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Las mascarillas, deseables y deseadas

"Se debería haber pedido hace tiempo a la población que las llevase", afirma Borja de Yñigo, autor de una tesis doctoral sobre esta protección

Borja de Yñigo, en su casa, con una mascarilla. // Vicente Alonso

La recomendación de usar mascarillas a toda la población es uno de los próximos escenarios que maneja el Gobierno. Una condición poco menos que imposible de cumplir ahora mismo, teniendo en cuenta el desabastecimiento de mascarillas en las farmacias, a pesar del esfuerzo diario de centenares de asturianos en la elaboración artesana de protecciones con destino a colectivos vulnerables o trabajadores en activo en la lucha contra el virus.

La conveniencia o no de usar mascarillas es uno de los caballos de batalla desde que comenzó la crisis. ¿Son eficaces? ¿Crean una falta sensación de seguridad? Borja de Yñigo Mojado, podólogo de 35 años cuya tesis doctoral, de 2018, se centró en las mascarillas, lo tiene claro: "Al principio, cuando decían que la gente sana no tenía que usar mascarillas porque no servían para nada, yo me echaba las manos a la cabeza, y ahora están hablando de obligarnos a llevarlas cuando salgamos a la calle. Creo que es una buena medida que ya se debería haber tomado hace tiempo, o al menos no haber dado lugar a la confusión".

Parece extraño que un podólogo haya escogido las mascarillas como tema de su tesis doctoral, pero De Yñigo lo explica: "Fue debido a pequeños problemas de salud de origen respiratorio que me fueron surgiendo, y que yo achacaba a mi trabajo como podólogo, porque se pueden llegar a generar muchas partículas o aerosoles en nuestro puesto de trabajo. Por eso me decidí a investigar sobre las mascarillas que utilizábamos para trabajar".

Su tesis es que las autoridades restaron importancia a la utilidad de estas protecciones por temor a que hubiese una compra masiva por parte de la población y se agotasen para el personal hospitalario. "Pero si realmente fue así, deberían de haber explicado que las mascarillas son útiles pero que la prioridad para su uso era para el personal sanitario, o venderlas en farmacias con receta", apunta.

Ahora mismo, las mascarillas son una pieza codiciada y difícil de conseguir. El desabastecimiento es total en las farmacias. De Yñigo advierte de que, ahora mismo, la compra por internet obliga a adquirir en lotes varias mascarillas "a un precio superior a lo habitual, y tardan en llegar unos cuantos días".

La más recomendable, apunta de Yñigo, es una FFP3 sin válvula de exhalación. ¿Por qué? "Porque es la que más filtra, y sin válvula de exhalación porque la mayoría de las personas no tenemos hecho un test de Covid-19 negativo, con lo cual no estamos al 100% seguros de que no estamos infectados, podemos ser portadores del virus y asintomáticos. Así será menos probable que pueda contagiar a otra persona con el aire que yo expire. Si no disponemos de mascarilla FFP3 o FFP2, utilizaría una mascarilla FFP1 sin válvula de exhalación. En el caso de que tampoco haya FFP1 utilizaría una de tipo higiénica con 2 gomas. Si no hay esta última usaría una quirúrgica, y ya en último caso usaría una mascarilla casera. Yo llevaría varias mascarillas a la vez".

La última alternativa, hacerlas en casa. "Es mejor que no llevar nada, pero no es eficaz. Lo eficaz es un tipo de mascarilla filtrante", subraya el especialista, que añade que la eficacia de algunas mascarillas filtrantes "no solo se basa en el entramado de fibras de su filtro, sino también en la carga electrostática que tienen". Ya puestos en la casera, "por lógica, mejor cuantas más capas lleven y con materiales que tengan el mayor entramado de fibras entretejidas". Las pantallas protectoras de plástico son complementarias, avisa, nunca una alternativa. La sujeción, con goma mejor que con tela, para asegurar el ajuste a nuestra cara.

El autor de la tesis doctoral sobre las mascarillas niega el llamado efecto de falsa seguridad, utilizado incluso desde algunas instituciones como argumento contra su utilización. "Estos días se escucha que al llevarla nos llevamos la mano a la cara para ajustarla, pero hay bibliografía que asegura lo contrario, que al tenerla puesta uno tiende a tocarse menos la cara, nariz, boca y ojos. Lo que hay que dejar claro es que tenemos que tener bien lavadas las manos antes de poner la mascarilla y antes de quitárnosla, y que mientras que la llevemos puesta no debemos tocarla", asevera.

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