Francia revivió ayer el incendio que amenazó con destrozar la catedral de Notre Dame, uno de sus monumentos más simbólicos, con la férrea voluntad del presidente Emmanuel Macron de reconstruir el edificio en cinco años, pese a las múltiples dificultades encontradas hasta ahora para avanzar.

"Reconstruiremos Notre Dame en cinco años. Haremos todo lo posible para mantener ese plazo. Por supuesto, las obras están en suspenso de momento por la crisis sanitaria pero se relanzarán en cuanto sea posible", dijo Macron en un mensaje en vídeo retransmitido en su cuenta de Twitter.

Macron recuperó un tono de gravedad, casi trascendental, para dirigirse a la nación en pleno estado de emergencia sanitaria y convertir la catedral en el símbolo de la resiliencia nacional.

La campana mayor de la catedral, "Emmanuelle", tocó ayer a las 20.00 hora local (18.00 GMT), al tiempo que los franceses aplaudieron a los sanitarios que gestionan la crisis del coronavirus.

"Será un símbolo de unión y de la resiliencia del país frente a las dificultades", dijo Riester.

Las dificultades no han sido pocas. Si en los primeros días tras el incendio los arquitectos y obreros empezaron a hacer constataciones sobre el estado de las bóvedas, escalando con cuerdas y excavando manualmente entre los restos de los escombros, tres meses más tarde sonaba la primera alerta: el plomo. El fuego fundió gran parte de las 1.326 placas de este metal que recubrían el tejado y lo diseminó por los alrededores en forma de partículas peligrosas para la salud.

La laboriosa descontaminación de la zona con técnicas de alta presión o de aspiración paralizó las obras de finales de julio a mediados de agosto.

A la precaria situación se le unió la necesidad de proteger de la intemperie la debilitada estructura y el crucero de la catedral, sobre el cual hay ahora un gigantesco agujero. El edificio fue cubierto con una enorme lona. Mientras tanto, el gigantesco andamio, la peor pesadilla de los arquitectos y obreros, permanece en su lugar sorprendentemente intacto desde la noche del fuego. La pandemia no ayudó, sin duda.