Raquel Castro contacta con sus alumnos por correo electrónico, por gmail. Les carga las actividades en Drive y les resuelve dudas. Es profesora de instituto y vive en Alxén, parroquia de Salvaterra do Miño. La conexión a internet en la zona no es buena. En su hogar hay ordenadores de sobra, el problema es la velocidad de conexión. Tiran de datos del móvil y así va mejor, pero los datos se acaban rápido. Además, hay que lograr que consigan conectarse todos los de casa, su marido también necesita datos y conexión, así como sus dos hijas.

Ojalá pudiera tener cable, como otros compañeros de oficio, pero en el entorno rural en el que vive no es posible. Y la situación de confinamiento le obliga a ir solucionando el tema de la teledocencia como puede. Hay alumnos (de nocturno, en este caso) que le envían los ejercicios por WhatsApp. Porque también es importante, en este contexto, que el alumnado se conecte y cumpla con los objetivos de realizar las tareas en casa y eso depende de medios tecnológicos y de otros factores. "Na clase consegues que aqueles que se perden retomen o fío cun ánimo, cunha palabra de atención, coa propia entoación pero así, virtualmente é complexo", apunta Raquel.

De momento ella no ha dado ninguna clase por videoconferencia. Le encantaría: "si, claro, pero non sei se me vai aguantar a conexión". Algunos profesores sí están dando clase por videoconferencia, depende también de la asignatura y del curso, si bien la actividad realizada online desde que se suspendieron las clases no cuenta para la evaluación de este segundo trimestre. La Xunta indicó el viernes que habilitará una plataforma de videoconferencias a la que pueden acceder todos los docentes. Para muchos será su primera vez, nadie contaba con una urgencia así, con una pandemia así. En las últimas instrucciones enviadas a los centros también se indica que para el tercer trimestre se van a adaptar los contenidos, teniendo en cuenta las circunstancias de la teledocencia.

Desde que se inició el periodo de confinamiento, cada centro y cada docente cambió su escenario presencial por otro totalmente virtual con su alumnado. Las fórmulas para seguir en contacto diario son variadas, buscando la más eficaz teniendo en cuenta la casuística que, según docentes y familias consultadas, es variada. En algunos hogares no hay ordenadores ni tabletas. En otros hogares sí las hay pero la conexión a internet no es buena. En algunos hogares los padres están teletrabajando y supervisan los problemas tecnológicos y las dudas de sus hijos, todos bajo el mismo techo en este confinamiento. En otros casos, los padres acuden a su lugar habitual de trabajo, por lo que sus hijos están con los abuelos, tíos o vecinos y sin un apoyo en sus tareas. En otros hogares ni siquiera hay un ambiente propicio para sentarse a estudiar y concentrarse, por diversos motivos?

Ya no es solo la parte tecnológica: son muchos los profesores que han tenido que llamar a padres para preguntar por sus hijos, para ver por qué no se conectan ni realizan las tareas. También ha habido quejas de padres, que consideran que las tareas diarias "son excesivas". No existe en estos momentos un único esquema de docencia virtual. Castro muestra su preocupación por la desigualdad que puede traer esta situación. "E non se está tendo en conta a atención á diversidade", añade la profesora. Son muchos los factores que entran en juego para que la docencia en la distancia sea exitosa. Las autoridades, tanto Consellería como Ministerio, buscan salidas para evitar desigualdades (la Xunta anunció mil ordenadores y conexión a internet para familias sin recursos). Los docentes señalan un reto: "no dejar a ningún alumno atrás".