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Una polca para las olas... y la cuarentena

Un marinero de Bueu echa mano de la gaita para sobrellevar el confinamiento en Montevideo

Un marinero de Bueu echa mano de la gaita para sobrellevar el confinamiento

Un marinero de Bueu echa mano de la gaita para sobrellevar el confinamiento

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Un marinero de Bueu echa mano de la gaita para sobrellevar el confinamiento Vigo

Entre Cela y Montevideo hay más de 5.300 millas náuticas y tres cuarentenas. La que mascan los marineros de altura año tras año, y que ellos llaman mareas; la de la avería del arrastrero congelador José Antonio Nores, obligado a ir a Montevideo para su reparación; y la del Gobierno de Uruguay, que impide -por la declaración del estado de emergencia por la propagación del coronavirus- que sus 35 tripulantes puedan salir a tierra tras sortear durante semanas la dureza del caladero de Malvinas. Y allí, acariciando puerto pero sin tocarlo, están Lucio y su gaita, poniendo música a un confinamiento que en España ha tomado forma de Resistiré. Contramaestre de frío del buque de Grupo Nores, un vídeo suyo en la cubierta del pesquero empezó a circular este domingo entre gentes de la mar y compañeros de otros caladeros. Estaba tocando Na Eira, una polca popular -interpretada a veces como un pasacalles-, muy lejos de su Bueu natal. "Sin salir a tierra, para llevarlo de la mejor manera posible", dice.

"No soy estudiado pero se hace lo que se puede". Nacido "a mucha honra" en la parroquia de Cela, tuvo un profesor de excepción. Su música contra la pandemia es parte del legado de Anxo Gago Lito, maestro de gaiteiros de Pinténs (Cangas do Morrazo), fallecido en febrero de 2018. También él había sido marinero, también él llevaba consigo la gaita embarcado a Terranova. "Con el oficio -escribe Lucio- se agotaron los dedos". Termina Na Eira, y toca esperar. El buque, de 78 metros de eslora y 1.576 GT (gross tonnage), arribó al puerto uruguayo a principios de la pasada semana. Terminó ayer la descarga, pero debe esperar por una pieza para solucionar la avería a bordo. Después volverán a la faena, en su cuarentena particular, de nuevo lejos de casa. "Entre todos podemos afrontar esta situación".

La situación en el José Antonio Nores no es muy particular en comparación con los otros pesqueros de capital gallego que continúan operando en el Atlántico sudoccidental y no regresen a Vigo. En estos últimos casos las tripulaciones, una vez realizada la descarga -incluso realizada por ellos mismos, para evitar el contacto con personal de logística y frío- dejarán pesqueros de entre 75 y 100 metros de eslora para confinarse otra vez (en casa). Pero en aquellos barcos que realizan relevos la propagación global de la pandemia está provocando que los marineros tengan que repetir marea. Es una tónica que se repite en Sudáfrica, Cabo Verde, Nueva Zelanda, Perú, Namibia, Uruguay o Mauritania. Es seguir embarcados o amarrar sine die la flota, hasta que estos países levanten el veto ( lockdown) a la entrada de extranjeros para frenar la propagación del brote.

Las limitaciones casi totales para los viajes al extranjero ha afectado también a armadores, que habitualmente acuden a puerto (la propia Montevideo o en caladeros africanos) para las operativas de transbordo, pertrechamiento o descarga. "Incluso para tareas de carácter técnico -constatan fuentes del sector- resulta imposible enviar técnicos de reparaciones" a países como Sudáfrica, Angola, Namibia o Cabo Verde. "El personal de máquinas está perfectamente capacitado para solucionar muchos de los problemas a bordo, pero no pueden inventarse las piezas".

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