La industria del motor arrancó ayer al ralentí y con grandes dudas sobre cómo afectará la pandemia del Covid-19 a las ventas en lo que resta del año. Las primeras fábricas en ponerse en marcha han sido las del gigante alemán Volkswagen AG, tanto Landaben (Navarra) como Seat (Martorell), y la de Mercedes-Benz (Vitoria). Y a lo largo de esta semana y la próxima lo harán las de montaje de Renault en Palencia y Valladolid (motores y cajas de cambio ya iniciaron su actividad hace días), Ford en Almussafes e Iveco en Madrid y Valladolid. Las únicas de la Península que por ahora no tienen fecha de vuelta son las tres del Grupo PSA: Grupo PSAVigouna decisión que ha descolocado a los proveedores más dependientes y a la propia plantilla, aunque la multinacional francesa que preside Carlos Tavares lo dijo muy claro: no volverá a fabricar coches hasta que se vendan.
Con las mejores previsiones sobre la mesa, el sector perderá este año un 25% de sus ventas, aunque todos los analistas coinciden en que dependerá de cómo evolucione la pandemia, los tiempos de desescalada en los distintos países -la industria española de las cuatro ruedas exporta más del 90% de su producción, sobre todo al resto de países europeos- y las repercusiones económicas de esta nueva crisis que, según algunas voces, podría ser peor para el motor que la de 2009. Uno de los puntos positivos a los que se aferra el sector es lo que está ocurriendo en China, donde tras la deshibernación las entregas de automóviles se han disparado un 20% en parte por un efecto rebote pero también por la aversión a utilizar ahora el transporte colectivo por temor a nuevos contagios.
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Las marcas analizan todos los escenarios posibles y tras mes y medio de parón obligado están volviendo al trabajo en España con calendarios definidos; todas, menos PSA pese a que sus plantas han adoptado todas las medidas de seguridad disponibles para prevenir los contagios en los talleres y oficinas. Ayer lo hicieron Seat en Martorell, con 3.000 de sus 11.000 trabajadores de producción; Mercedes-Vitoria, con un tercio de la plantilla y en un único turno de los tres que tiene habitualmente la planta, y Volkswagen-Landaben, con unos 1.600 empleados (tiene 4.800).
Mañana vuelven al tajo los centros de ensamblaje de Renault en Valladolid y Palencia, que se sumarán a las plantas que el fabricante francés tiene de motores, en Valladolid, y de cajas de cambio, en Sevilla, que reabrieron el 16 de abril. Ford en Valencia continuará parada, al menos, hasta el 4 de mayo, en línea con el resto de plantas europeas del grupo. E Iveco ha aplazado al próximo 11 de mayo la reanudación de la actividad de sus dos fábricas en España (Valladolid y Madrid), prevista para el día 4, debido a que las plantas que les suministran gran parte de las piezas están en el norte de Italia y permanecen cerradas por la Covid-19.
Balaídos
En Vigo(27 de marzo y 6, 16, 20 y 27 de abril), la dirección del centro se limitó a informar que seguiría cerrado sine die hasta que hubiese una decisión del grupo (a los proveedores se les avisará con una antelación de 5 días). Y este, durante la presentación de resultados del primer trimestre, fue tajante: no se fabricarán coches hasta que se vendan, algo que se antoja casi imposible mientras las redes de concesionarios sigan cerradas (el negocio online sigue siendo residual).
Esta situación ha descolocado a la plantilla, sometida a un primer ERTE de fuerza mayor al que seguirá uno por causas organizativas y productivas hasta finales de año, y también a los fabricantes de componentes más dependientes de Balaídos, que, al contrario que otras empresas que tienen su cartera de clientes más diversificada, seguirán cerrados el tiempo que lo esté PSA.