El EP de debut epónimo de Golpes Bajos terminaba con esta joya de poco más de dos minutos de duración. El piano de Teo Cardalda y la voz con algo de eco de Germán Coppini son los únicos mimbres de esta pequeña obra maestra en la que no sobra ni falta nada. La letra habla de alguien confinado, "encerrado en el cuarto de los huéspedes", aunque conociendo las letras de Coppini sabemos que se refiere a un enclaustramiento mental, más que a uno físico. El de alguien que no tiene restringidas sus libertades pero que psicológicamente es incapaz de salir de casa. Pocas canciones hay que describan con tan pocas palabras y tanto lirismo la depresión:

Como alma en pena encerrado

En el cuarto de los huéspedes,

Creando aureolas de fantasía,

Donde hago oídos sordos a las súplicas diarias,

Esperando el Pater Noster, la pesadilla.

Podíamos haber escogido "No mires a los ojos de la gente", "Estoy enfermo", "Cena recalentada", "Colecciono moscas" o "La santa compaña". Hay tristeza, melancolía e incluso psicosis en estas canciones inolvidables, una rareza en medio de una Movida que, en general, transitaba territorios más llevaderos e incluso frívolos.

"El futuro es ya el que algo quiere, algo le cuesta", dice la letra de "Tendré que salir algún día", que nos recuerda que es mucho más terrorífico el confinamiento mental que el físico que ahora nos vemos obligados a guardar.