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La carrera mundial por una vacuna

Ana Cadete, investigadora en la primera empresa del mundo en ensayar un antiviral, explica el diseño de los nuevos fármacos contra la pandemia

La científica portuguesa Ana Cadete trabaja en la firma de EE UU Moderna Terapeutics.

La portuguesa Ana Cadete trabaja como investigadora en el departamento de desarrollo de nanopartículas de la compañía estadounidense Moderna Terapeutics, la primera firma del mundo en iniciar los ensayos clínicos de una vacuna contra el coronavirus que causa el Covid-19.

Esta joven científica portuguesa fue investigadora posdoctoral en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en colaboración con Novobiotic Pharmaceuticals y la fundación Bill and Melinda Gates, para el desarrollo de medicamentos contra la tuberculosis. Está doctorada en Nanotecnología e Innovación Farmacéutica por la Universidad de Santiago de Compostela. Es farmacéutica titulada, máster en ciencias farmacéuticas en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Lisboa. Cadete desgrana en este artículo alguna de las claves de la carrera científica internacional que se está desarrollando para lograr nuevos medicamentos que frenen la pandemia.

| Rápido, rápido: la importancia de la tecnología y el modelo de financiación. La nueva vacuna se está desarrollando a una velocidad científica sin precedentes. La del ébola, por ejemplo, tardó cinco años en salir al mercado. Una de las claves es que China secuenció muy rápido el ADN del coronavirus. También hay una intensa cooperación internacional, en cuanto a publicación de estudios científicos. Pero hay otros puntos determinantes a juicio de Ana Cadete: "Vivimos en una época donde la tecnología y el desarrollo científico van de la mano. Las empresas de biotecnología utilizan herramientas como la robótica, la inteligencia artificial y aplicaciones informáticas que las están ayudando a desarrollar y analizar una cantidad de experimentos tan grande que en el pasado tardarían semanas en diseñar, ejecutar y analizar. Además, hoy tenemos un modelo de financiación de 'startups' biomédicas que no existía hace unos años. Ahora en la Universidad no se quedan las ideas más innovadoras y arriesgadas; se trasladan a las empresas. Un equipo científico de lujo, un CEO futurista y varios millones de dólares son capaces de cambiar el mundo".

| Vacunas "exprés". Hay un avance genético que está siendo fundamental para que la vacuna del coronavirus, que se espera tener en 2021, llegue mucho antes que otras vacunas "tradicionales". Lo explica Cadete: "El desarrollo de una vacuna se divide en varias etapas: investigación y producción de la vacuna en laboratorio, estudios preclínicos en cultivos celulares y animales y, finalmente, estudios clínicos con humanos. Todo ello una vez aprobada la solicitud para investigar un medicamento nuevo por parte de la entidad reguladora del medicamento, como es la FDA (Food and Drug Administration) en Estados Unidos o la EMA (Agencia Europea del Medicamento) en Europa. De todas estas fases, la que se puede acelerar es la de la investigación y producción de la vacuna en laboratorio. Al revés de las vacunas tradicionales, que utilizan componentes del virus o el virus inactivado y que necesitan de largos y complejos procesos de producción, las vacunas basadas en la producción de la proteína del virus se consiguen desarrollar en tiempos de producción mucho más cortos y con una eficacia que se espera superior. Estas vacunas se pueden producir con base en el RNA mensajero (mRNA) o en ADN plasmídico (pDNA), moléculas que dentro de la célula provocarán la producción de una proteína específica. Es aquí donde entra la necesidad de saberse cuál es la secuencia del genoma del virus. Por eso fue fundamental que China compartiera con el mundo la secuencia de ADN del virus".

| En tres horas. Haber dispuesto tan pronto de la secuencia del ADN es un paso de gigante, explica esta científica portuguesa: "Una vez suministrada la secuencia de ADN del virus, Inovio, una compañía de biotecnología de California (EE UU) que desarrolla medicamentos de DNA para tratamiento del cáncer y enfermedades infecciosas, tardó tres horas en diseñar la vacuna INO-4800, diseñada precisamente para igualar la secuencia de DNA del virus. Al día siguiente empezaban la producción de la vacuna y a preparar los ensayos preclínicos. La compañía donde yo trabajo, Moderna, empresa de biotecnología instalada en Cambridge (Massachusetts, EE UU) que utiliza mRNA para el tratamiento de enfermedades raras, cáncer y producción de vacunas, tardó 25 días en producir una vacuna de mRNA (el mRNA-1273), y 42 días en tener aprobado el primer ensayo clínico. Creemos que el mRNA es el 'software de la vida'. Funciona como que un 'instructor' dentro de las células, dando indicaciones para que se produzca una determinada proteína. El desarrollo del mRNA-1273 fue un récord mundial desde la secuenciación del virus al comienzo de un ensayo clínico. Esto se debe también a la experiencia que a lo largo de los años Moderna fue adquiriendo con el desarrollo de vacunas contra otros virus del sistema respiratorio, como es el caso del de la gripe, y que le ha dado la capacidad de adaptar esos conocimientos a la producción de una nueva vacuna".

| Con el ADN del "bicho" no basta. La secuenciación del ADN del coronavirus que causa la Covid-19 fue una base importante para seguir avanzando. Pero no es suficiente. Ana Cadete: "La secuencia del virus es, sin duda, fundamental para que se conozca la genética del virus y se avance rápidamente para el desarrollo de una vacuna. También nos ayuda a determinar el origen del virus y posibles mutaciones. Sin embargo y, teniendo en cuenta que es un virus nuevo, hay muchas preguntas que quedan sin respuesta. ¿Cuál es su mecanismo de acción? ¿Cómo podemos inhibir su proliferación? ¿Cómo infecta a las células? Aunque pertenezca a la familia de los virus de la gripe y se sepa que afecta las vías respiratorias, hay muchos detalles de su biología en particular que tendrán que ser investigados. De esa investigación está pendiente el desarrollo de un nuevo medicamento".

| El avance de la investigación: los ensayos clínicos. "Entre las varias empresas biotecnológicas que están tratando de desarrollar una vacuna contra el nuevo coronavirus, hay dos que están actualmente en ensayos clínicos de Fase I: la americana Moderna y la china CanSinoBiologics. Moderna utiliza la tecnología de mRNA para que el cuerpo produzca la proteína inofensiva del virus. Cuando el sistema inmunitario encuentra esa proteína y la reconoce como extraña al organismo, cría anticuerpos específicos que estarán preparados a atacar rápidamente el virus si la persona es infectada. CanSino está tratando de desarrollar una vacuna de adenovirus basada en una tecnología que en 2017 permitió finalmente la aprobación de una vacuna contra el ébola". Según publicaba recientemente la revista especializada en temas sanitarios "Stats", hay al menos dos decenas de compañías o laboratorios en el mundo intentando lograr una vacuna. "Es impresionante ver cómo se mueve la ciencia y ver tantas empresas farmacéuticas comprometidas en descubrir una vacuna contra el coronavirus. Lo más importante es que consigamos tener una vacuna segura y eficaz lo más rápido posible".

| Vísteme despacio que tengo prisa. Pese a que la vacuna urge en un mundo azotado por la pandemia de coronavirus, el desarrollo de las vacunas ha de seguir procedimientos rigurosamente pautados. Ana Cadete: "Eso es así porque tenemos que tener la certeza de que es segura y que funciona. Todas las vacunas y medicamentos que están comercializados fueron rigurosamente testados y aprobados de acuerdo con las directrices que controlan su calidad. Es decir, aunque estemos en medio de una pandemia y sea muy importante tener disponible globalmente una vacuna contra el coronavirus, hay que hacer ensayos clínicos y garantizar que la vacuna va a tratar y no a dar lugar a un efecto indeseado peor". En este proceso, los ensayos clínicos son imprescindibles: "Por eso es muy importante que se desarrollen los ensayos clínicos. Los ensayos clínicos son las pruebas que se hacen en humanos. Hay tres fases de prueba. La fase I es el primer intento para evaluar la seguridad de la vacuna y determinar el alcance de una respuesta inmune. Como es la primera fase de ensayos en humanos, se hace con un grupo pequeño de voluntarios sanos. En el caso de Moderna, la fase I de los ensayos clínicos contó con 45 voluntarios sanos, entre los 18 y los 55 años de edad. CanSino empezó con 108 participantes entre los 18 y los 60 años. En la fase II, el ensayo se alarga a un grupo más grande de voluntarios, de varios cientos de personas, sanas o que pertenecen a grupos de riesgo, como personas mayores o con algún tipo de enfermedad. Estos ensayos sirven para confirmar la seguridad de la vacuna y la capacidad inmunológica a las dosis propuestas. La tercera fase de los ensayos clínicos involucra a miles de personas. En este momento, y teniendo en cuenta la pandemia y la necesidad de una nueva vacuna, no se habla tanto de los ensayos de fase III. Ahora, es muy importante tener los datos de la fase I y preparar las empresas para escalar la producción de una vacuna para entrar rápidamente en fase II, en caso los resultados preliminares sean positivos".

Desconocidos microbios que no daban problemas. La nueva pandemia ha pillado a la comunidad científica internacional relativamente con la guardia baja porque los coronavirus resultaban, hasta la fecha, poco atractivos para investigar. La científica portuguesa participó el jueves en un seminario "online" organizado por ECUSA, la organización de Españoles Científicos en EE UU e impartido por el investigador español Adolfo García-Sastre, catedrático de Medicina y Microbiología, codirector del Global Health & Emerging Pathogens Institute y del Icahn School of Medicine de Mount Sinai, en Nueva York. La explicación de Ana Cadete se basa en información compartida en este encuentro científico: "No hay mucha información sobre los coronavirus porque son virus que nunca han dado muchos problemas". Según la literatura publicada, indica Cadete, "hay una gran incertidumbre porque es un virus nuevo, que nunca había existido antes. Empezó en diciembre en Wuhan, en China, y rápidamente se difundió por todo el mundo. Se piensa que el virus se ha transmitido de un animal a una persona, pero ahora se sabe que se transmite muy fácilmente y rápidamente de persona a persona a través de las vías respiratorias. Es también posible que una persona se quede infectada con el coronavirus por contacto con superficies contaminadas por el virus. Las personas con Covid-19 desarrollan síntomas que van desde una gripe moderada a enfermedades respiratorias graves e incluyen fiebre, tos y falta de aire. Algunos pacientes, normalmente personas mayores o con enfermedades como asma, diabetes o cáncer pueden desarrollar complicaciones severas como neumonía, necesitan muchas veces de respiradores para sobrevivir. Como aún no tenemos una vacuna o un tratamiento eficaz contra el nuevo coronavirus, la mejor manera de protegernos es evitar el contacto con muchas personas, evitar tocar los ojos, boca y nariz con las manos, y lavar frecuentemente las manos con agua y jabón. En este momento y teniendo en cuenta la transmisión superrápida del virus a toda la población, la única prevención es el distanciamiento social. Quedarse en casa".

| La diferencia con el SARS. Cadete explica, en base a la literatura científica publicada, las diferencias entre el coronavirus que está causando esta pandemia y uno de sus "parientes" más conocidos. "El SARS-CoV es el virus responsable del Severe Acute Respiratory Syndrome (SARS, en inglés) y fue identificado en 2002 en China. El SARS-COV-2 es el nuevo coronavirus responsable del Covid-19. Pertenecen a la misma familia de virus que infectan las vías respiratorias. Todavía no se sabe mucho sobre el nuevo coronavirus, pero del SARS-CoV se sabe que infecta las personas a través de las vías respiratorias, que tiene un tiempo de incubación de 2 a 7 días y que las personas son normalmente contagiosas cuando tienen síntomas. Sobre el nuevo coronavirus, se sabe que muchas personas no desarrollan síntomas o presentan síntomas muy leves, pero que pueden contagiar a los demás durante un periodo de incubación del virus de 14 días. Entre noviembre de 2002 y julio de 2003, un total de 8.098 personas se quedaran enfermas con el SARS y 774 murieron. Actualmente, el nuevo coronavirus ya infectó a más de medio millón de personas y más de 25.000 han perdido la vida. Los niveles de contagio son brutales, lo que ha ocasionado un colapso hospitalario. Las muertes por COVID-19 no se deben únicamente al virus, también a un sistema sanitario que, globalmente, no estaba preparado para una pandemia a esta escala".

| Una reflexión personal. ¿Son las medidas que se están tomando en Europa suficientes para frenar esta epidemia? ¿Fuimos imprudentes en el estadio inicial de la extensión de la enfermedad? Ana Cadete prefiere contestar con otra pregunta y con una autocrítica: "¿Qué medidas tomaron los ciudadanos cuando los gobiernos empezaran a hablar de frenar la pandemia? Nosotros, jóvenes adultos entre los 25 y los 40 años de edad, somos la generación más educada que ha habido. ¿Y qué hicimos? Cuando el Gobierno pide "distanciamiento social", nosotros vamos de copas, al parque y a la playa. Llenamos terrazas y restaurantes y, por hacerlo bien, vamos al supermercado a comprar las cosas a la abuela para que no salga de casa. Pero, ya que estamos, quedamos para comer. Y contagiamos a todo el barrio con nuestro egoísmo". Su reflexión no se queda ahí, se amplía al ámbito social: "Como investigadora, creo que la sociedad no está preparada para una pandemia. No conocemos las causas, ni las consecuencias, y la información científica tarda en llegar. Las personas se quedan confusas por la cantidad de información que circula en las redes sociales y, hasta que el Gobierno cierra el país a candado, muchas siguen haciendo su vida como si no pasara nada. En las pandemias, las medidas tienen que ser tomadas por todos, porque todos vamos a sufrir las consecuencias".

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