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Cuando la fábrica del mundo se convirtió en bazar

La presión mundial en la demanda enloquece al mercado de material sanitario de China y obliga a extremar el control de calidad

Un operario descarga en Zaragoza el material que Inditex trajo de China esta semana. // Fabián Simón

A tope desde el estallido de la crisis sanitaria para atender la extraordinaria presión de los consumidores en los establecimientos de alimentación, los trabajadores de Coren gastan más de 2.000 mascarillas diarias. No son sanitarios, pero, como sucede con el personal de limpieza, las farmacias, los transportistas y cada una de las manos por las que pasa la cadena de los sectores esenciales, su amparo frente al coronavirus es esencial para mantener a salvo ese mínimo de sangre que permite latir al corazón del país. La mayor cooperativa de Galicia encontró parte de la solución en la tela usada para las sábanas desechables que, por ejemplo, cubren las camillas de las consultas de los centros de salud. A través de la factoría de Bopapel en Ponteareas, especializada en artículos de consumo doméstico e industrial, la compañía se hizo con 15 bobinas para la confección de mascarillas en dos talleres de Lalín y Ourense. Imaginación y materia prima de calidad frente a un mercado, el de los productos y aparatos sanitarios, de higiene y protección, sin ley de oferta y demanda porque todos quieren comprar y casi nadie está en disposición de vender.

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Levantándose poco a poco tras ser el epicentro mundial del Covid-19, China, la gran fábrica del mundo, es ahora prácticamente el único lugar donde se fabrican buena parte de esos productos que urgen el resto de países. "No solo de Europa, también Latinoamérica está empezando a proveerse y es solo un país atendiendo a todo", subraya Sergio Prieto, delegado en Galicia del Instituto de Comercio Exterior (Icex). Ya antes de que el virus se expandiera a aquí, la dinámica habitual de las exportaciones estalló por la parálisis de la economía china y el bloqueo de puertos y aeropuertos para la salida y entrada de mercancía. España y las autoridades comunitarias apuestan por redirigir industrias manufactureras locales hacia la fabricación de los dispositivos de protección. "Pero eso, evidentemente -añade Prieto-, lleva tiempo, semanas".

A las incesantes quejas de trabajadores de la sanidad por la ínfima calidad de los equipos de protección, los EPI, caducados incluso en algunos casos, se sumó ayer la polémica por la devolución a una empresa china, Bioeasy, de una partida de 9.000 test rápidos del Covid-19 defectuosos. Tras la publicación de la información en El País, la Embajada de China en España se apuró a decir que esa compañía carece de licencia oficial está fuera de la lista de posibles vendedores suministrada al Gobierno. El Ministerio de Sanidad sostiene que la adquisición se hizo a través de un proveedor nacional, que el pack contaba con homologación europea y que la operación se realizó antes de recibir ese listado. Todo apunta a que Bioeasy lleva operando desde 2007 sin cortapisas y con papeles falsificados.

"Nadie se ha referido a que el mercado está desbordado. Nadie ha dicho que todo el mundo quiere comprar productos que se fabrican en cantidad inferior a la que se solicita por parte de todos los países", esgrimió Salvador Illa, ministro de Sanidad, ante la críticas de la oposición ayer en el Congreso. "El mercado -resumió- está completamente loco". Tan elocuente como la presidenta de Madrid durante una entrevista en Onda Cero el miércoles: "Cuando decimos que comprar en China es como comprar en un mercado persa es tal cual". Cada día se abre para los lotes disponibles, asegura Isabel Díaz Ayuso, "y, como no compres, lo pierdes todo, el proveedor, los contactos, y hay que volver a empezar desde cero". De hecho, la comunidad, que anunció para el martes una remesa por valor de 23,3 millones de euros, desconoce todavía ahora cuándo llegarán los recursos.

Asia es el reino del látex. Tanto, que el material cotiza en Bolsa. "Fabrican en calidad mínima, a bajo coste, y pasa en todo tipo de productos", advierte Indalecio Cuevas, presidente de Darlim. El grupo líder en España en limpieza e higiene profesional está "desbordado" estos días por los pedidos. "Trabajamos con empresas muy serias, solventes, de las de toda la vida, que cumplen rigurosamente con el producto", señala, en referencia a sus proveedores. Lo que está sucediendo con "los guantes, las toallitas y otros artículos similares de fuera de Europa" ya es "otra cosa". "Sin fichas técnicas ni datos de las materias primas", advierte, ante "la presión mundial en la demanda". "Estamos hablando de salud y los responsables de compras deben controlarlo todo", reclama Cuevas.

Por falta de ficha técnica y la homologación, el made in China es un habitual de las paralizaciones en Aduanas, donde no se deja pasar ningún lote sin la correspondiente factura que acredite quién compra para evitar el pirateo. "Hay que tener mucho cuidado porque la muy pocos de los exportadores de los equipos y materiales de este tipo cumple la normativa sanitaria y de seguridad", coinciden varias fuentes empresariales consultadas por FARO, que llaman la atención sobre la aparición en los últimos días de "supuestos intermediarios" que ofrecen sus servicios para comprar material en China.

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