Parte de la flota gallega de cerco inició el lunes la campaña de la anchoa en el Cantábrico con la esperanza de paliar su sequía económica, y para ello desplazó a sus tripulaciones a puertos como el de Santoña. Pero las restricciones en la movilidad y la imposibilidad de pernoctar en hoteles elevan los costes a un nivel "inasumible", máxime con el precio medio de este pescado a unos 0,70 euros el kilo. Por este motivo la Asociación de Armadores de Cerco de Galicia (Acerga) ha solicitado la adopción de medidas extraordinarias que faciliten su normal actividad.

Dadas las limitaciones en materia de transporte los armadores han tenido que fletar autobuses para desplazar a los marineros, "con un coste aproximado de 2.800 euros", condenó la organización en un comunicado. "Nuestros buques son de pequeño porte, y los espacios habilitados para la tripulación son de pequeñas dimensiones", en los que deben convivir hasta doce tripulantes.