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El talón de Aquiles de Cuomo

La decisión del popular gobernador de Nueva York de alojar a 4.500 contagiados en centros de mayores le pone en el disparadero

El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo. // K.P.C.

Quien crea que la disputa política encarnizada en plena pandemia únicamente se produce en España solo tiene que mirar a Estados Unidos. Allí, uno de los principales rivales de Donald Trump, el gobernador demócrata de Nueva York Andrew Cuomo, ha pasado de héroe a villano al conocerse que desvió a 4.500 personas positivas por Covid-19 a residencias de mayores del estado, el más castigado por la epidemia en Estados Unidos, y tradicional bastión del Partido Demócrata.

Cuomo no es uno más entre los gobernadores de los 50 estados de la Unión. Ejerce la autoridad en uno de los más importantes política, económica y demográficamente (19 millones de habitantes), y desde el inicio de esta crisis se ha destacado como el principal antagonista del presidente Trump. Para entendernos, Cuomo es a Trump lo que Isabel Díaz Ayuso es a Pedro Sánchez.

Además, el político neoyorquino, de 62 años, es un claro ejemplo de demócrata "pata negra": desde 2011 ejerce el mismo cargo que ocupó su padre, Mario Cuomo, a lo largo de tres mandatos, entre 1983 y 1994. Por si le faltara algún pedigrí, está casado con la activista de derechos humanos Kerry Kennedy, hija del que fue candidato del Partido demócrata a la Casa Blanca Robert F. Kennedy, asesinado en 1968, y sobrina del presidente John F. Kennedy, víctima también de magnicidio en 1963.

Además, su hermano menor, Chris Cuomo, dirige y presenta un programa de actualidad política de la CNN en el que ambos han mantenido conversaciones en directo en horario de máxima audiencia desde el inicio de la epidemia en Estados Unidos. El diálogo entre hermanos, uno periodista abiertamente crítico con Trump y otro gobernador también enfrentado al presidente, adquirió un cariz aún más emotivo cuando Chris Cuomo contó que había contraído el SARS-CoV-2 y siguió haciendo el programa desde el sótano de su casa mientras pasaba la enfermedad.

Con estos antecedentes, y siendo Nueva York el estado norteamericano más afectado por la epidemia de Covid-19 -registraba ayer 29.141 muertos, más que en toda España-, es fácil imaginar el revuelo que ha suscitado su más que discutible decisión de alojar a 4.500 contagiados en residencias de mayores.

La noticia no es nueva. Ya el 26 de marzo "The Wall Street Journal", de tendencia conservadora, informó de la directiva del departamento de Sanidad del estado de Nueva York para desviar a pacientes en proceso de recuperación a las residencias geriátricas, lo que suscitó las críticas de las organizaciones médicas, temerosas de que la medida empeorase la situación ya calamitosa de muchos de esos centros.

La agencia Associated Press (AP) ha sido la que ha publicado su propio recuento, al no haberse facilitado cifras oficiales. La decisión de Cuomo se entiende aún menos al recordar que el propio gobernador de Nueva York dijo que las residencias eran "el lugar de alimentación óptimo para este virus". "Es la decisión más estúpida que alguien podría tomar si quisiera matar gente", dijo a AP Daniel Arbeeny, que sacó a su padre, de 88 años, de una residencia de Brooklyn en la que se habían registrado más 50 muertos. El anciano murió más tarde en su casa.

El 10 de mayo Cuomo dio marcha atrás a su decisión, pensada -explicó- para liberar camas de hospital. Sin embargo, siguió defendiéndola, negando que tuviese que ver con las más de 5.800 muertes por coronavirus registradas en residencias de mayores y centros de día de Nueva York. Dijo incluso que las residencias tenían que haberse negado a acoger estos enfermos si no podían hacerse cargo de ellos. Sin embargo, el daño ya estaba hecho, tanto a los mayores como al prestigio del destacado político demócrata.

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