En la casa de Varis Alonso (siete hijos) o José Prieto (seis vástagos), están descubriendo lo que es comer todas y todos juntos de lunes a viernes sin ser vacaciones. FARO ha hablado con estas y otras dos unidades familiares de Vigo y su comarca para saber cómo les ha cambiado la vida el encierro durante la crisis del coronavirus tras la declaración del estado de alarma. En todas, dicen que lo llevan bastante mejor de lo que esperaban y que se han esmerado más en la aplicación de planes de convivencia y rutinas.

"Antes de la cuarentena, nos solíamos reunir los domingos para establecer los encargos de cada miembro de la familia para la semana y ver si se habían cumplido los de la anterior. Fundamentalmente, lo que hacíamos y seguimos haciendo es un plan de convivencia. Ahora, está más activado que nunca. Está muy presente el que no hay que pelearse y que hay que ayudarse los unos a los otros", explica la viguesa Carla Bartolomé, con siete hijos de entre 2 y 12 años.

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Todos viven en un piso de María Berdiales de Vigo, en el que también habitan dos auxiliares de conversación de inglés de Uganda y Kenia que acogen este curso. En total, son once personas en casa las 24 horas en esta cuarentena.

A raíz del confinamiento decretado, han decidido que las reuniones anteriormente dominicales pasen a celebrarse "cada dos días, para ver si hay que cambiar alguna rutina. Al ser pequeños, hay que cambiarles las actividades porque, de lo contrario, se pueden cansar", añade esta viguesa de 43 años de edad.

El listado de encargos se puede leer en un tablón en la cocina y estos se van modificando "en función del día de la semana. Los lunes, recoge el desayuno y la cena, uno; otro recoge el baño... Cada uno debe hacer su cama. Otro se encarga de despertar a todos para rezar. El pequeño de dos años apaga las luces si no hay nadie en esa habitación, aunque a veces no se da cuenta de que hay alguien estudiando y las apaga igualmente. Funcionamos así; aquí cada uno tiene su tarea", detalla Carla Bartolomé, licenciada en Derecho, actualmente en excedencia laboral a la espera de regresar en breve al trabajo.

Excepto el bebé, todos los hijos van al colegio: Montecastelo, ellos; Las Acacias, ellas. En esta cuarentena, mientras el padre, ingeniero naval, teletrabaja, ellos, desde las nueve de la mañana hasta las 16.30 horas, tienen clases telemáticas y ejercicios. En ese tiempo, se incluyen recreos y el tiempo de la comida. Y en ese rango horario, están con uniforme escolar para no perder la rutina.

A mayores, los de más edad pueden tener clases en directo con profesoras. En el momento en el que hablamos ayer con Carla, el mayor corregía ejercicios con el docente de matemáticas. Además, las clases de inglés las reciben por Skype. Como refuerzo, hablan en inglés con dos profesoras nativas que acoge la familia y que dan clases como auxiliares de conversación en colegios. Todos viven en un piso y reconoce esta madre que esto "lo hace un poco más complicado. Los niños no entienden por qué no vamos a pasear. Solo nos asomamos afuera a las ocho, la hora del aplauso".

A esa hora, también sale a aplaudir la familia del vigués Tomás Calvar con seis hijos de 7 a 17 años de edad. Su jornada diaria en esta cuarentena arranca a las nueve de la mañana cuando se levantan. Hasta que llega el momento de comer, siguen una jornada intensiva de estudio con clases y deberes del colegio (Don Bosco) o el instituto (San Tomé). Por la tarde, toca diversión y deporte, ya que la mayoría de los hijos juegan al golf.

"Limar roces"

Ante la pregunta de qué tal lo están llevando, responde que lo llevan bien "por ahora; pero ya veremos cómo está la cosa dentro de un mes. Mi gran deseo es limar y evitar esos pequeños roces de convivencia, por eso, entro enseguida para que se calmen. Cuando hay muchos miembros conviviendo, hay muchos roces. Ellos son conscientes del tema y se lo toman con filosofía". No obstante, reconoce que estos días echan de menos no vivir en una casa.

Cada día, los hijos "pasan mucho tiempo en su habitación estudiando, haciendo deberes. Siguen en contacto con los amigos a través de las redes sociales, hacen los deberes con videoconferencias... Esa es la ventana al exterior y cuando baja el que le toca a llevar la basura"."Terminamos el día viendo una película todos juntos ", apunta.

En la casa de Varis Alonso, la cuarentena les ha traído un miembro más de la familia. Cuando se impuso el confinamiento, su suegra estaba en casa recuperándose de una operación por lo que finalmente se ha quedado con ellos estos días. Así, ahora son siete hijos (de entre 10 y 22 años de edad), el matrimonio y la suegra: un total de diez, entre ellos, la hija que estudia Medicina en Madrid.

"Yo creí que esto iba a ser mucho más caótico, pero en estos primeros días mi mujer y yo estamos muy satisfechos", señala Alonso.

Esta familia tiene suerte, al vivir en un adosado en Playa América, pueden disfrutar de su retazo de jardín e incluso del garaje. Su clave para llevar la cuarentena es "mantener rutinas como si fuera un día de trabajo corriente. No lo planteamos como vacaciones".

Él teletrabaja desde casa y los pequeños telestudian en el Montecastelo y Acacias. "Esta cuarentena nos ha dado una oportunidad muy buena para pasar mucho más tiempo en familia, esto hace que la familia esté unida", compartiendo también tiempo a la hora de rezar al mediodía. ya que durante el curso de lunes a viernes nunca comen todos juntos.

Otra familia numerosa que lo lleva bien es la del abogado José Luis Prieto, con seis pequeños de entre ocho y 15 años. "La cuarentena nos ha cambiado totalmente las rutinas. Mi mujer y yo trabajamos fuera de casa y ahora tenemos que hacer teletrabajo. Las rutinas se han roto. Intentamos mantenerlas gracias a que los coles (Montecastelo y Acacias) nos envían tareas todos los días para los niños. Intentamos que a las nueve todo el mundo nos pongamos a trabajar o estudiar. Y, la verdad, los niños se están portando incluso mejor que antes".