ayuda financiera exterior para afrontar el gran impacto negativo que supondrá la pandemia para la actividad económica. Se prevén caídas del PIB del 10% al 15%. Las necesidades financieras son, por tanto, enormes. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, ya han lanzado la idea de crear un fondo de la Unión Europea de 500.000 millones de euros...