Las primeras conclusiones del estudio epidemiológico de la Xunta cifran en un 1,15% la prevalencia del SARS-CoV-2 en Galicia. Para el epidemiólogo Antón Acevedo Prado, del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), este dato tiene una doble lectura: que las medidas iniciales de contención han surtido efecto, pero que todavía hay un porcentaje muy alto de población susceptible de infectarse en caso de que se produzcan rebrotes.

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- ¿Le han sorprendido los datos de seroprevalencia del SARS-CoV-2 en Galicia o entran dentro de lo esperado?

-Sospechábamos que la difusión comunitaria del SARS-CoV-2 en Galicia no era muy elevada, en comparación con otras zonas de España. No teníamos muy claro si rondaría el 1, el 2 o el 5%. Los estudios realizados por la Xunta y el Ministerio de Sanidad nos han dado una información bastante consistente al respecto. Ambos coinciden en que la difusión comunitaria en la comunidad gallega ha sido baja. ¿Qué significa esto? Por un lado, que las medidas iniciales de contención han tenido efecto, evitando la propagación excesiva de este coronavirus. Por otro, que todavía hay un porcentaje muy alto de población susceptible de infectarse. Si nos relajamos con las medidas de higiene y distancia social y no estamos alerta, la probabilidad de que se produzcan rebrotes con muchos contagios es mayor en nuestra comunidad que en otros puntos del país donde el SARS-CoV-2 ha circulado más.

- ¿Ahora viene lo más difícil?

-La contención comunitaria de un virus, con un confinamiento total de la población como el que hemos vivido durante más de 40 días, es relativamente sencilla. Al limitar la movilidad de los ciudadanos y obligarles a permanecer en sus casas, se reducen considerablemente las oportunidades del patógeno para diseminarse. Pero es obvio que no podemos permanecer confinados eternamente. A medida que vayamos retomando nuestra actividad social, el SARS-CoV-2 tendrá también más oportunidades para propagarse. De ahí que ahora sea doblemente importante hacer caso a las recomendaciones de distanciamiento social e higiene personal, y centrar los esfuerzos en la detección precoz de los casos. Todo ello será clave para evitar posibles rebrotes en las próximas semanas y meses.

- ¿Que el SARS-CoV-2 haya circulado poco por la comunidad gallega tiene alguna ventaja a corto o medio plazo?

-Tiene varias ventajas. El hecho de que la prevalencia del virus en la comunidad gallega haya sido baja, y que en este momento se estén registrando muy pocos casos nuevos, hace que el control de la epidemia sea relativamente más sencillo, porque podemos detectar los contagios con mayor rapidez. El mayor problema vendrá cuando se levanten las limitaciones a los desplazamientos y el transporte de la población. Empezaremos a recibir visitantes de otras zonas de España y de otros países, y eso complicará la situación.

- ¿El estado de alarma es, ahora mismo, la mejor barrera para contener la propagación del coronavirus en Galicia?

-Mientras dure el estado de alarma la situación es más manejable, porque nos encontramos en una zona de baja difusión del SARS-CoV-2 y no estamos importando casos, pero el riesgo se va a incrementar en cuanto exista esta posibilidad. Lo estamos viendo en China. La mayor parte de las infecciones que se detectan actualmente en ese país tienen su origen fuera. No son casos de trasmisión local. Por eso creo que, en Galicia, la posibilidad de que haya rebrotes aumentará a partir de julio, cuando se levanten todas las medidas de confinamiento y volvamos a recibir turistas y a movernos también nosotros de un sitio a otro.

- ¿La subida de las temperaturas nos dará una tregua?

-Todos los virus respiratorios se diseminan menos en verano, no tanto por la subida de las temperaturas, como por el estilo de vida que llevamos habitualmente durante los meses de más calor. Desde el punto de vista epidemiológico, el riesgo de propagación de este coronavirus será más elevado en otoño, por la mayor cercanía de los contactos en espacios cerrados. Pero ya desde julio puede ir aumentando por el hecho de importar casos.

- ¿Qué hemos aprendido en los últimos tres meses?

-A día de hoy, estamos mucho mejor preparados que a principios de marzo para hacer frente a los nuevos contagios. Contamos con sistemas más robustos para detectar los casos de forma precoz, y nuestra capacidad de diagnóstico es también mayor que hace tres meses. En la actualidad, somos capaces de realizar muchas pruebas PCR cada día y de tener un diagnóstico en apenas 24 horas. Además, sabemos que el virus está entre nosotros. Ya no lo vemos como algo lejano, ajeno a nuestra sociedad. Ahora le ponemos cara. Conocemos a gente que lo ha sufrido y sabemos cuáles son sus principales síntomas. Esto facilita enormemente el diagnóstico y reduce el riesgo de posibles rebrotes.

- ¿Habrá más confinamientos?

-Es una probabilidad que está ahí. No obstante, si hubiese que recurrir de nuevo a medidas de este tipo, no creo que sean confinamientos como el que hemos vivido en los últimos meses. Me inclino a pensar que irán más en la línea de lo que se está haciendo, por ejemplo, en China. Confinamientos más concretos, limitados a una determinada comunidad o quizás a una comarca, al entorno de una residencia de mayores... En definitiva, más localizados. Me cuesta pensar que pueda volver a confinarse a toda la población del país.

- ¿Por qué los casos de Covid-19 que llegan actualmente a los hospitales gallegos son menos graves que los registrados en los meses de marzo y abril?

-No tenemos una certeza absoluta de por qué esto puede ser así, aunque hay varias teorías sobre esta cuestión. Hay un hecho comprobado y es que, a medida que pasa el tiempo, los virus se van adaptando a su huésped, se atenúan y pierden virulencia. Esta podría ser una de las causas. También influye mucho la carga viral. De un tiempo a esta parte, estamos llevando a cabo una limpieza más exhaustiva de las superficies y hemos limitado el contacto social más estrecho, como los besos y abrazos. En un determinado momento podemos entrar en contacto con el SARS-CoV-2, pero es posible que la cantidad de virus al que nos exponemos sea menor que cuando no sospechábamos que estaba entre nosotros y hacíamos una vida más social.

- ¿Un último consejo?

-Incidir en que la responsabilidad individual es clave para controlar la propagación del SARS-CoV-2. El confinamiento de la población ha surtido efecto, y el sistema sanitario ha respondido. Pero para lograr contener con éxito la epidemia, hay que cumplir a rajatabla con las medidas de higiene personal y de distanciamiento social. Siendo responsables nos protegemos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y al conjunto de la sociedad. Salir de esto es cosa de todos.