El mundo del arte gallego estará de seguro conmocionado porque ayer falleció inesperadamente la viguesa Malena Lepina, esposa del reconocido médico y coleccionista Román Pereiro, muñidor del Grupo Atlántica aunque sin ella dándole calor y cobertura no hubiera sido posible. Era hija del anticuario Abel Lepina, con quien ya iba a ferias de arte en su juventud. Su padre montó en 1939 en la Plaza de la Constitución la primera tienda de decoración de Vigo, convertida luego en el establecimiento de venta de antigüedades más importante de Galicia.

Malena está en el corazón y los afectos de los artistas que pasaron por sus casas de Vigo o Baiona, desde donde vio nacer y crecer, sin dejar de apoyar, a tantos de ellos, muchos componentes después del movimiento Atlántica, que en su casa baionesa celebraba cada año un encuentro artístico que hizo época en Galicia.

Aunque siempre le gustaba un segundo plano, su vida tuvo una riqueza digna de ser contada ya desde muy pronto. Desde 1992 regentaba en el barrio viejo vigués la tienda Aguatinta, de grabado antiguo y contemporáneo, que año tras año publicaba unos aplaudidos cuadernos de poesía y pintura con autoría gallega de muy limitada tirada ante notario. Pero Malena se ganó antes de nada a pulso el rincón más afectivo de la memoria de quienes la conocieron.