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El negocio de las flores se marchita

Los viveristas gallegos calculan en 18 millones de euros las pérdidas de la campaña de primavera por no haber podido vender hasta ahora en floristerías y supermercados

Juan José Alonso, gerente de Veraleza y de Viveros San Campio, en las instalaciones de Tomiño. // José Lores

"Nos han robado esta primavera, la época del año en que vendemos el 70 por ciento de nuestra producción. Estamos al borde de la quiebra". Así se expresa Juan José Alonso Otero, gerente de Veraleza, empresa de Tomiño que comercializa planta ornamental tanto propia como de otros agricultores de la zona y de otros lugares de Galicia. A partir de este lunes podrán vender con ciertas condiciones en floristerías, y desde el 11 de mayo de forma generalizada, pero las pérdidas del último mes y medio ya no podrán recuperarlas. Más de dos terceras partes de la producción de planta ornamental se pone en el mercado entre primeros de marzo y finales de mayo, por lo que los efectos de la pandemia de Covid-19 "son dramáticos para nuestro sector, el más afectado de toda la agricultura", añade Alonso.

"El sector está desesperado; donde hay un vivero habrá pérdidas", comenta Santiago Ramos, gerente de la Asociación de Viveristas del Noroeste, Asvinor, que da por perdida la campaña de primavera. El sector viverista reúne en Galicia a 289 productores de planta ornamental, forestal, frutal y plantel de huerta. Según cálculos de la asociación, las consecuencias de la pandemia van a provocar en la venta de planta ornamental y flor cortada unas pérdidas estimadas de 18 millones de euros en la actual campaña de primavera.

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Explica Santiago Ramos que, aunque hasta ahora se permiteía la venta de planta ornamental por Internet o por teléfono, con la prohibición de la venta habitual se frenó todo, "porque no se pudo comercializar ni en establecimientos de jardinería, ni en floristerías ni en supermercados". La desesperación llega a tal punto que muchos de los asociados de Asvinor están tirando la planta o quemándola, porque necesitan el espacio físico para seguir con la producción de las próximas campañas.

Reclama Santiago Ramos que se considere la plantsa ornamental, como en otros países europeos, "un producto de primera necesidad, porque se ha demostrado que la planta mejora la calidad del aire, algo fundamental en el estado de confinamiento en que nos encontramos. Ese rato en que vas a estar regando o cuidando la planta es un momento de entretenimiento muy saludable".

Desde Asvinor reclaman ayudas para poder preservar las próximas producciones. "Porque las pérdidas de 18 millones de euros pronto se empezarán a multiplicar", añade el gerente de la asociación. En concreto, piden ayudas para la destrucción de las plantas que no se pudieron vender, con todos los controles sanitarios, y también para el mantenimiento de las que se puedan conservar en los viveros.

Los viveristas gallegos no entienden por qué hasta ahora no han podido vender las plantas. "Si hasta el movimiento de los balcones está deseando poner plantas en los mismos, y hay mucha gente que vive en casas con jardín que podría aprovechar este confinamiento para poner nuevas plantas. Como no haya ayudas, el sector se va a la quiebra", alerta por su parte Juan José Alonso.

Las previsiones que tienen hasta finales de año "son terroríficas, sobre todo para las flores cortadas, porque no habrá bodas, comuniones o bautizos tal como los entendíamos hasta ahora, ni tampoco fiestas populares u otros eventos. Si en Veraleza facturamos en torno a los 12 millones de euros, calculamos que tendremos una caída de ventas del 60 por ciento", apunta el gerente.

Perfil de los trabajadores

Otro factor a tener en cuenta en esta crisis es el perfil de los trabajadores que se están viendo afectados. En Viveros San Campio, por ejemplo, trabajan 30 personas de la comarca del Baixo Miño, el 95% de ellas mujeres del medio rural. "Se trata de personas con una edad superior a los 50 años que en caso de quiebra sería muy difícil reubicar en otros empleos. Algo similar sucede en la mayoría de los viveros que existen en Galicia", refiere Alonso, también gerente de esta empresa de producción propia que factura al año unos dos millones de euros, "y vamos a tener unas pérdidas de un millón doscientos tranquilamente".

Con un equipo de 90 personas, Veraleza distribuye flores, plantas y complementos para floristería y jardinería. "Además, nuestros técnicos asesoran a los productores en todo aquello que necesiten", explica Juan José Alonso. La primavera es la estación clave en el negocio de la planta ornamental, "porque es cuando tenemos el clima perfecto para nuestra producción. Además, es cuando la gente acondiciona los jardines y los balcones", explica Alonso.

"Estamos en un ERTE -añade el gerente de Viveros San Campio- pero aquí lo importante es la producción, porque en las plantas no puedes darle al botón de pausa; siguen creciendo. Estamos pidiendo por favor que nos dejen vender. No entendemos por qué en España los centros de jardinería estuvieron cerrados cuando en toda Europa la mayoría siguieron abiertos; son espacios donde se puede facilitar la distancia entre los clientes, y además en un ambiente natural".

En la comarca del Baixo Miño, una de las de mayor producción de toda Galicia, la planta ornamental genera unos 400 puestos de trabajo directos. Natalia Peixoto es una de las responsables de Viveros Nilo, una empresa familiar ubicada en Figueiró (Tomiño) que cultiva árboles y arbustos variados en una extensión de 40 hectáreas, tanto en suelo como en contenedor; además comercializan planta de temporada. "Prácticamente está todo parado -señala-. Nosotros vendemos a otros viveros y a otras tiendas de jardinería, y al estar cerrados no hay venta". No sabe cuándo podrán volver a la normalidad, pero cree que, con suerte, no podrán hacerlo hasta septiembre u octubre, ya en la próxima campaña.

En Viveros Nilo trabajan unas 30 personas, que ahora están acogidas a un ERTE, "pero no por causa se fuerza mayor, porque al ser sector productivo no nos dejan hacerlo", añade Natalia. Hasta ahora, a los viveros se les permitía la actividad mínima para el mantenimiento, pero poco más. Tras algo más de un mes de cierre, Natalia Peixoto estima que de momento ya han tenido pérdidas de entre un 10 y un 20%, que podría ampliarse si la situación no se arregla. "Podemos exportar, pero tampoco es fácil con esta pandemia mundial. La situación es muy delicada", añade.

Destaca por último la responsable de Viveros Nilo la importancia de este sector para fijar población en el rural, porque a los viveros están vinculadas empresas de transportes, de productos fitosanitarios o de riegos. "Al frenarse la actividad, repercute en mucha gente de la comarca", concluye Natalia Peixoto.

Sello de calidad

Asvinor gestionó con la Xunta de Galicia la concesión del sello Galicia Calidade para la planta ornamental gallega, una distinción vigente desde 2019 y reservada para la planta selecta producida en la comunidad. Javier de Miguel, director técnico de Galicia Calidade, se encarga de realizar las auditorías a los viveros acogidos al sello de calidad.

En opinión de Javier de Miguel, esta crisis del sector "está trastocando de momento toda la iniciativa que se había desarrollado para potenciar el certificado de calidad y a su vez posicionar mejor en el mercado a la planta gallega, una iniciativa pionera en España".

Lamenta el director técnico de Galicia Calidad que mientras otros productos del ámbito agrario y ganadero son considerados de primera necesidad, no haya sucedido lo mismo con la planta ornamental. "Hay otro segundo problema que agrava el tema y es el hecho de que la planta herbácea es muy perecedera, con lo que la sacas al mercado en temporada o la pierdes, que es lo que está pasando ahora", concluye Javier de Miguel.

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