China vivió ayer su tercer día consecutivo sin nuevos contagios de coronavirus, aunque los casos detectados procedentes del exterior continúan aumentando, lo que ha llevado a extremar aún más las medidas de control a todos los que regresan al país, ya sean nacionales o extranjeros residentes.

El gigante asiático registró ayer, en 24 horas, 41 de los llamados casos "importados", descubiertos en viajeros que llegan a China desde otros focos mundiales de la pandemia, una cifra que, aún siendo baja, es la mayor contabilizada hasta la fecha.

Cientos de miles de chinos y extranjeros residentes en el país, entre ellos muchos estudiantes, que se encontraban fuera desde el comienzo del brote, aprovechan la mejora de la situación actual para regresar desde zonas ahora más afectadas, como Estados Unidos o Europa, con el fin de reanudar su trabajo o sus estudios.

Pekín teme que, una vez que ya no hay nuevos contagios locales, la gente que regresa pueda prender la mecha de una segunda oleada de transmisión, por lo que prácticamente todas las grandes ciudades y provincias han endurecido las cuarentenas a todos los que llegan al país.

El portavoz de la Comisión Nacional de Salud, Mi Feng, señaló ayer que, desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la epidemia como una pandemia mundial el pasado 11 de marzo, el número de casos importados en China aumentó desde 85 hasta los 269 actuales.

El tercer día consecutivo sin nuevos casos locales ha llevado a relajar algunas restricciones al movimiento y al comercio, incluso en el epicentro de Wuhan, que permanece en cuarentena desde el pasado 23 de enero.

Se trata todavía de una relajación muy tenue de las estrictas restricciones que imperan en la urbe donde comenzó todo, que continuará cerrada a cal y canto hasta que no pasen 14 días consecutivos sin nuevos contagios, según los expertos.