La crisis sanitaria provocada por la Covid-19, la suspensión de las clases presenciales y el confinamiento obligatorio decretado por el Gobierno ha dejado patente la grave brecha digital que carga la comunidad gallega desde hace años, tanto por la falta de conectividad en parte del territorio, las zonas rurales, como por los problemas de acceso a medios tecnológicos de un sector de la población debido a la falta de recursos económicos.

Ante esta situación, profesores y vecinos se han organizado para intentar sacar adelante el curso y articular alternativas y medidas de cara a garantizar que el alumnado pueda seguir las clases y evitar que se quede atrás debido al aislamiento digital.

La Confederación Galega de ANPA (Confapa-Galicia) elaboró un estudio, con unos 6.200 encuestados, en el que advertía de que casi un tercio de las familias gallegas con hijos escolarizados carece de acceso a redes apropiadas para poder continuar el curso de forma telemática. Un escaso 20% del personal docente afirma que puede interactuar sin problemas con el alumnado y la mayoría (61%) dice que puede comunicarse con limitaciones.

La CIG, por su parte, alertó de que existe una mayor afectación derivada de vivir en el ámbito rural, ya que respecto al alumnado que habita en ciudades y pueblos medios, hay una diferencia de diez puntos porcentuales (45% frente a 34 o 35%).

El dato más contundente es que en el 25% de las aulas del profesorado que contestó al cuestionario la participación es inferior al 30%. Frente a este dato, solo un 10% de las clases registran una participación mayor del 90%.

Las iniciativas impulsadas para llegar al alumnado son de lo más variado: desde 'walkie talkies', entrega de apuntes en fotocopias o vídeos y tutoriales con ejercicios. Otros municipios, como Ribadavia, pusieron en marcha un servicio de impresión de material escolar con entrega a domicilio.