En el 2014 se estrenó la serie de terror psicosexual Penny Dreadful, creación de John Logan (guionista de Gladiator, El aviador y Skyfall, por ejemplo) en torno a una especie de gran familia disfuncional con miembros tan ilustres como Dorian Gray, Drácula y Frankenstein y su monstruo.

En el spin-off P enny Dreadful: City of Angels, que llegó ayer lunes a Movistar Series, la acción se traslada del Londres victoriano a la ciudad de Los Ángeles de 1938, y la influencia del neo-noir gana a la del terror gótico. Pervive el interés por investigar los mitos, en este caso la Santa Muerte (Lorenza Izzo), aquí representada como un ángel que nos conduce amorosamente hacia el otro lado. Su contrapartida es Magda (excelente Natalie Dormer), una diabla multiforme que te susurra al oído para llevarte a la perdición. El joven detective Tiago Vega (Daniel Zovatto) y su veterano compañero Lewis Michener (el gran Nathan Lane) se ven inmersos en una trama que reúne folclore sobrenatural, cultos demoníacos y espías nazis.

Si en la serie madre fue J. A. Bayona el encargado de sentar los patrones visuales, aquí esa responsabilidad ha recaído en el sevillano Paco Cabezas, ya director de cuatro episodios de la tercera temporada de Penny Dreadful. "Eso es lo que me ha parecido más interesante", cuenta vía telefónica. "Poder llegar a la serie al principio y marcar las pautas. Entre Logan y yo, decidimos que el estilo debía ser, ante todo, elegante".

Las influencias llegaron de cine neo-noir ambientado en Los Ángeles en una época más o menos similar, sobre todo Chinatown. "Siempre hago una especie de libro antes de empezar a rodar", explica Cabezas. "Descuartizo el guion, cojo las piezas y armo una especie de Frankenstein con dibujos, fotos de la época, de otras películas? Esta vez usé muchas fotos de Chinatown, El intercambio o L. A. confidential.

Pero Cabezas quería hacer algo, a la vez, clásico e inesperado. Principalmente se obcecó en la idea de hacer un noir? soleado: "Es algo bastante insólito, no demasiado cultivado", dice. "La piel de los personajes era muy importante, que se notara el tono tostado de la tez latina. Y que se sintiera el sudor de los personajes. Me obsesioné porque todo fuera lo más físico posible". Por eso mismo potenció un estilo visual dinámico, a pesar de las obstáculos geográficos y arquitectónicos: "En Los Ángeles apenas queda ya arquitectura de esa época. Si se te va un poco la cámara, acabas capturando un centro comercial impersonal o alguna tienda moderna de estética dudosa. Pero no quería una dirección demasiado controlada; si había un plano de un coche avanzando hacia el horizonte, quería seguir a ese coche".

Para el barrio latino usaron los estudios Melody Ranch, donde John Wayne rodó más de treinta películas. El uso de extensiones digitales añadió profundidad de campo y credibilidad histórica a muchas otras escenas, como la del discurso nazi en Pershing Square, una localización recreada digitalmente con fotos de la época.

A Cabezas le atraía toda aquella estética pretérita, pero también la oportunidad de explorar la lucha de clases en un tiempo tumultuoso. "La serie trata, en gran medida, sobre una América dividida. Cuando en el primer episodio se habla de abrir una autopista en el barrio latino y se generan esos enfrentamientos con la policía, la situación es simbólica; es como si se abriera una brecha a nivel mundial. Eso me toca porque yo provengo de un barrio humilde".

La presencia de un español tras la cámara agilizó, al parecer, algunas partes del rodaje. "Adriana Barraza [que encarna a la madre de Tiago] ha sido como mi abuela. De diva no tiene nada. Y le vino bien que yo estuviera ahí para traducirle las indicaciones de Logan, que puede hablar muy rápido. Como actriz, Barraza es un terremoto; se ve sobre todo en el segundo capítulo, cuando está en el hospital".

Trabajar en series estadounidenses permite a Cabezas jugar con géneros a los que nunca se habría podido asomar desde producciones españolas. De la acción marcial de Into the badlands a la fantasía mística de American gods, pasando por la acción juvenil ultraviolenta de Clase letal. "He pasado estos últimos años como en un gran parque de atracciones, saltando de una atracción a otra. En España, si quisiera hacer algo sobre, digamos, dioses milenarios que viven entre nosotros, resultaría poco creíble", afirma el sevillano.

Aunque parezca extraño, rodar con cientos de extras y bajo la atenta supervisión de poderosos ejecutivos de Hollywood le ha resultado menos estresante que dirigir proyectos más personales como Carne de neón y Adiós. "Cuando ruedas un proyecto propio, eres el padre de la criatura, con todo lo que eso conlleva. Aquí en cambio solo soy como el tío que llega en Navidad con los regalos y después se marcha".

En este momento, Cabezas sueña con rodar pronto A cat in a box, película de robos ("en plan Ocean's eleven, pero más oscura") protagonizada por Sam Rockwell, con quien ya trabajó en Mr. Right. Pero es realista y sabe que, seguramente, antes trabajará en otras cuatro series. "Hacer cine independiente significa darse cabezazos contra la pared".