- Conoce de primera mano la idiosincrasia de la industria gallega. En el naval, las estructuras metálicas? ¿Tiene que haber una nueva reconversión?

- No lo creo. Tenemos una actitud bisoña, queremos tener sector siderúrgico pero no queremos minería. Un país tiene que tener capacidades en todos los ámbitos de toda la cadena de valor. Para que una lata de tomate llegue a un súper no vale con plantar los tomates, la cadena de suministro es muy compleja. Parte de estas actividades imprescindibles a las que habíamos renunciado, algo que no hace China, que está muy activa en la acumulación de acceso a materias primas, se ha ido. En Galicia a priori deberíamos salir mejor, no tenemos esa dependencia de turismo en nuestro PIB, tenemos un sector agroalimentario muy potente, con enormes capacidades de mejora. Y menos dependencia de presencia de multinacionales Hay que prever que, en un contexto de desglobalización, muchos países emplazarán a que sus multinacionales concentren y relocalicen las inversiones allí. Eso lo vivimos, con la reunificación de Alemania por ejemplo. Ahí hay que andar finos.

- ¿Cómo ha de replantearse el modelo de residencias de mayores?

- Llevamos mucho tiempo diciendo que hay una descompensación entre residencias privadas y públicas, y es en estas últimas donde no hay grandes focos del virus. En las privadas, sin supervisión, estaban haciendo su servicio con operativos al mínimo de plantilla, sin vigilancia en la vertiente sanitaria ni social. Y sabemos que no prestan un servicio barato; lo dice el propio sector financiero, era la actividad económica más rentable, con mayor acceso a financiación. Hacer exageradamente rentable una necesidad social de atender a nuestros mayores, pues no. La respuesta de la sociedad está siendo formidable. Está destapando cosas, como la colaboración y la preservación del bien colectivo, que nos debe hacer ser optimistas.