El Obispado apela a la "prudencia para evitar riesgos"

En las presentes circunstancias, tanto los párrocos como las familias han mostrado sus preocupaciones y dudas, por lo que desde el Obispado han tratado de ofrecer unas "orientaciones genéricas" que cada párroco tendrá que concretar en sus comunidades y en diálogo con las partes implicadas (familias) y con los agentes de pastoral (catequistas).

Reconocen también que "en este momento sería aventurado establecer fechas concretas" por lo que tendrán que mantenerse "a expensas de lo que las autoridades civiles determinen sobre la posibilidad de celebrar actos sacramentales y festivos". "Debemos hacer cumplir, en la parte que nos corresponde, la normativa civil que afecte a la esfera religiosa. Ahora más que nunca es necesario mostrar empatía y proximidad con nuestros fieles", añaden.

Sobre las comuniones, por tanto, consideran que "lo más razonable" será dialogar con los padres para llegar a un acuerdo sobre las posibles fechas en las que celebrarlas. En algunos casos, añaden que se podrán retrasar al verano o al inicio del próximo curso, mientras que consideran que algunos padres preferirán realizar la celebración el año que viene. En cuanto a la preparación, tras la suspensión de la catequesis en su formato habitual en el estado de alarma, apuntan que "la formación de los niños y niñas debe continuar, asumiendo los padres una función que les es propia: educar cristianamente a sus hijos". Llegado el caso, se valorará la opción de ampliar el tiempo de preparación para suplir el que no se pudo hacer a lo largo del curso.

En cuanto a las bodas, también subrayan que "el párroco valorará con los novios sobre la fecha más idónea". Tras la suspensión de los cursillos prematrimoniales, habrá que actuar con "comprensión", facilitando unos encuentros de formación con los novios y ofertando, incluso, algún cursiño online.