El profesor de Filosofía e Historia y escritor madrileño Miguel Sandín mantuvo recientemente un encuentro telemático de lectores con el objetivo de hablar de su libro La tripulación del Utopía (Pez de Plata). Se trata de una disparatada y algo gamberra historia en la que el autor reúne a 10 de los grandes filósofos de todos los tiempos en un barco junto a una prostituta.

- Lleva muchos años enseñando filosofía. ¿Le pedía el cuerpo quitarle solemnidad ?

-Sí. Después de 30 años explicando a los mismos autores casi son como de la familia. Desde hace tiempo tenía la idea de crear una obra de teatro en la que están todos los filósofos juntos y al final lo que me salió fue una novela un poco gamberra, donde los personajes se toman sus gintonics hablando de estas cosas.

- Es contrario a la idea de la filosofía como algo serio, difícil, aburrido incluso.

-Sí. Era buscar la posibilidad de afrontar la filosofía desde otro punto de vista, darle un poco la vuelta. Que se pongan de acuerdo Nietzsche y Santo Tomás sobre qué es el bien o si Dios existe es algo relativamente complicado. La historia ofrecía la posibilidad de paradojas muy interesantes. Y de personajes más carnales, más cercanos.

- ¿Están la filosofía y las humanidades en horas bajas?

-En los poderes públicos hay un cierto interés en buscar el lado pragmático del conocimiento. En esta pandemia, una ministra decía que hay que fomentar las matemáticas, el inglés y los conocimientos útiles. Y se ha ido restando protagonismo a la literatura, las lenguas clásicas o la filosofía como un conocimiento poco práctico, cuando quizá como personas es lo que más nos puede formar. Yo tendría miedo de un ingeniero o un médico que solo tuviera conocimiento técnico y le faltara el lado humano.

- Como profesor, ¿nota que los jóvenes leen más o menos?

-Yo creo que leen menos, aunque tienen acceso a muchos más datos. Creo que se publica más que nunca y se lee menos que nunca. Aunque hay excepciones y no se puede generalizar, creo que el actual porcentaje de lectores es menor.

- ¿Influyen los medios y las redes con sus nuevos ritmos?

-Los jóvenes de ahora son nativos digitales, han tenido siempre entre las manos un móvil o un ordenador y están acostumbrados a mensajes de unas pocas líneas y una gratificación muy inmediata, y la gratificación del libro es más a posteriori. Tuve una alumna bastante brillante que hacía preguntas muy pertinentes, pero luego me dejaba los exámenes a medio terminar. Cuando le pregunté por qué me dijo que a ella pensar y escribir cosas tan profundas la dejaba muy cansada.

- ¿Cómo llevó el confinamiento por la pandemia?

-Escribí otra novela de humor y desde ese punto de vista, bien. Como profesor, me causó bastante frustración, porque estoy acostumbrado a hablar con los alumnos cara a cara y trabajar a través del ordenador es bastante frustrante.

- ¿Nos cambiará la pandemia, como se dice?

-Soy pesimista. La primera guerra mundial no nos cambió la vida, pasados unos años volvimos a ser los mismos y llegó la segunda, después creamos fundamentalismos religiosos, terrorismo. Durante cuatro o cinco años solo seremos más desconfiados y a la postre seguiremos siendo lo que hemos sido hasta ahora. No creo que debamos pensar que vamos a ser mejores. De hecho, ahora si estudias las redes sociales, en España estamos absolutamente polarizados. Yo tengo amigos que solo cuelgan entradas contra el Gobierno y otros que solo las cuelgan a favor del Gobierno. Estamos radicalizados de una forma bastante absurda, porque en el fondo la cuestión es cómo resolvemos el problema. En otros países de nuestro entorno han hecho piña. Aquí somos cainitas desde hace 200 años.