La televisión se ha convertido estos días de confinamiento por el coronavirus en la principal opción de ocio -o de escape-, especialmente para los adultos. Una de las razones es la infinidad de títulos que suman las distintas plataformas de streaming y la posibilidad que ofrece al usuario de elegir lo que desea ver en cada momento. Otra es la costumbre. "La televisión es lo más sencillo, no implica esfuerzo alguno y también puede ser un hábito adquirido", explica el psicólogo Daniel Novoa.

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Resulta cuando menos curioso, que en medio de la crisis del coronavirus uno de los títulos que estuvo en el top 10 de la plataforma Netflix hasta la entrada, hace unos días, de los últimos estrenos fuera "Virus", una película coreana de 2013 que plantea una pandemia mortal que podría considerarse como la precursora del coronavirus. ¿Qué explica este fenómeno?

"Cuando estamos en estado de alerta es fácil que queramos más información de lo que está sucediendo y si, aún por encima, lo tenemos tan a mano, es fácil que, ante otras opciones más típicas, nos dejemos llevar por la curiosidad", afirma Novoa.

Ponerse delante de la pantalla y devorar contenidos casi por inercia puede evadir de las preocupaciones en ese momento, pero también puede pasar factura. "Creo que todos hemos experimentado la apatía posterior a pasar mucho tiempo sentado delante de una pantalla, por lo que pasar el tiempo que queramos, tiene un precio. Desde el punto de vista fisiológico, es una práctica muy perjudicial. Al disponer de mucho tiempo es importante variar de actividades y sería muy saludable que haya alguna que nos active físicamente ya que eso tiene una repercusión directa en nuestro estado de ánimo. Si además es en con personas que apreciamos, mucho mejor", explica el especialista vigués.

El mismo concepto ha de aplicarse a los más pequeños de la casa, aunque estos, por tener más energía, tendrán más tendencia a no estar parados en casa. Aun así, recomienda hacer actividades con los niños que les permita desarrollar distintas habilidades cognitivas y/o motrices, preferiblemente a través de juegos.

La televisión también puede llegar a ser un motivo de conflicto entre los distintos miembros de la familia, porque ¿quién elige el contenido que se ve cuando hay gustos distintos? En estos casos, hay que apelar a las reglas democráticas. "Inculcar una filosofía democrática me parece un buena manera de trabajar valores y resolución de conflictos. Lo que se traduce en un compromiso de tipo 'hoy tú y mañana yo', donde no se imponga el criterio de nadie, sino más bien, el beneficio común. En caso de no haber acuerdo, existe la opción de echarlo a suerte o directamente ni para unos ni para otros. Habría que ver cada caso", apunta.

Establecer una agenda contribuye a sobrellevar este periodo de confinamiento, aunque tampoco es una fórmula, dice, que pueda aplicarse a todo el mundo, "En general, un plan ayuda a no tener demasiados tiempos muertos, que, viniendo de un etapa de trabajo y productividad, se pueden traducir en sensación de perder el tiempo, pero también es cierto que hay personas que disfrutan más yendo sobre la marcha", argumenta.

Y para olvidarse de la incertidumbre que genera esta situación, lo mejor es sumergirse en lo que más nos guste hacer, ya sea leer o ver la televisión, pero sin perder de vista realizar actividades en las que no seamos un sujeto pasivo.