Grabada en 1967 y publicada ese año como sencillo, "What a wonderful world" fue un éxito aquel año en el Reino Unido y ha perdurado como una de las canciones más reconocibles de la cultura popular de todo el mundo, uno de esos temas que uno incluiría en la playlist que le ofrecería a un extraterrestre para que se hiciera una idea de cómo es nuestro planeta azul.

Veo árboles de verde, rosas rojas también

Los veo florecer, para mí y para ti

Y pienso para mí mismo

Qué mundo tan maravilloso

El cantante y trompetista de Nueva Orleans fue un ejemplo de resistencia. Hijo de madre adolescente, abandonado por su padre y criado por su abuela en uno de los barrios más pobres de Nueva Orleans, llamado significativamente The Battlefield ("el campo de batalla"), Armstrong venció las adversidades para convertirse en un artista de jazz fabuloso y en un personaje que con su bonhomía y carácter conciliador contribuyó a acortar las distancias entre las razas en Estados Unidos.

Los compositores Bob Thiele y George David Weiss ofrecieron a Armstrong -que solo cobró 250 dólares por su interpretación- esta canción de letra sencilla que habla de la belleza de la naturaleza y del ser humano, un optimismo antropológico casi naíf que contrasta con la convulsa época en la que fue concebida, en medio de la lucha por los derechos civiles y en plena guerra de Vietnam. Por eso fue elegida para la banda sonora de la película "Good morning Vietnam" (1987), dirigida por Barry Levinson y protagonizada por Robin Williams. En ella, el carismático actor norteamericano, que puso fin a su propia vida en 2014, encarnaba a un locutor de radio que trataba, desde su emisora en Saigón, de mantener alta la moral de las tropas estadounidenses en Vietnam a base de humor y rock and roll. Curiosamente, la historia, basada en las experiencias del pinchadiscos de la Fuerza Aérea estadounidense Adrian Cronauer, estaba ambientada en 1965, dos años antes de que fuera grabada "What a wonderful world". Pese a ese anacronismo, esta comedia dramática cosechó un considerable éxito de crítica y público, y Robin Williams obtuvo un Globo de Oro y una nominación al Óscar por su inolvidable interpretación, basada en su mayor parte en improvisaciones. La banda sonora se vendió muy bien y contribuyó a que "What a wonderful world" fuese descubierta por las nuevas generaciones veinte años después de su estreno discográfico.

Otra película que utilizó esta canción fue "12 monos" (1995), la historia de ciencia ficción de Terry Gilliam con Bruce Willis, Madeleine Stowe y Brad Pitt, supervivientes de un virus que acaba con buena parte de la humanidad.

Todos somos un poco Robin Williams/Adrian Cronauer, locutores empeñados en mantener alta la moral de la tropa en medio de un Vietnam en el que nos desayunamos cada día con cifras de cientos de nuevos fallecimientos y con el panorama de una crisis descomunal que recortará o suprimirá nuestros ingresos. Habrá que seguir empuñando el micrófono (y la pluma) ignorando el fuego enemigo.