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La olvidada vacuna contra la tuberculosis, posible aliado inesperado

Científicos apuntan a que la incidencia del Covid-19 es menor entre los países que la mantienen y piden más estudios para probar si hay una relación causa-efecto

Vacunas contra la tuberculosis de la farmacéutica viguesa Biofabri.

En la desesperada búsqueda de remedios contra el Covid-19, cualquier noticia positiva arroja una luz de esperanza, aunque muchas estén lejos de haber sido científicamente demostradas. Es el caso de las que en los últimos días vinculan a la vieja vacuna BCG contra la tuberculosis, muy barata y segura, con una menor incidencia de la enfermedad por el nuevo coronavirus. En España dejó de suministrarse hace muchos años, al bajarse de los niveles de infección tuberculosa que aconsejan mantenerla en el calendario vacunal.

Uno de los estudios, publicado el pasado 28 de marzo en Medrxiv, lo firman seis científicos del New York Institute of Technology. Como otros que han proliferado con esta pandemia, carece de revisión por pares, por lo que hay que ponerlo, valga la expresión, en cuarentena. Sostienen estos expertos que la diferencia en el impacto del Covid-19 entre los diversos países puede explicarse parcialmente por su política respecto a la administración, durante la infancia, de la vacuna del bacilo Calmette-Guérin (BCG), que ofrece una amplia protección no solo frente a la tuberculosis, sino frente a otras infecciones respiratorias. La vacuna BCG, desarrollada a principios del siglo XX por el Instituto Pasteur y fue administrada masivamente después de la II Guerra Mundial, se mantiene en buena parte de Latinoamérica, África, Asia, India y en general en los países menos desarrollados. En España dejó de administrarse incluso en las comunidades con mayor incidencia, como Galicia, siendo el País Vasco la última autonomía en retirarla de su calendario vacunal infantil.

Los autores del estudio compararon un gran número de países con políticas de vacunación BCG con la morbilidad y mortalidad por Covid-19. Descubrieron que los países sin políticas universales de vacunación con BCG (Italia, Países Bajos, Estados Unidos) se han visto más afectados en comparación con los países con políticas de BCG universales y de larga duración. Los países que tienen un comienzo tardío de la política universal de BCG tuvieron una alta mortalidad, en consonancia con la idea de que la vacuna BCG protege a la población de ancianos vacunados. También descubrieron que la vacuna BCG redujo también el número de casos reportados de Covid-19. "La combinación de reducción de la morbilidad y la mortalidad hacen que la vacuna BCG sea una nueva herramienta potencial en la lucha contra la Covid-19", concluyen.

Quienes defienden esta teoría ponen como ejemplo la baja mortalidad por Covid-19 en Japón, donde la vacuna BCG se aplica de forma universal desde 1947 y ha habido pocos fallecidos con escasas restricciones de movimientos, mientras que en Irán, se administró universalmente mucho más tarde, a partit de 1984.

Resulta especialmente intrigante la comparación entre países que comparten frontera, como España frente a Portugal y Reino Unido e Irlanda. En los segundos países, con menos casos, se ha mantenido durante más tiempo la vacunación contra la tuberculosis.

Esta investigación recalca también la diferencia en la incidencia del coronavirus entre la Europa occidental y del este, bajo la influencia soviética hasta la década de los 90. Esos países tuvieron una política de vacunación universal por tuberculosis durante el dominio de la Unión Soviética. Incluso los lander alemanes del este, detrás del telón de acero hasta la caída del muro de Berlín a finales de 1989, registran menores cifras de Covid-19 que los occidentales, según las estadísticas del Instituto Robert Koch.

África subsahariana, donde se administra la vacuna BCG, es la región del mundo con menor incidencia de Covid-19, pero eso podría explicarse por otros factores, como la baja densidad de población y el alto porcentaje de jóvenes, o también por escasos registros por falta de test masivos.

Ensayo clínico en Australia

En Australia ha comenzado un ensayo clínico con 4.000 sanitarios para averiguar si la vieja vacuna que inmuniza contra el bacilo de Koch les puede proteger también contra el Covid-19.

Otro "preprint" sin revisión por pares, firmado por cinco científicos de la prestigiosa Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, subraya también que se ha demostrado en el pasado el poder "no específico" de la vacuna BCG para proteger a las personas frente a otras infecciones, además de la tuberculosis. Los autores del estudio, que admiten sus limitaciones por el diferente progreso cronológico de la pandemia en los diferentes países y por el escaso número de test en muchos de ellos, apunta a que la mortalidad es hasta 5.8 menor en los países con BCG, y urge a que se realicen estudios prospectivos, particularmente en países menos desarrollados, para comprobar si esta correlación entre la vacuna BCG contra la tuberculosis responde a la causalidad o a la casualidad.

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