La séptima reunión de Pedro Sánchez con los presidentes autonómicos desde que se inició la crisis sanitaria tuvo como eje los preparativos para iniciar la desescalada, cuyo plan se aprobará mañana en el Consejo de Ministros. La dirección del desconfinamiento corresponde al Gobierno central, como ayer se encargó Sánchez de recordarlo de nuevo. Sobre esta jerarquía de mando, la Xunta no tiene objeción alguna, pues su titular, Alberto Núñez Feijóo, la calificó de "razonable", pero reclamó que las autonomías puedan "modular" el marcoes decir, introducir modificaciones en el proceso de desconfinamiento en función de las singularidades de cada comunidad. En todo caso, sí mostró su rechazo a que la desescalada asimétrica se diseñe por provincias, tal como plantea el Ejecutivo central, y propuso que sean las áreas sanitarias -siete en la comunidad: dos en Pontevedra, tres en A Coruña, una en Ourense y otra en Lugo- las que se usen como base territorial para lanzar la reactivación.

No obtuvo respuesta por parte de Pedro Sánchez a este planteamiento, como tampoco a su solicitud de que puedan abrir de forma inmediata talleres mecánicos, concesionarios de coches, pequeños comercios y los mercados tradicionales al aire libre aunque el riesgo de contagio, según Feijóo, sea el mismo que al acudir a una tienda de alimentación o a una farmacia.

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¿Por qué las áreas sanitarias como unidades de superficie para discriminar la desescalada? Porque estas llevan el control epidemiológicos de sus respectivas zonas y cuentan con los hospitales de referencia que a veces superan el ámbito provincial, como es la de Santiago, con pacientes asignados en concellos de Pontevedra. Esto permitiría que en un área con poco impacto de coronavirus y gran capacidad sanitaria el desconfinamiento pueda empezar ante que en otras zonas. Con esta tesis estuvieron de acuerdo otros presidentes autonómicos.

Las áreas sanitarias podrían dividirse, a su vez, en "microzonas" según el riesgo: menor, que permitiría un avance "más rápido" en la desescalada, como puede ser en buena parte del rural; permanente, para zonas vulnerables como residencias, colegios y centros de trabajo; y riesgos puntuales, que sería el caso de que se localice un brote de Covid-19 en un municipio o fábrica concreta.

Mayor agilidad en la gestión

Esta desescalada asimétrica más pequeña que el ámbito provincial permitiría además una mayor agilidad en la gestión de respuestas. De hecho, la pandemia afecta de modo desigual al territorio y la prueba es que en 140 concellos -la Xunta no facilita los nombres- no se ha producido ningún contagio nuevo en la última semana.

Feijóo propuso también que para la desescalada se distingan tres grupos de edad -mayores de 70, de 15 a 69 años y los menores de 14-, aunque también teniendo en cuenta las patologías previas de cada persona. De igual modo, la metodología de la Xunta incluye un tercer "eje económico", que distinguiría aquellas actividades que podrían abrir o no en función del área sanitaria en el que se encuentren o del riesgo de la zona.

Con estos parámetros, Feijóo dibujó cinco niveles de riesgo que, según su gravedad, determinarían la intensidad de la reactivación económica y social.

El presidente subrayó que el desconfinamiento debe ser "seguro sanitariamente, gradual y reversible", y reclamó "agilidad y claridad" en su desarrollo para que la pandemia sanitaria "no se convierta en pandemia social y económica".

Feijóo se mostró "sorprendido" por el hecho de que el Gobierno central aún no haya empezado su estudio epidemiológico y advirtió que no se puede perjudicar a las comunidades, como la gallega, que hacen más test.

Como en anteriores reuniones, Feijóo exigió suprimir el IVA de las mascarillas, un protocolo único sobre su uso y que las autonomías participen de los fondos de la UE.